viernes, 7 de julio de 2017

PRÁCTICA SEMANAL - LIBRES PARA AMAR (ORACIÓN Y VIDA)


Jesús cuando ora por si mismo, es un momento especial de relación que él tiene con su Padre; dando a entender que su lugar es estar con las elegidos en las moradas de Dios; es una relación muy cercana, de amor entre ambos.


I parte de la práctica semanal - Palabra de Dios

Iniciamos con el cuaderno y la Biblia en mano, y se sugieren los siguientes pasos sugeridos diariamente:

a) silenciarse (noche sosegada en calma y paz)
b) pedir al espíritu santo su presencia
c) leer la Biblia y ver lo que Dios me dice a mí
d) Y orar con la modalidad de ahora (oración de elevación)
Con las frases donde más sintió la presencia de Dios (de la palabra diaria, o del mensaje que escuchó)

Textos Bíblicos de la semana 11 (uno diario)


Día 1 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Mateo 9 (35-38)

(35) Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. 

(36) Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor. 
(37) Entonces dijo a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos.
(38) Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.

A mi me dice principalmente tres cosas: 

en  primer lugar de las personas que, necesitan ayuda; 
en segundo lugar de cómo ayuda Jesús; y 
en tercer lugar de cómo cada uno de nosotros podemos colaborar con Jesús.

En primer lugar: La gente necesita ayuda. 

Dondequiera Jesús caminó, pudo ver enfermos, discapacitados y otro tipo de gente con cargas. El decía de ellas que: “estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor”. El tipo de personas que, no tenían a nadie que, las pueda sacar de la miseria en la cual se encontraban. Ese tipo de gente lo había antes y también lo hay ahora, siempre lo ha habido. Pensemos por ejemplo en: desamparados, alcohólicos que deambulan sin albergue y sin rumbo fijo por las calles. Pensemos en la juventud marginal y sin una meta de vida que, se destruyen a sí mismos y que aparentemente ya no cuentan con ningún tipo de seguridad. Pensemos en enfermos que, ya no tienen cura o personas ancianas en cuidados intensivos de quienes nadie más ya se ocupa, quienes reciben una atención mínima diaria necesaria de parte de enfermeros. Aunque no sólo estos grupos al margen necesitan de ayuda. Hay otros necesitados de ayuda de los cuales muchas veces no nos percatamos. Hay muchos que exteriormente parecen estar bien que, transmiten la idea de encontrarse bien, pero que interiormente están destruidos y claman por ayuda. Pienso por ejemplo a los bien educados alcohólicos que, ya no pueden combatir su estrés laboral si no es por medio de alguna bebida fuerte. Pienso en las personas emocionalmente enfermas que, les cuesta el siquiera poder vivir el día a día. Pienso en aquellos que viven en peleas y disgustos con los demás; sufren constantemente de irritación y frustración.

Si bien puede haber a nuestro alrededor personas satisfechas de la vida y que puedan no estar sufriendo de mayores problemas, podrán necesitar de ayuda en cierto sentido. Es decir, cuando se trata de vivir así como nuestro creador espera que vivamos. En la Biblia se nos dice claramente cuál es el sentido de nuestra vida: Dios nos creó para que le honremos con nuestra vida. Cuando nosotros comenzamos a obedecerle y a confiar en él incondicionalmente, cuando comenzamos a hacer el bien a nuestro prójimo de la misma manera que lo desearíamos para nosotros, entonces estamos comprendiendo el verdadero sentido de la vida. Pues de lo contrario estamos errando el camino. Y esto nos sucede siempre: erramos en lo que debe ser el sentido principal de nuestra existencia, pecamos. Y ninguna persona puede zafar de ello; en este sentido todos nos transformamos en desamparados, “desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor”. En el libro del profeta Isaías dice: “Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino” (Is 53:6).


Hay que admitir que, como a personas del siglo XXI no nos gusta escuchar esto. No nos gusta la idea de ser ovejas, nos gustaría más bien dirigir nuestros destinos y poder vivir la vida que queremos. Y allí no nos damos cuenta lo torcido que se encamina nuestra vida. Nos parecemos a niños que, por un lado quieren saber más que lo que saben los padres y por otro lado todavía están necesitando de la guía de ellos e interiormente están clamando aún por su ayuda. Nos parecemos a niños que, necesitan el regazo de la madre así como apoyarse en los hombres del padre para sentir sus abrazos. En una nueva versión bíblica no se dice: como ovejas que no tienen pastor, sino “como niños sin padres”. Tal cual, así de desamparados somos nosotros los seres humanos, no importa si los demás lo notan o no, y no importa tampoco si nosotros lo notamos o no.


En segundo lugar: Jesús nos ayuda. 

Para Jesús las necesidades de la gente no le son indiferentes. Cuando Jesús vio a la gente necesitada, dice la Biblia que, “tuvo compasión de ellas”. Es por eso que él hacía cosas por la gente. El reconciliaba a la gente que, se encontraban como niños sin padres, sin su padre celestial. Se convertía en buen pastor para la gente que, eran como ovejas que no tenían pastor. El no hacía acepción de personas. No tenía algunas ovejas preferidas en su propio rebaño, sino que ayudaba indistintamente a todos. Tres veces se repite la palabra “todos”. Jesús recorría “todas” las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba “toda” enfermedad y “toda” dolencia del pueblo. Y puesto que en la Biblia así se dice todos tenemos que tener en claro que: Jesús también me quiere ayudar a mí, pues el no rechaza a nadie que venga a él por ayuda.

Ahora, veamos bien cómo es que Jesús ayuda. En nuestro texto bíblico encontramos dos palabras importantes: “El enseñaba” y “sanaba”. Ambas cosas las hacía por medio del poder de la palabra de Dios. El le enseñaba a la gente “con poder”. Hasta los mismos enemigos reconocían esto. El hablaba la palabra autorizada de parte de Dios, del padre celestial. Y por medio de sus curaciones confirmaba esta autoridad. Cuando a los ciegos les decía: “recibe la vista”, estos podía ver; cuando le gritaba al paralítico: “toma tu camilla y vete”, enseguida caminaba. Cuando le ordenaba al cadáver: “Levántate”, éste volvía a la vida. Jesús ayudaba con gran poder y este poder estaba también en sus palabras. Y así es hasta el día de hoy. Sus palabras las encontramos en la Biblia. Allí Jesús nos muestra claramente y con poder divino cómo es que nosotros también debemos obrar, de modo de poder honrar a Dios y poder encontrarle el sentido a la vida.


Lo que él dijo sobre el amor, sobre la oración, sobre la preocupación y sobre el matrimonio, es palabra indiscutible de Dios; tranquilamente podemos aferrarnos de esa doctrina, pues ésa es la mejor forma de vivir. Y cuando no cumplimos esos mandatos, entonces él nos dice en su evangelio: “no te pongas triste, a pesar de todo Dios te ama. Te perdona. Empieza de vuelta, arrepiéntete, e intenta sensatamente, cumplir mejor su voluntad”. Y allí Jesús te promete: “Tus pecados te son perdonados”, te salva y te sana, por medio de la fuerza de su palabra, así como en aquel entonces lo hacía con el ciego y con el paralítico y con el fallecido. Ya no eres más una oveja descarriada, ya no eres más una persona destruida o un niño huérfano, en Jesús, tienes ahora a Dios que te ayuda y a un buen pastor. Esto no quiere decir que, sólo vas a recibir caricias de Jesús. No, algunas veces, el pastor tiene que darle un empujón con su cayado, para que se ponga en la fila otra vez y así se aparte del peligro. Pero de una cosa podrás estar seguro: el pastor lo hace de corazón y por tu bien y para ayudarte verdaderamente. El te dará lo que necesitas; él te curará las heridas; él te cuidará en el peligro; él te traerá de vuelta; él cuidará de tu vida. Si confías en él, ya no importará que, los problemas de tu vida no se solucionen de inmediato. Hasta puede pasar que, tengas que soportar algunas cargas extras. Pero eso no importa. Lo más importante es saber que, siempre hay alguien conmigo en mi vida y en quien puede confiar que me ayudará y me cuidará de que todo salga bien. Sí, e incluso te regala una entrada gratis para el cielo, donde allí la última enfermedad y el último problema pasarán al olvido. E incluso aunque tengas que soportar cargas, en lo más profundo de tu corazón podrás estar feliz, más feliz que los que no conocen a este buen pastor. Tú tendrás la certeza que, él está contigo y te ayuda y ya cuentas con la alegría de saber que el cielo te espera.


En tercero lugar: Las personas pueden también colaborar con Jesús. 
Y allí llegamos al tema de la misión. Así como el padre en el cielo envió a Jesús al mundo, de la misma manera Jesús nos envía a nosotros cristianos como colaboradores para ayudar a nuestro prójimo. Ser cristiano significa no solamente, dejarse ayudar por Jesús, sino también colaborar en esa ayuda con Jesús. Y a eso lo sabemos bien. Sabemos que, tenemos que hacer sentir a los demás ese amor de Jesús y tenemos que compartir la buena noticia de Jesús. Que tenemos que ayudar y hacer lo bueno ya lo sabemos. Pero en nuestro texto de predicación se nos los dice de otra forma: “pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies”. Y esta ayuda comienza con la oración.


No es que Dios necesite de nuestra oración. Sino que, de esta manera él quiere así que reconozcamos que toda ayuda proviene de él. No somos nosotros los señores de la mies, sino que él lo es. No es que nosotros tenemos que pensar en cuál es la ayuda que la gente necesita, sino que él ya nos la ha dado. Y cuando toda ayuda según la voluntad de Dios comienza en la cruz, entonces la palabra de la cruz debería ser el mensaje central en nuestra ayuda. Aunque este mensaje pueda incluso parecerle extraño y sonar raro a la gente de nuestros días. Especialmente nos dice Jesús, tenemos que pedir a Dios que envíe “trabajadores a la mies”, es decir mensajeros que, prediquen la palabra de la cruz y puedan acercar los sacramentos a la gente. En primer lugar, pedimos a Dios por los futuros pastores y misioneros que se comprometan con su vida por el Evangelio. En muchas iglesias y sínodos se nota ya la escasez de pastores; pocos jóvenes están listos para emprender este oficio. Pero el pedido por trabajadores en la cosecha de Dios no se relaciona sólo con eclesiales. Pedimos por muchos cristianos más que, den testimonio fiel y eficiente de los dones del Evangelio, en el sitio donde estén. El pedido por los trabajadores en la cosecha hace que no solamente pensemos en nosotros mismos. Cuando pidamos  de esta manera, entonces comprobaremos que, nosotros no somos los obreros únicos e indispensables de su cosecha. Puede ser incluso que, otros hagan mejor que nosotros el trabajo de colaborar con Jesús. Es por eso que, al pedir así nos confiere humildad y sumisión a Dios. No tenemos que impulsar la misión de forma compulsiva, como si cielo y tierra dependiesen de toda nuestra fuerza de voluntad. Ponemos nuestro mejor empeño sí, pero sabemos al mismo tiempo que, en todo el mundo hay incontables personas que realizan este trabajo en la gran misión. Y también al pedir así, nos damos cuenta que, nos entendemos como un gran equipo tanto en la iglesia cristiana como en la congregación. 


Somos una comunidad que sirve y que se reúne bajo la palabra y el encargo de un mismo Señor. Hay muchas personas distintas en la congregación, así como hay distintos dones y talentos, pero hay un solo Señor, un solo encargo, una misión y una meta que, todas las personas lleguen a formar parte del rebaño del Señor Jesucristo y se conviertan en espigas maduras en el campo de cosecha de la vida eterna.



Día 2 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Salmo 143

(1) Oh Señor, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia; 

(2) y no entres en juicio con tu siervo, porque no es justo delante de ti ningún viviente. 
(3) Pues el enemigo ha perseguido mi alma, ha aplastado mi vida contra la tierra; me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos. 
(4) Y en mí languidece mi espíritu; mi corazón está consternado dentro de mí.
(5) Me acuerdo de los días antiguos, en todas tus obras medito, reflexiono en la obra de tus manos. 
(6) A ti extiendo mis manos; mi alma te anhela como la tierra sedienta.
(7) Respóndeme pronto, oh Señor, porque mi espíritu desfallece; no escondas de mí tu rostro, para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura. (8) Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma. 
(9) Líbrame de mis enemigos, oh Señor; en ti me refugio.
(10) Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme. 
(11) Por amor a tu nombre, Señor, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia. 
(12) Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma; pues yo soy tu siervo.

A mi me dice que con el antiguo uso de imágenes bélicas, se nos presenta a Dios que lucha contra el mal en la historia. Frente a la potencia divina el rey hebreo se siente frágil y débil, como lo son todas las criaturas humanas. Por tanto, sólo con la ayuda divina podemos superar los peligros y dificultades de cada día y comprometernos a caminar hacia la liberación de cualquier opresión. 


El Salmo termina con una acción de gracias por la certeza de que Dios no nos abandonará en la lucha contra el mal. Los cristianos repetimos esta oración teniendo la mirada fija en Cristo, que nos libra todo mal y nos sostiene en la batalla contra los poderes perversos y ocultos. 

Un hombre perseguido violentamente (v. 3) se pone bajo la protección de Dios, a fin de que lo libre de sus perseguidores (v. 9). Para fundamentar su pedido, el salmista apela a las antiguas intervenciones de Dios en favor de su Pueblo (v. 5). Pero a diferencia de lo que sucede en otros Salmos similares (Sal. 7), él no hace una declaración de su propia inocencia, sino que reconoce su condición de pecador y su imposibilidad de obtener la salvación sin el auxilio de la misericordia divina.


Día 3 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Mateo 25 (31-40)

(31) Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con El, entonces se sentará en el trono de su gloria; 

(32) y serán reunidas delante de El todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 
(33) Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. 
(34) Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 
(35) “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; 
(36) estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí." 
(37) Entonces los justos le responderán, diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? 
(38) “¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? 
(39) “¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?" 
(40) Respondiendo el Rey, les dirá: "En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis."


A mi me dice que explica sobre la abertura del Juicio Final.


• Mateo 25,31-33: El Hijo del Hombre reúne a su alrededor a las naciones del mundo. Separa a las personas como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. El pastor sabe discernir. El no se equivoca: las ovejas a la derecha, los cabritos a la izquierda. El sabe discernir a los buenos y a los malos. Jesús no juzga, ni condena (cf. Jn 3,17; 12,47). El apenas separa. Es la persona misma la que juzga o se condena por la manera como se porta en relación con los pequeños y los excluidos. 


• Mateo 25,34-36: La sentencia para los que están a la derecha del Juez. Los que están a su derecha son llamados “¡Benditos de mi Padre!”, esto es, reciben la bendición que Dios prometió a Abrahán y a su descendencia (Gen 12,3). Ellos son convidados a tomar posesión del Reino, preparado para ellos desde la fundación del mundo. El motivo de la sentencia es éste: "Tuve hambre y sed, era extranjero, estaba desnudo, enfermo y preso, y ustedes me acogieron y ayudaron”. Esta frase nos hace saber quiénes son las ovejas. Son las personas que acogieron al Juez cuando éste estaba hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y peso. Y por el modo de hablar "mi Padre" e "Hijo del Hombre", sabemos que el Juez es Jesús mismo. ¡El se identifica con los pequeños!


• Mateo 25,37-40: Una demanda de esclarecimiento y la respuesta del Juez: Los que acogen a los excluidos son llamados “justos”. Esto significa que la justicia del Reino no se alcanza observando normas y prescripciones, pero sí acogiendo a los necesitados. Pero lo curioso es que los justos no saben cuándo fue que acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde: "¡Toda vez que lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis!" ¿Quiénes son estos "hermanos míos más pequeños"? En otros pasajes del Evangelio de Mateo, las expresiones "hermanos míos" y "pequeñuelos" indican a los discípulos (Mt 10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Indican también a los miembros más abandonados de la comunidad, a los despreciados que no tienen a dónde ir y que no son bien recibidos (Mt 10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero no es sólo esto. En el contexto tan amplio de esta parábola final, la expresión "mis hermanos más pequeños" se alarga e incluye a todos aquellos que en la sociedad no tienen lugar. Indica a todos los pobres. Y los "justos" y los "benditos de mi Padre" son todas las personas de todas las naciones que acogen al otro en total gratuidad, independientemente del hecho de ser cristiano o no. 


• Mateo 25,41-43: La sentencia para los que están a su izquierda. Los que están del otro lado del Juicio son llamados “malditos” y están destinados al fuego eterno, preparado por el diablo y los suyos. Jesús usa el lenguaje simbólico común de aquel tiempo para decir que estas personas no van a entrar en el Reino. Y aquí también el motivo es uno sólo: no acogieron a Jesús hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús que nos impide entrar en el Reino, sino nuestra práctica de no acoger al otro, la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.


• Mateo 25,44-46: Un pedido de aclaración y la respuesta del Juez. El pedido de esclarecimiento muestra que se trata de gente que se porta bien, personas que tienen la conciencia en paz. Están seguras de haber practicado siempre lo que Dios les pedía. Por eso se extrañan cuando el Juez dice que no lo acogieron. El Juez responde: “¡Todas las veces que no hicieron esto a unos de estos pequeños, conmigo dejasteis de hacerlo!” ¡La omisión! ¡No hicieron más! Apenas dejaron de practicar el bien a los pequeños y acoger a los excluidos. Y sigue la sentencia final: estos van para el fuego eterno, y los justos van para la vida eterna. ¡Así termina el quinto libro de la Nueva Ley!



Día 4 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Lucas 15 (1-31)



(1) Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle; 

(2) y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos.
(3) Entonces El les refirió esta parábola, diciendo: 
(4) ¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? 
(5) Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso; 
(6) y cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: "Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido." 
(7) Os digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.
(8) ¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla? 
(9) Cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas, diciendo: "Alegraos conmigo porque he hallado la moneda que había perdido." 
(10) De la misma manera, os digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
(11) Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; 
(12) y el menor de ellos le dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió sus bienes. 
(13) No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente. 
(14) Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. 
(15) Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. 
(16) Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. 
(17) Entonces, volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! 
(18) “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: 'Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; 
(19) ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores.'" 
(20) Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. 
(21) Y el hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo." 
(22) Pero el padre dijo a sus siervos: "Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; 
(23) y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; 
(24) porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a regocijarse. 
(25) Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas. 
(26) Y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era todo aquello. 
(27) Y él le dijo: "Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro engordado porque lo ha recibido sano y salvo." 
(28) Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que entrara. 
(29) Pero respondiendo él, le dijo al padre: "Mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos; 
(30) pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado." 
(31) Y él le dijo: "Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo

A mi dice que el gesto más provocativo y escandaloso de Jesús fue, sin duda, su forma de acoger con simpatía especial a pecadoras y pecadores, excluidos por los dirigentes religiosos y marcados socialmente por su conducta al margen de la Ley. Lo que más irritaba era su costumbre de comer amistosamente con ellos.


De ordinario, olvidamos que Jesús creó una situación sorprendente en la sociedad de su tiempo. Los pecadores no huyen de él. Al contrario, se sienten atraídos por su persona y su mensaje. Lucas nos dice que “los pecadores y publicanos solían acercarse a Jesús para escucharle”. Al parecer, encuentran en él una acogida y comprensión que no encuentran en ninguna otra parte.


Mientras tanto, los sectores fariseos y los doctores de la Ley, los hombres de mayor prestigio moral y religioso ante el pueblo, solo saben criticar escandalizados el comportamiento de Jesús: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. ¿Cómo puede un hombre de Dios comer en la misma mesa con aquella gente pecadora e indeseable?


Jesús nunca hizo caso de sus críticas. Sabía que Dios no es el Juez severo y riguroso del que hablaban con tanta seguridad aquellos maestros que ocupaban los primeros asientos en las sinagogas. El conoce bien el corazón del Padre. Dios entiende a los pecadores; ofrece su perdón a todos; no excluye a nadie; lo perdona todo. Nadie ha de oscurecer y desfigurar su perdón insondable y gratuito.


Por eso, Jesús les ofrece su comprensión y su amistad. Aquellas prostitutas y recaudadores han de sentirse acogidos por Dios. Es lo primero. Nada tienen que temer. Pueden sentarse a su mesa, pueden beber vino y cantar cánticos junto a Jesús. Su acogida los va curando por dentro. Los libera de la vergüenza y la humillación. Les devuelve la alegría de vivir.


Jesús los acoge tal como son, sin exigirles previamente nada. Les va contagiando su paz y su confianza en Dios, sin estar seguro de que responderán cambiando de conducta. Lo hace confiando totalmente en la misericordia de Dios que ya los está esperando con los brazos abiertos, como un padre bueno que corre al encuentro de su hijo perdido.


La primera tarea de una Iglesia fiel a Jesús no es condenar a los pecadores sino comprenderlos y acogerlos amistosamente. En Roma pude comprobar hace unos meses que, siempre que el Papa Francisco insistía en que Dios perdona siempre, perdona todo, perdona a todos..., la gente aplaudía con entusiasmo. Seguramente es lo que mucha gente de fe pequeña y vacilante necesita escuchar hoy con claridad de la Iglesia.



Día 5 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Juan 8 (1-11)

(1) Pero Jesús se fue al Monte de los Olivos. 

(2) Y al amanecer, vino otra vez al templo, y todo el pueblo venía a El; y sentándose, les enseñaba. 
(3) Los escribas y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 
(4) le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. 
(5) Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres; ¿tú, pues, qué dices? 
(6) Decían esto, probándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. 
(7) Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra. 
(8) E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 
(9) Pero al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. 
(10) Enderezándose Jesús, le dijo: Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado? 
(11) Y ella respondió: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete; desde ahora no peques más.

A mi me dice que la situación es dramática porque los fariseos están tensos, la mujer angustiada, la gente expectante, mientras Jesús guarda un silencio sorprendente. Tiene ante sí a aquella mujer humillada, condenada por todos. Pronto será ejecutada. ¿Es esta la última palabra de Dios sobre esta hija suya?. Él les responderá desde su experiencia de la misericordia de Dios: aquella mujer y sus acusadores, todos ellos, están necesitados del perdón de Dios. Los acusadores sólo están pensando en el pecado de la mujer y en la condena de la Ley. Jesús cambiará la perspectiva. Pondrá a los acusadores ante su propio pecado. Ante Dios, todos han de reconocerse pecadores. Todos necesitan su perdón. Jesús apunta hacia una convivencia donde la pena de muerte no puede ser la última palabra sobre un ser humano. Más adelante, Jesús dirá solemnemente: “Yo no he venido para juzgar al mundo sino para salvarlo”.


El diálogo de Jesús con la mujer arroja nueva luz sobre su actuación. Los acusadores se han retirado, pero la mujer no se ha movido. Parece que necesita escuchar una última palabra de Jesús. No se siente todavía liberada. Jesús le ofrece su perdón, y, al mismo tiempo, le invita a no pecar más. El perdón de Dios no anula la responsabilidad, sino que exige conversión. Jesús sabe que “Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva”.



Día 6 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Salmo 131

(1) Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí; 

(2) sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma. 
(3) Espera, oh Israel, en el Señor, desde ahora y para siempre.

A mi me dice que debo tener una actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida”. El envanecimiento es el resultado de sobreestimarnos y subestimar a los demás. También nos lleva al desasosiego porque nos sentimos insatisfechos con lo que tenemos y preocupados por lo que los demás tienen. La vanidad nos mantiene hambrientos por más atención y más adoración. En contraste, la humildad coloca a los demás en primer lugar y nos alegra que Dios dirija nuestra vida.


La actitud humilde se expresa admirablemente en la imagen del niño destetado que descansa tranquilo en los “brazos de su madre” debido a la confianza que ella proporciona. La esperanza está llena siempre de ilusión y de propósitos positivos y ventajas que se obtienen del creer en Dios como guía y sostenedor de una mejor y más abundante ventaja que el solo esperar.



Día 7 de la práctica semanal - Palabra de Dios

Efesios 4 (1-6)

(1) Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, 

(2) con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, 
(3) esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 
(4) Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 
(5) un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 
(6) un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.

A mi me dice sobre los comportamientos que debo tener Yo y en especial todos, para ser un solo grupo, como lo fueron los apóstoles y poder vivir dignamente.


Digno de la vocación: 

Un policía, cuando trabaja, se supone que es un ejemplo de la ley. Él vive digno de su profesión. Él no roba ni hace trampa. Defiende la ley. El médico también debe vivir digno de su profesión. El cura a los enfermos. Él se interesa por aquellos que están enfermos y procura hacerles bien. Un agricultor cultiva la tierra y produce alimentos para miles de personas. Él está llamado a esta tarea, está dotado para lograrlo.

Humildad: 

Significa “poner a Dios primero, a otros en segundo y yo mismo en tercer lugar”. Significa “conocerme a mi mismo, aceptarme a mi mismo, y dedicar mi ser completo para la gloria de Dios. Cree que Dios no nos condena por aceptarnos a nosotros mismos y aceptar los dones que nos ha dado. Un ejemplo de ser humilde es un mártir. O otro ejemplo: imagínate que diga que el hombre más humilde del mundo que viniera para hacerte una visita. Esperas a que llame a la puerta muy tranquilamente, con su cabeza agachada, al optar con mansedumbre a la presidencia en la esquina de la habitación.

Mansedumbre: 

De ser terco y obstinado en vez de una persona tranquila, pacífica o sumisa.. No grita ni es agresivo. Aguantar por un ratito. No es debilidad, es poder bajo control. En griego la palabra utilizada es para un “medicamento calmante”, un “potro que había sido amaestrado, y un viento suave. Cada caso sugiere “poder”, pero bajo control.

Longanimidad: 

Significa literalmente “templado largamente”. Designa a la habilidad de resistir el sufrimiento, molestias y/o disconformidad sin luchar y agredir a otros o al que lo ocasiona. haciendo colas largas por horas para comprar un billete o esperar tu turno. Siempre hay que esperar. Hay prisa pero hay que mostrar un poco de paciencia. Un factor de la cultura Americana es el “tiempo”. Se dice “el tiempo es oro” entonces intentan hacer las cosas “rápidas”.

Soportar y Amar: 

Esta gracia no puede ser mencionada aparte del amor. El amor es el objeto que decora al arte de “soportar”. Es de suponer que tenemos que aguantar gente brusca y desagradable. Ser insensitivo. Y para tratar este problema existe un programa que se llama “La Resolución de Conflictos”. Todos participan en la búsqueda de soluciones y decisiones. Las decisiones o soluciones pueden ser por el individuo pero siempre hay una “resolución al conflicto”. Y amor es la base de todo proyecto cristiano. Pablo dijo que puede llegar a alcanzar todo el conocimiento y el poder, pero que sin amor, no servía de nada.


II parte de la práctica semanal - Modalidad


Dedicarse a Orar en el Espíritu de Jesús con los Salmos:


Salmo 16


(1) Protégeme, oh Dios, pues en ti me refugio. 

(2) Yo dije al Señor: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti. 
(3) En cuanto a los santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia. 
(4) Se multiplicarán las aflicciones de aquellos que han corrido tras otro dios ; no derramaré yo sus libaciones de sangre, ni sus nombres pronunciarán mis labios.
(5) El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. 
(6) Las cuerdas cayeron para mí en lugares agradables; en verdad mi herencia es hermosa para mí.
(7) Bendeciré al Señor que me aconseja; en verdad, en las noches mi corazón me instruye. 
(8) Al Señor he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme. 
(9) Por tanto, mi corazón se alegra y mi alma se regocija; también mi carne morará segura, 
(10) pues tú no abandonarás mi alma en el Seol, ni permitirás a tu Santo ver corrupción. 
(11) Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre.

Salmo 23


(1) El Señor es mi pastor, nada me faltará. 

(2) En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. 
(3) El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre.
(4) Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. 
(5)Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 
(6) Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días.

Salmo 63


(1) Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua. 

(2) Así te contemplaba en el santuario, para ver tu poder y tu gloria. 
(3) Porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán. 
(4) Así te bendeciré mientras viva, en tu nombre alzaré mis manos. 
(5) Como con médula y grosura está saciada mi alma; y con labios jubilosos te alaba mi boca.
(6) Cuando en mi lecho me acuerdo de ti, en ti medito durante las vigilias de la noche. 
(7) Porque tú has sido mi socorro, y a la sombra de tus alas canto gozoso. (8) A ti se aferra mi alma; tu diestra me sostiene.
(9) Pero los que buscan mi vida para destruirla, caerán a las profundidades de la tierra. 
(10) Serán entregados al poder de la espada; presa serán de las zorras. (11) Mas el rey se regocijará en Dios; y todo el que por El jura se gloriará, porque la boca de los que dicen mentiras será cerrada.

Salmo 139


(1) Oh Señor, tú me has escudriñado y conocido. 

(2) Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. 
(3) Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. 
(4) Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda. 
(5) Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí. (6) Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar.
(7) ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? 
(8) Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. 
(9) Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, 
(10) aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. 
(11) Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche; 
(12) ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti.
(13) Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. (14) Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. 
(15) No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. 
(16) Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos.
(17) ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! 
(18) Si los contara, serían más que la arena; al despertar aún estoy contigo. 
(19) ¡Oh Dios, si tú hicieras morir al impío! Por tanto, apartaos de mí, hombres sanguinarios. 
(20) Porque hablan contra ti perversamente, y tus enemigos toman tu nombre en vano. 
(21) ¿No odio a los que te aborrecen, Señor? ¿Y no me repugnan los que se levantan contra ti? 
(22) Los aborrezco con el más profundo odio; se han convertido en mis enemigos.
(23) Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. 
(24) Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno.

Juan 17

(Oración Sacerdotal) 

Jesús ruega por sí mismo

(1) Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti, 
(2) por cuanto le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado. 
(3) Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 
(4) Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. 
(5) Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera. Jesús ruega por sus discípulos 
(6) He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra. 
(7) Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de ti; 
(8) porque yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste. 
(9) Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; 
(10) y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos.
(11) Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros. 
(12) Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera. 
(13) Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos. 
(14) Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 
(15) No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. 
(16) Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 
(17) Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. 
(18) Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo.
(19) Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad. Jesús ruega por los que creerán en él
(20) Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 
(21) para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. 
(22) La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 
(23) yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí. 
(24) Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 
(25) Oh Padre justo, aunque el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 
(26) Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos.


Reflexion personal:

¿Que hace que sea tan especial esta Oración?, son cuatro (4) razones que podemos ver:

a. Fue el hijo de Dios quién la dijo. (En el principio era el verbo...)

b. El motivo de la oración. (Padre la hora ha llegado...) 
c. El Contenido de la Oración. (Padre glorifica a tu hijo, como tu hijo te ha glorificado a ti...)
d. El Objetivo de la Oración. ( Jesús ha vencido al mundo).

Podemos ver tres (3) etapas en la oración sacerdotal de Jesús:


1. Jesús ora por si mismo: 


La oración de Jesús cuando ora por si mismo, (Juan 17: 1-5), es un momento especial de relación que él tiene con su Padre; mirando con los ojos al cielo, dando a entender que su lugar es estar con las elegidos en las moradas de Dios; es una relación muy cercana, de amor entre ambos, que comparten con el Espíritu Santo: Padre mí hora ha llegado, había llegado la hora de cumplir el propósito de porque El hijo de Dios vivio entre nosotros. Y el propósito era la salvación de muchos, y se concreta en una cruz donde la sangre de un inocente fue derramada. Pero con esa sangre bendita los pecados de muchos a través del tiempo fueron liberados y blanqueados por la sangre del hijo de Dios , el cordero que fue entregado por uno de los suyos, para que se cumplieran las escrituras. Entonces Jesús oro: " Padre glorifica a tu hijo" (Juan 17 5). Esta petición de glorificación, la hace Jesús con el único objetivo de restaurar lo que se había perdido, que el Padre Dios fuera Glorificado por el hijo de Dios, Jesús el cordero inmolado.La oración de Jesús esta basada, a favor de si mismo en :" Yo te he Glorificado" que cumple hasta la muerte y muerte de cruz.


2. Jesús ora por sus apóstoles:


Jesús ora por sus discípulos, Juan (17:6-19) en una oración de intercesión; Jesús oro por sus discípulos antes de escogerlos (Lucas 6:12); durante su ministerio (Lucas 22:31-32), En el huerto de getsemaní ( Juan 17:19) y más tarde en el cielo Romano 8: 34). De acuerdo a esta oración podemos ver la importancia que le daba Jesús a la oración intercesora y el amor que refleja el pedir al Padre por alguien que siempre estuvieron presentes  ciegos, inválidos, prostitutas, cobradores de impuesto y todo aquel que necesitará de él, para encontrar la sanidad física o espiritual; " Señor vasta que tu lo digas y mi siervo será sano, dijo el centurión romano" Esta oración nos dice el poder inmenso que tiene en los cielos cuando se pide al Padre por medio de Jesus. Es la única razón que conmueve al padre, cuando se pide en el Nombre de su hijo Jesús, nadie es defraudado cuando la fe y la confianza en Dios es el punto de inicio, en la oración de intercesión. La oración del maestro fue hecha en forma particular por los apóstoles que compartieron con el su ministerio apostólico, a los que el llamo amigos. Y su objetivo particular era la preservación de los discípulos (Guárdalos),(Santifícalos). Jesús hizo esta oración por elección ya que el amor de Dios es tan grande con del hijo por el Padre. "todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío", Jesús revela su unidad e intimidad con el Padre eterno. "El mundo los odia por que no son del mundo Y yo te pido que no los saques del mundo, sino que los guardes del maligno" Jesús preocupado por los suyos, sabe que el engañador, Satanás es un Ser de mentira que anda siempre buscando a quien engañar, contaminar con sus mentiras y dividir a los hijos de Dios en su relación con el Padre eterno.


3. Jesús ora por los que van a creer en los apóstoles:


La oración final de Jesús (Juan 17: 20-26), se refiere a los creyentes que vana creer en las palabras de los apóstoles, en otras palabras en su iglesia a través de los tiempos;Jesús sabia que su misión tendría éxito. él moriría, resucitaría y enviaría al Espíritu Santo para que la gente se convierta y pueda ver nuevamente la luz de Dios. Esa es la importancia de la oración de Jesús, que nosotros somos hijos de Dios y coherederos con Cristo nuestro hermano mayor del reino celestial; La oración Sacerdotal de Jesús va de una voz en alza en su tonalidad, su voz alcanza  los oídos de Dios y pide por los que van a creer en sus discípulos y los que se convertirán por sus palabras. 



Esta magnánima oración de Jesús, nos entrega luces de lo magnífico que fue el tener en cuenta a sus apóstoles para guardarlos del maligno, es pedida por el mismo Cristo:

"Glorifícame" Juan (17: 1-5)

"Guárdalos" Juan (17: 6-12).
"Santificalos" Juan ( 17:13-19)
"Para que sean uno" Juan (17:20-23)
"Para que vean mi gloria" Juan (17:24-26)


III parte de la práctica semanal - Vivencia


Dedicarse durante toda la semana a poner en práctica las obras de misericordia, haciéndolo en el Espíritu de Jesús, esto es, pensando que tú estás actuando “en lugar de Jesús”, como que tu persona hubiese sido suplantada por la persona de Jesús, como si tú “fueras” Jesús, como si Jesús viviese y actuase a través de ti, como si tu personalidad hubiese desaparecido y sólo actuara El.


Vivirás toda la semana alerta -casi ansioso- para ver dónde se presenta la oportunidad para realizar las siguientes obras de misericordia:


- dar de comer al hambriento (necesitados del vecindario, instituciones benéficas que se dedican a esto).


- visitar a los enfermos (familiares, vecinos, amigos, en los hospitales, pabellones donde están los enfermos terminales de VIH, cáncer… ).


- consolar a los tristes (sea por teléfono, en visita), a los que tienen problemas, a los fracasados, a los que están solos.


- enseñar al que no sabe (campañas de alfabetización, promoción cultural, catequesis).


- sustentar a los huérfanos y viudas (en el vecindario, parentela, instituciones benéficas).


- tomar el teléfono para estimular a personas deprimidas, para comunicar un poco de esperanza a los que están desesperados, alentar a los atribulados.



Me permito compartir esta corta y sencilla reflexión del diario vivir, para entender que significa, como podemos interpretar y que es actuar en lugar de Jesús.


LA SILLA


La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo.


Cuando el sacerdote llegó a la habitación encontró a este pobre hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.


¿Supongo que me estaba esperando?- preguntó el sacerdote.


No, ¿Quien es usted?-, dijo el hombre enfermo.


Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted, cuando entré a la habitación y noté la silla vacía al lado de su cama, supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo.


Ah si, la silla. ¿Le importaría cerrar la puerta? dijo el hombre enfermo. 


El sacerdote sorprendido cerró la puerta. 


El hombre enfermo le dijo: nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida le he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, como se debe orar y los beneficios que trae, pero siempre esto de las oraciones; no se...! me entra por un oído y me sale por el otro. De todos modos no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración.


Hace cuatro años, conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con JESÚS, así es como te sugiero que lo hagas. Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a JESUS sentado delante de ti. No es algo alocado el hacerlo, pues El nos dijo: "YO ESTARE SIEMPRE CON VOSOTROS”. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora.


Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado de que no me vaya a ver mi hija, pues me internaría en el manicomio.


El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era algo muy bueno lo que venía haciendo y que no dejara de hacerlo nunca. Luego hizo una oración con él. Le extendió una bendición y se fue a su parroquia.


Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó: ¿Falleció en paz?


Si, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde, me llamó y fui a verlo a su cama; me dijo que me quería mucho y me dio un beso. Cuando regresé de hacer mis compras una hora después ya lo encontré muerto.


Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes se morir se acercó a la silla que estaba al lado de la cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Que cree usted que pueda significar esto?


El sacerdote profundamente estremecido, se secó las lágrimas de emoción y le respondió: "Ojalá que todos nos pudiésemos morir de esa manera"



Revisando algunos documentos, encontré éste, que tiene mucha aplicación a nuestra vivencia semanal, donde PAULO ANDRÉ CHENSON Médico y Profesor en la Universidad en Londrina, Estado de Paraná, Brasil, creó el "MANUAL PARA LA VIDA" que puede ser aplicado por cada uno de nosotros.


EN LA SALUD:
Beba mucha agua.
Coma más de lo que nace en los árboles y en las plantas.
Viva con las 3 E’s: Energía, Entusiasmo y Empatía.
Tome 30 minutos por día para ORAR  solo.
Realice actividades que activen su cerebro.
Lea más libros.
Siéntese en silencio, por lo menos 10 minutos por día.
Duerma 8 horas por día.
Haga caminatas de 20 a 60 minutos por día y mientras camina, sonría.

EN LA PERSONALIDAD: 
No compare su vida con la de otros.
No tenga pensamientos negativos.
No se exceda.
No se vuelva demasiado serio.
No desperdicie su energía con disparates.
Sonría más.
La envidia es una pérdida de tiempo. Agradezca a DIOS por lo que posee.
Olvide cosas del pasado. Jesús ya lanzó al mar del olvido, haga lo mismo.
La vida es muy corta para odiar a alguien. PERDONE.
Haga las paces con su PASADO para no echar a perder su PRESENTE.
Nadie dirige su felicidad solo usted.
La vida es una escuela y usted está en ella para aprender. No se quede repitiendo el año.
Sonría y ría más.
No necesita ganar todas las discusiones. Sepa perder;

EN LA SOCIEDAD:
Póngase en más contacto con su familia.
Cada día dé algo bueno a otros.
Perdone todo a todos.
Pase el tiempo con personas mayores de 70 años y menores de 6 años.
Intente hacer sonreír, por lo menos a tres personas por día.
Que no le importe lo que otros piensen de usted.
En su trabajo no tomarán en cuenta cuando estuvo enfermo. No se estrese.

EN SU VIDA DIARIA:
Haga lo que es correcto.
Deshágase de lo que no es útil.
Recuerde: DIOS cura todo.
Por buena o mala que sea su situación, cambiará, todo pasa.
No importa cómo se sienta, levántese, arréglese y salga.
Lo mejor aún está por venir.
Cuando despierte en la mañana, agradezca a DIOS por la gracia de estar vivo.
Mantenga su corazón siempre feliz.


El Sermón de la Montaña




Jesús insiste en la conversión del corazón, porque esta conversión está toda ella polarizada hacia el Padre, es filial. 

1 - la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar (cf Mt 5, 23-24), 
2 - el amor a los enemigos y la oración por los perseguidores (cf Mt 5, 44-45), 
3 - orar al Padre "en lo secreto" (Mt 6, 6), 
4 - no gastar muchas palabras (cf Mt 6, 7), 
5 - perdonar desde el fondo del corazón al orar (cf, Mt 6, 14-15), 
6 - la pureza del corazón y la búsqueda del Reino (cf Mt 6, 21. 25. 33). 

San Lucas nos ha trasmitido tres parábolas principales sobre la oración:


La primera, "el amigo importuno" (cf Lc 11, 5-13), invita a una oración insistente: "Llamad y se os abrirá". Al que ora así, el Padre del cielo "le dará todo lo que necesite", y sobre todo el Espíritu Santo que contiene todos los dones.


La segunda, "la viuda importuna" (cf Lc 18, 1-8), está centrada en una de las cualidades de la oración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe. "Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?"


La tercera parábola, "el fariseo y el publicano" (cf Lc 18, 9-14), se refiere a la humildad del corazón que ora. "Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador". La Iglesia no cesa de hacer suya esta oración: "¡Kyrie eleison!".




Recomiendo dedicar 30 minutos para ver el video en Youtube (LaFeCatólica), en la voz del Padre Ignacio Larrañaga, haciendo clic en: RETIRO ESPIRITUAL (16/18 - Tiempos Fuertes), sobre los siguientes temas:

- Travesía de un rio

- Lentamente
- Cambiar?, Mejorar?
- Proceso pascual y cristificante
- Metamorfosis
- Tiempos fuertes
- Personas y Personas de Dios
- Dimensión contemplativa de Jesús

Con el bautismo nace el hombre a la gracia, con la confirmación crece, con la Eucaristía se alimenta, con la penitencia sana, con los sacramentos sociales -el orden y el matrimonio- se hace fecundo sobrenatural y naturalmente, con el óleo de los enfermos es confortado y ayudado en su tránsito a la vida eterna.


De esta manera toda la vida cristiana queda estructurada y fundamentada por los sacramentos, los cuales infundiendo la gracia a los fieles, les hace participes de la vida y por tanto de la santidad de Dios.





Siguiente Práctica Semanal: AMAR COMO JESUS AMO
(VIDA DE FRATERNIDAD)