jueves, 27 de abril de 2017

EN SILENCIO EN LA PRESENCIA

Viviremos un encuentro personal con Dios, si cuando él nos toque a la puerta le abrimos Y además disfrutaremos de su presencia en la oración, y cada uno experimentará de forma diferente esto. Ya que Él no se repite para nadie, es diferente con cada uno.

Espero que hayan podido practicar la oración de elevación, en donde con diferentes frases pudimos acercarnos a la fuente de nuestra felicidad. Así como una rama no puede estar separada de la vid si quiere dar frutos, así anhelamos estar siempre pegados a la fuente de nuestra existencia, Dios, y esta semana continuaremos buscando su presencia.

Objetivo: Adorar en espíritu y en verdad

Comenzamos siempre con lo más importante diciendo: 

Te pido Señor tu presencia y ayuda, 
iniciando esta lectura y 
atención en el nombre del Padre, 
del Hijo y del Espíritu Santo.


Ejercicio de Silencio Interior: 
Ejercicios de concentración

Por favor en soledad, dispongámonos a silenciar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro corazón, con los ojos cerrados y haciendo ejercicios de respiración lenta por 2 minutos.

"Me bulle la cabeza", se quejan los nerviosos. Mucha gente es incapaz de detenerse en una sola cosa, sea una idea, una flor o una melodía. Un torrente de confusos recuerdos, imágenes y sentimientos les cruzan la mente en el más completo desorden. El resultado: una inmensa fatiga. La esencia de la concentración consiste en hacer lo que estamos haciendo, en estar atento tan sólo a lo que estoy.

1. Un paseo por mis señoríos.
Puedes hacer este ejercicio con los ojos cerrados o semicerrados. Como siempre, la regla de oro es suprimir en todo momento la actividad mental y dedicarte, simplemente, a percibir.

Concéntrate en tus pies sin mirarlos, contémplalos imaginativamente durante un minuto como si los estuvieses televisando (la forma, el color...). Pasa después la atención a tus manos sin mirarlas, contémplalas sensorial y detenidamente durante un minuto en todos sus detalles.

Luego, concéntrate dedo por dedo, imaginándolos, sensiblemente, uno por uno, entre cinco y diez segundos cada vez. Justo después, durante un minuto, fija tu atención en la nariz y percibe cómo el aire que sale de los pulmones es más caliente que el que entra. Retira de ahí tu atención y condúcela ahora a los pulmones. Quieto, tranquilo y concentrado siente, durante tres minutos, el movimiento pulmonar. No pienses, no fuerces ni imagines, simplemente siéntelo, síguelo como si fueras un observador de ti mismo, como quien observa la corriente de un arroyo.

Pon ahora la atención a lo largo y ancho de tu organismo. Con suma tranquilidad, con la máxima quietud y concentración quédate alerta a ver en qué parte de tu cuerpo sientes los golpes cardíacos, las pulsaciones, las pulsaciones y allí donde los sientas, quédate absorto escuchándolos. Sólo siente, no pienses en nada durante dos minutos.

2. Para eliminar el dolor
Podemos eliminar todos los dolores neurálgicos y atenuar los orgánicos. Sentado y sereno, después de relajarte, avanza hacia tu interior y detecta algún punto donde sientas alguna molestia.

Concéntrate en ese punto con la máxima tranquilidad. Con gran cariño transmite a esa zona una orden diciendo: "sosiégate", "descansa", "duerme". Es conveniente que sea una sola palabra. Absorto, repite mentalmente la palabra seleccionada y dirigida a ese punto durante algunos quince minutos, con la mayor ternura, como lo hace una madre con su hijo pequeño, muy concentrado, muy relajado, y es probable que el dolor se diluya completamente.

3. Estar presente
La esencia de este ejercicio consiste en que no sólo mi voluntad genera el movimiento sino que la conciencia lo acompaña. Despacio, tranquilo, concentrado, haz los siguientes movimientos, acompañando cada uno de ellos con tu atención: doblar un dedo, luego otro, luego otro, mover el brazo, flexionar el antebrazo...; levántate, toma un objeto, llévalo a otro lugar, vuelve a sentarte siguiendo cada movimiento con tu conciencia sensorial.

Al cerrar una puerta, abrir un grifo, tomar una cuchara, beber un vaso de agua, levantar algo caído..., debes tener la conciencia explícita de que tú estás presente en cada acto, de que son acciones tuyas.

Camina lentamente unos pasos tomando conciencia sensorial de todos los detalles: el suelo, el movimiento de los brazos, el ritmo de los pies... Durante unos minutos dedícate a detener tu conciencia sobre cada cosa que ven tus ojos: una golondrina, un geranio, un macetero, un automóvil, una cortina, un lápiz, un papel... Detente en cada objeto llamándolo por su nombre.

Haz otro tanto con el oído. Cada ruido que oigas identifícalo mentalmente con su nombre. Tienes un objeto delante de tus ojos, míralo bien y graba sus detalles.

Con los ojos cerrados imagina que estás en una carretera recta y solitaria. A lo lejos aparece un automóvil, se acerca, pasa por delante, se pierde en la lejanía y desaparece. Toma con las manos un libro, un cenicero. Déjalos después en su lugar y, enseguida, imagina que todavía tienes el objeto en las manos, sintiendo su peso, forma y temperatura.

* Hasta ahora nos hemos apoyado de palabras como vehículos para llegar a Dios, especialmente con palabras llenas de “partículas” de Dios, y ahora lo buscaremos en el silencio, porque es ahí donde está el infinito.

* Cuando cesan las palabras, la comunicación se consuma de ser a ser, cara a cara, de persona a persona.

* En silencio en un amar y sentirse amado, yo dentro de El, y El dentro de mi.

* Por eso trataremos de vivir la presencia amorosa de Dios, sin necesidad de palabras, quedándonos a solas, con atención amorosa y sosegada, en paz, quietud, silencio y descanso.

* Y experimentaremos la experiencia divina más simple, posesiva, profunda y transformadora, a través de “la oración de contemplación”, adorando en espíritu y en verdad.


Canto 37 del Libro: Cantoral del Tallerista
OH SEÑOR, ENVIA TU ESPIRITU
(Salmo 104)

Oh Señor, envía tu Espíritu
que renueve la faz de la tierra.

Oh Señor, que mi alma te bendiga;
oh Dios, tú eres grande,
vestido de esplendor y belleza.

Sobre el agua construyes tus moradas,
oh Dios, en las alturas
y en alas de viento tú caminas.

Es el viento quien lleva tus mensajes,
oh Dios, por los espacios;
y tiene un esclavo en el fuego.

Asentaste la tierra firmemente,
oh Dios, en sus cimientos,
y no temblará por los siglos.

La cubriste del manto del abismo,
oh Dios, y allá en las cumbres
tu voz congregó a las aguas.

Les fijaste durísimas fronteras,
oh Dios, nunca más podrán
extenderse por la tierra.

Y las fuentes, Señor, por ti brotaron,
oh Dios, en las montañas
y en medio de valles se deslizan.

Junto a ellas las aves de los cielos,
oh Dios, van a morar
y alzan su canto tras las ramas.

Con los frutos que vienen de la tierra,
oh Dios, nos alimentas;
Tú haces germinar el pan nuestro.

Para darnos el ritmo de los tiempos,
oh Dios, nació la luna,
y el sol que conoce su ocaso.

Extendiste las sombras por la tierra,
oh Dios, y fue de noche,
la hora de las fieras de la selva.

Los leones que rugen tras su presa,
oh Dios, en las tinieblas
reclaman de ti su alimento.

Sale el sol, todos ellos se retiran,
oh Dios, a sus refugios;
y empiezan los hombres sus tareas.


Oración 8 del Libro Encuentro: Manual de Oración
ELEVACIÓN 

Oh mi Dios, Trinidad que adoro ayúdame a desentenderme por entero de mí mismo, para instalarme en Ti, inmóvil y pacífico, como si mi alma residiera ya en la eternidad. Que nada pueda perturbar mi paz ni desligarme de Ti, Oh mi Inmutable, y que, a cada minuto, me abisme más profundamente en tu Misterio.

Pacifica mi alma, Haz de ella tu morada anhelada y el lugar permanente de tu descanso. Que yo jamás te abandone, sino que quede enteramente inmerso en Ti, todo atento en mi fe, en actitud de adoración, y entregado por completo a tu acción creadora.

Oh Cristo, amado crucificado por amor, cuánto desearía cubrirle de gloria; cómo desearía armarte hasta morir. Pero siento mi impotencia; por eso te ruego: revísteme de Ti mismo, identifica mi alma con todos los movimiento de tu corazón. Sumérgete en mí. Compenétrame y envuélveme. Toma mi lugar, a fin de que mi vida sea una irradiación de la tuya. Instálate en mí como Adorador, como Reparador, como Salvador.

Oh Verbo, oh Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero ser enteramente dócil, para aprender todo de Ti. Y después, a través de todos los vacíos, de todas las noches, de todas las impotencias, quiero tener siempre los ojos fijos en Ti, y quedar bajo tu gran luz. Oh mi astro querido, fascíname, a fin de que yo no pueda salir del círculo de tus rayos.

Oh fuego devorador, Espíritu de Amor, ven a mí para que en mí se opere como una nueva encarnación del Verbo. Que yo sea, para El, una nueva humanidad en la que El renueve su Misterio.

Y Tú, oh Padre, inclínate sobre esta pobre criatura, cúbrela con tu presencia; contempla en ella tan sólo a tu Bienamado Hijo, en quien pusiste todas tus complacencias.

Oh mi “Tres”, mi Todo, mi Beatitud, Soledad infinita, Inmensidad en la que me pierdo; me entrego a Ti por entero; sepúltate en mí para que yo me sepulte en Tí, en la esperanza de llegar a contemplar en tu luz, el abismo de tu grandeza. 
Amén.



PALABRA DE DIOS

La palabra de Dios es luz que ilumina, pan que alimenta, fuego que da calor, camino que guía, es vida eterna. El texto Bíblico es tomado esta semana del libro de Juan:
* Jesús, cansado y sediento, se sienta junto al pozo de Jacob.
* Llega una mujer con un cántaro; Jesús le dice “dame de beber”
* Entre los dos se establece un diálogo en donde Jesús va elevando a la mujer desde consideraciones terrenales a vuelos espirituales.
* La mujer pregunta, ¿cuál es en el lugar de adoración?, Samaria o Jerusalén; y Jesús responde que ni aquí, ni en este templo, ni en aquel templo, sino “en espíritu y en verdad”; ya que esa es la clase de hombres y mujeres que Dios necesita y desea.

Abramos nuestros ojos, nuestras mentes y sobre todo nuestros corazones, con la ayuda de Dios, y acojamos estas palabras (anotando en nuestro cuaderno aquellas palabras que más me hablen especialmente a mí):

Juan 4 (4-24)

(4) En su viaje, tenía que pasar por la región de Samaria. 
(5) De modo que llegó a un pueblo de Samaria que se llamaba Sicar, cerca del terreno que Jacob había dado en herencia a su hijo José. 
(6) Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. 
(7-8) Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le dijo: —Dame un poco de agua.
(9) Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?
(10) Jesús le contestó: —Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.
(11) La mujer le dijo: —Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo: ¿de dónde vas a darme agua viva? 
(12) Nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo, del que él mismo bebía y del que bebían también sus hijos y sus animales. ¿Acaso eres tú más que él?
(13) Jesús le contestó: —Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; 
(14) pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna.
(15) La mujer le dijo: —Señor, dame de esa agua, para que no vuelva yo a tener sed ni tenga que venir aquí a sacar agua.
(16) Jesús le dijo: —Ve a llamar a tu marido y vuelve acá.
(17) La mujer le contestó: —No tengo marido.
Jesús le dijo: —Bien dices que no tienes marido; 
(18) porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has dicho.
(19) Al oír esto, la mujer le dijo: —Señor, ya veo que eres un profeta. 
(20) Nuestros antepasados, los samaritanos, adoraron a Dios aquí, en este monte; pero ustedes los judíos dicen que Jerusalén es el lugar donde debemos adorarlo.
(21) Jesús le contestó: —Créeme, mujer, que llega la hora en que ustedes adorarán al Padre sin tener que venir a este monte ni ir a Jerusalén. 
(22) Ustedes no saben a quién adoran; pero nosotros sabemos a quién adoramos, pues la salvación viene de los judíos. 
(23) Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios. Pues el Padre quiere que así lo hagan los que lo adoran. 
(24) Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios.


Reflexión personal:
¿Qué me dice a mi este texto que acabo de leer?
(a cada persona nos dice diferentes cosas)

A mí me dice que la salvación ha venido por los judíos, ya que a través de ellos ha llegado Jesús! Mi Señor y Salvador, siendo la condición de mi espíritu guiado por el Espíritu de Dios, por el Espíritu Santo, será un espíritu verdadero al adorarlo!. Además me llama a tener más “comprensión” hacia las religiones de TODOS los hermanos, que sin importar la congregación que tengan, Dios también les ama, y en todos lados puedo encontrar adoradores en espíritu y en verdad, que me den agua o que yo tenga que darles a ellos, según lo necesitemos, hasta que nos encontremos con la fuente de agua viva!


Canto 35 del Libro: Cantoral del Tallerista
OFRENDA (PADRE YO TE ADORO)

Padre, Yo te adoro,
Yo te ofrezco mi alma y vida,
¡cómo te amo!

Jesucristo, Yo te adoro,
Yo te ofrezco mi alma y vida,
¡cómo te amo!

Espíritu Santo, Yo te adoro,
Yo te ofrezco mi alma y vida,
¡cómo te amo!

Trinidad Santa, Yo te adoro,
Yo te ofrezco mi alma y vida,
¡cómo te amo!


Hacer clic en: “EN SILENCIO EN LA PRESENCIA" para ver el video en Youtube (Regalos 40) y escuchar el mensaje maravilloso en la voz del Padre Ignacio Larrañaga, un mensaje sobre cómo y por qué buscar ese silencio ante la presencia de Dios, y consta de dos partes:
1. Avisos y orientaciones sobre la vida de oración
2. Explicación sobre la “oración de contemplación

Las ideas principales del mensaje son:
* Orar no es facil
* Paciencia con Dios
* Obstinada perseverancia
* Ilusión, no; esperanza, si


Canto 46 del Libro: Cantoral del Tallerista
SEÑOR, DIOS NUESTRO
(Salmo 8)

Señor Dios nuestro,
que admirable es tu nombre
en toda la tierra,
en toda la tierra.

Cuando contemplo el cielo,
obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él;
el ser humano para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando
sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
todo lo sometiste bajo sus pies.


MODALIDAD DE ORACION
Oración de Contemplación

La oración de contemplación es un don especial de lo alto y las señales de que el alma entró en la contemplación, según San Juan de la Cruz, son las siguientes:

— Cuando el alma gusta de estarse a solas con atención amorosa y sosegada en Dios.
—Dejar estar el alma en sosiego y quietud, atenta a Dios, aun pareciéndole estar perdiendo el tiempo, en paz interior, quietud y descanso.
— Dejar libre al alma sin preocuparse de pensar o meditar. Sólo una advertencia sosegada y amorosa a Dios.

Se sugiere que se realice en una posición cómoda, que le permita tener una experiencia adoradora (puede ser sentados; o hincados con la frente en el suelo, como oran los musulmanes, también es muy apropiado). Puede darle la impresión de perder el tiempo, por la pasividad, pero es la modalidad más simple y profunda de oración, además de transformadora, porque cesan las palabras.

a) Hacer vacío interior. Suspender la actividad de los sentidos. Apagar recuerdos. Desligar preocupaciones. Aislarse del mundo exterior e interior. No pensar en nada. Mejor, no pensar nada. Quedar más allá del sentir y de la acción sin fijarse en nada, sin mirar nada ni dentro ni fuera. Fuera de mí, nada. Dentro de mí, nada y ¿Qué queda? Una atención de mí mismo a mí mismo, en silencio y paz.

b) Abrir la atención al Otro, en fe, como quien mira sin pensar, como quien ama y se siente amado. Evitar “figurarse” a Dios. Toda imagen o forma de Dios debe desaparecer. Es preciso “silenciar” a Dios de cuanto signifique localidad. A Dios no corresponde el verbo estar, sino el verbo ser. El es la Presencia Pura y Amante y Envolvente y Compenetrante y Omnipresente.

Sólo queda un Tú para el cual yo soy una atención abierta, amorosa y sosegada.

Practicar el ejercicio auditivo hasta que la palabra “caiga” por sí misma. Quedar sin pronunciar nada con la boca, nada con la mente.
Mirar y sentirse mirado.
Amar y sentirse amado.
Yo soy como una playa. El es como el mar.
Yo soy como el campo. El es como el sol.
Dejarse iluminar, inundar, AMAR.
DEJARSE AMAR.

Fórmula del ejercicio:
Tú me sondeas.
Tú me conoces Tú me amas.

Escoja una frase que va a decir, ejemplo: 
“Mi Dios, mi todo”, 
“Tú me conoces y me amas”, 
“Tú eres mi Dios”, 
“Mi Señor y mi Dios”;,
“Señor, Señor”,
“Dios mío”.
(Recuerde elegir SOLO UNA).

Se comienza silenciosamente a decir cada diez o quince segundos la frase, concentradamente, sosegadamente. Casi sin darse cuenta y sin proponérselo, se va a ir distanciando la pronunciación de la frase, hasta que naturalmente usted se irá quedando en silencio en la Presencia…

SI se distrae, retomar la frase nuevamente.

CONSEJOS:
La oración de la semana previa (elevación: varias frases) nos ayuda a que ahora pueda hacerse esta otra modalidad de oración (contemplación: una frase).

En la oración de elevación, se escogían varias frases, y por ejemplo se podían practicar con un escapulario (rosario) donde hay 5 ciclos de 10 repeticiones (5 frases repetidas 10 veces) distanciándolas con silencios entra cada repetición, y pudiendo escoger varias frases que me digan mucho a mi o que quiero decirle a Dios, para sentirlo presente.

Mientras que con la modalidad de Contemplación sólo es UNA frase para decirla a Dios, hasta el cansancio, para sentir su presencia amorosa, arropante, envolvente y divina.

Historia sobre la oración de contemplación:

El primer discípulo de San Francisco de Asís, llamado Bernardo de Quintavalle, quien era un rico comerciante de Asís, y que al principio veía con curiosidad la evolución de Francisco y con frecuencia le invitaba a su casa, donde le tenía siempre preparado un lecho próximo al suyo. Por las noches Bernardo se fingía dormido para observar cómo el siervo de Dios se levantaba calladamente y pasaba largo tiempo en oración, repitiendo estas palabras: “Deus meus et omnia” (Mi Dios y mi todo), a quien yo me imagino, hincado en adoración, a la luz de una vela, repitiéndola toda la noche hasta encontrar la presencia. Y Bernardo al ver cómo la presencia de Dios inundaba verdaderamente a San Francisco decidió seguirlo.


PRACTICA DE LA ORACION:

Invocación al Espíritu Santo (cántela mentalmente).


Hacer clic en: Practica de Oración de Contemplación en silencio, en la Presencia para escuchar durante 15 minutos aproximadamente todos los temas musicales instrumentales del video en Youtube (Oración y Vida Oración y Vida).

Con los ojos cerrados escuchar con mucha concentración el audio de la música instrumental que le ayudará a la práctica de la Oración de Elevación, con la frase que ha escogido. Cuando termine salga suave y lentamente de la presencia.


Canto 27 del Libro: Cantoral del Tallerista
INÚNDAME, SEÑOR, CON TU ESPIRITU

Inúndame, Señor, con tu Espíritu
Inúndame, Señor, con tu Espíritu
Inúndame, Señor, con tu Espíritu
Inúndame, Señor, con tu Espíritu

y déjame sentir
el fuego de tu amor
aquí en mi corazón Señor.


Canto 50 del Libro: Cantoral del Tallerista
TE AMO, REY

Te amo Rey,
y levanto mi voz
para adorar y sentirme en Ti;
regocíjate,
escucha mi voz
que sea un dulce sonar, para Ti.


Oración 13 del Libro Encuentro: Manual de Oración 
PRESENCIA ESCONDIDA

No estás.
No se ve tu Rostro.
Estás.
Tus rayos se disparan en mil direcciones.
Eres la Presencia Escondida.

Oh Presencia siempre oculta y siempre clara,
Oh Misterio Fascinante
al cual convergen todas las aspiraciones.
Oh Vino Embriagador
que satisfaces todos los deseos.
Oh Infinito Insondable
que aquietas todas las quimeras.

Eres el Más Allá y el Más Acá de todo.
Estás sustancialmente presente 
en mí ser entero.
Tú me comunicas la existencia 
y la consistencia.

Me penetras, me envuelves, me amas.

Estás en torno de mí y dentro de mí.
Con tu Presencia activa alcanzas 
hasta las más remotas y profundas zonas 
de mi intimidad.

Eres el alma de mi alma, 
la vida de mi vida, 
más yo que yo mismo, 
la realidad toda y totalizante, 
dentro de la cual estoy sumergido. 
Con tu fuerza vivificante 
penetras todo cuando soy y tengo.

Tómame todo entero, 
oh Todo de mi todo, 
y haz de mí
una viva transparencia de tu Ser 
y de tu Amor 
¡Oh Padre queridísimo!


Oración 16 del Libro Encuentro: Manual de Oración 
ORACIÓN DE LA ESPERANZA

Señor,
Una vez más estoy delante de tu Misterio.
Estoy constantemente envuelto 
en tu Presencia
que tantas veces se torna en ausencia.
Busco tu Presencia.
en la ausencia de tu Presencia.

Echando una mirada al inmenso mundo
de la tierra de los hombres,
tengo la impresión
de que muchos ya no esperan en Ti.
Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas 
y pongo las piedras de un edificio 
del cual el único arquitecto 
parezco ser yo mismo.

Hoy día los hombres somos, muchas veces, 
unas criaturas que nos constituimos 
en esperanza de nosotros mismos.
Dame, Señor, la convicción más profunda 
de que estaré destruyendo mi futuro 
siempre que la esperanza en Ti 
no estuviere presente.

Haz que comprenda profundamente que, 
a pesar del caos de cosas que me rodea, 
a pesar de las noches que atravieso,
a pesar del cansancio de mis días, 
mi futuro está en tus manos 
y que la tierra que me muestras 
en el horizonte de mi mañana 
será más bella y mejor.

Depósito en tu Misterio mis pasos y mis días 
porque sé que tu Hijo 
y mi Hermano 
venció la desesperanza 
y garantizó un futuro nuevo 
porque pasó de la muerte a la vida.

Amén.


Bendición (Números 6, 24- 26):

El Señor nos bendiga y nos guarde
Ilumine su rostro sobre nosotros,
Y se apiade de nosotros.
Nos muestre su rostro y nos conceda la Paz.


En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.


Hacer clic en cada uno, para leer otros temas complementarios:


PRÁCTICA SEMANAL - EN SILENCIO EN LA PRESENCIA