sábado, 12 de marzo de 2016

DEJANDO HUELLA



El encuentro con mi amigo no pudo estar tan cercano a la realidad, como lo venia imaginando, hasta que sentí el fresco aire de la calle y lo congestionado de las vías mientras nos dirigíamos a su casa. Hubo un alto en el camino para comprar algunas provisiones necesarias para el momento de la celebración de este encuentro y vaya alegría la que sentí cuando al cruzar la puerta principal del supermercado,
tirado sobre el suelo, observo un billete doblado, el cual levante y pude comprobar que era un dólar. Mi amigo riendo dijo: “esa es la suerte, tal vez mas tarde encuentre billetes de cien dólares”, mensaje que nunca entendí en ese preciso momento pero me causo risa y de igual forma lo guarde en mi bolsillo, como amuleto de la buena suerte. 

Fueron muchas las palabras que hicieron recordar nuestras pasadas historias de compañeros universitarios, pero fueron muchas mas las palabras que mostraban un nuevo sendero de vida en este país, que él ya había recorrido y ahora Yo iniciaba, confundido por tanta información trataba de prestar atención a todo lo que escuchaba y participar de la emoción a pesar de tener todos los sentimientos encontrados por haber dado cumplimiento al sueño de viajar en busca de un mejor porvenir no solo para mi familia, sino también para sobresalir en una comunidad muy diferente a la nuestra. 

La mañana siguiente al despertar, noté que estoy solo en una casa extraña como preso en celda y nada de lo que esta a mi alrededor se me hace conocido, comenzando a sentir nostalgia por todo lo que deje atrás con la idea de alcanzar un sueño. Al pasar las horas y caer el día, mi amigo regresa del trabajo y se dispone a hacer todos los quehaceres necesarios para continuar con su rutina diaria, ya que además de trabajar durante el día en una factoría como asistente en el departamento contable, esta estudiando Contabilidad en las horas de la noche que le permita ejercer sus conocimientos contables adquiridos y de paso me enseña como debo enfrentar los obstáculos que a diario se presentan. 

El no poder comunicarme con otras personas, como estaba acostumbrado a hacerlo en mi ciudad, provocaba cierto grado de frustración personal, pero a su vez, mentalmente me doy animo para continuar con la vida y todo su complicado sistema en este nuevo territorio, además entendía que debía “iniciar de cero”, tal y como mi amigo me lo había expresado la noche inicial. Después de una semana de visita, de conocer la belleza natural de esta región relativamente nueva históricamente hablando de sus asentamientos, de aprender las primeras lecciones de vida en el peregrinar por culturas extrañas y tener contacto con algunas personas, decido llegar a mi destino final el próximo fin de semana. 

El cambio de una región a otra fue exagerado en todo el sentido de la palabra, pues venia de un estado bastante conservador en sus costumbres, leyes y reglamentos, demasiado extenso en vegetación y fauna, donde pequeñas poblaciones albergaban a sus habitantes en pequeñas casas de una o dos familias que a mi parecer se veían como casitas de pesebre, para encontrarme con los enormes rascacielos, torres de cemento iluminadas, congestión vehicular y amontonamientos de personas de varias razas, culturas, religiones, etc., caminar en medio de un ruido ensordecedor callejero, lo cual, hacia cuestionar mi mente y daba vuelta a la pagina para recordar, la zona congestionada y populosa de mi ciudad, donde los vendedores ambulantes ubicados unos al lado de otros, ofrecen todo tipo de mercancía para obtener el sustento diario a las interminables filas de peatones que en momentos deben abandonar el anden para transitar por la calle al lado de las colas de vehículos haciendo sonar sus pitos tratando de avanzar poco a poco en medio del congestionado tránsito. Pero bueno, era cuestión de tiempo, como ya me lo habían advertido, con el paso de los años el cuerpo humano se acostumbra a estas multitudes y a estos ruidos. 

Los días pasan y las actividades turísticas parecen interminables por tanto lugar que conocer tanto en tren subterráneo como en medio de las congestionadas vías llenas de reparaciones, aunque muy rápidas que permiten desplazamientos entre los diferentes puntos de la gran manzana y así transcurren los días para sembrar las semillas de la esperanza por un mejor mañana en una tierra extranjera añorada por muchos como la única oportunidad de sobrevivir y poder decir:

“No prepare el camino para mis hijos,
Prepare a mis hijos para el camino,
Sabia que el camino era largo y solitario,
Porque cada día es una lucha contra la adversidad,
Que con cada paso se hagan fuertes,
Para hacer un poco mas fácil llegar al destino”.

Que sabe hacer?, en que área desea trabajar?, cree que puede hacer cualquier cosa?, fueron las primeras preguntas que escuché cada vez que preguntaba donde podría encontrar un trabajo para poder subsistir, ya que mi experiencia laboral administrativa en diferentes cargos en empresas y la educación universitaria adquirida habían quedado en mi país de origen, simple y llanamente porque no eran convalidadas, ni aceptadas por el sistema que ahora hacia parte. Comenzaba a ver los primeros obstáculos en el desarrollo del sueño por un mejor bienestar y por momentos me preguntaba como iba a conseguir un trabajo sino tenia la experiencia y la capacitación requerida para desempeñarlo, además de no tener documentación o autorización para trabajar, ni hablaba fluido el idioma, aunque todas estas inquietudes surgieron a la realidad que vivía y sentía en carne propia, tarde era hoy y consideraba que las debí haber consultado antes de iniciar el viaje del sueño como parte del programa o planeamiento de todas las circunstancias posibles a suceder en casos como este. Consuelo de muchos era el refrán que decía: “Usted no es el primero, ni será el ultimo” y tal vez era cuestión de tiempo, de ser paciente y perseverante en el sueño hasta obtener buenos resultados. 

Necesitan un “lavaplatos” para la jornada del día en un restaurante en el pueblo vecino cerca de la estación del tren, era el mensaje motivador que mis oídos escuchaban y animaban mis fuerzas para iniciar una nueva etapa en mi vida. No se diga nada mas, cuando empiezo? Y a la mañana siguiente bien madrugado y puntual a las 6 a.m. estaba llenando una tarjeta de reloj para registrar el tiempo trabajado en la oficina de personal. Pase por acá, se coloca este uniforme que requiere la empresa y su compañero de trabajo le dará el resto de las indicaciones, pero podrá ser tan complicado?, si lavar platos era bien fácil (pensaba mentalmente). Nos ubicaron en una esquina de la mesa de trabajo de los cocineros frente a varios bultos de vegetales, con pelador en mano para hacerlo en menos de dos horas. Un poco confundido por la velocidad con que debía trabajar y sin una técnica sobre como hacerlo mejor, inicie la tarea con la ayuda del compañero, quien poco a poco me iba contando como eran las reglas de la compañía pero sobretodo como era el temperamento del dueño. Terminada la pelada de los vegetales, me informan que debemos organizar toda la mercancía que había llegado dentro de las respectivas neveras para que los cocineros pudieran encontrar cada cosa en su lugar y aunque parecía sencillo: abrir las cajas y sacar los productos, estos debían estar en los estantes respectivos, lo cual lo hacia un poco complicado ya que no conocía los productos, ni sus referencias, pero con la ayuda del compañero iba aprendiendo. No paso mucho tiempo cuando el volumen de cajas vacías estaba obstaculizando el paso del personal y debíamos llevarlas a una maquina compactadora de cartón para despejar el área y continuar con la organización de los productos. Pasan las horas y nos disponemos a lavar todos los utensilios usados por los cocineros en la preparación de alimentos para las horas del medio día, cuando el restaurante esta abierto al publico y vaya sorpresa por lo menos para mi, al ver que todos estaban regados en cualquier parte, no solo porque eran demasiados, sino también porque los cocineros los tiraban en cualquier lugar y en muchas ocasiones caían al suelo regando el aceite y algunas sobras de comida sobre el piso, pero a ellos no les importaba, porque al final de la jornada nosotros éramos los que limpiábamos el piso. Me dan instrucciones de cómo operar una maquina lavadora de platos automática, la cual estará a mi cargo y dependerá de la velocidad con que saque las bandejas limpias para ubicarlas en su respectivo estante y vuelva a cargar la maquina que no habrá recargo de platos sucios en espera. Las altas temperaturas del agua y el calor adherido en los platos, hacían difícil poder transportarlos en grandes cantidades como lo habían indicado, ya que mis manos no estaban acostumbradas a las altas temperaturas, pero la mente ayudaba a bloquear el sistema nervioso para no sentir el dolor de la quemadura y poder dar cumplimiento a la labor.

Es tiempo de la llegada de los Clientes al salón donde esperan impacientes por la orden que han hecho minutos antes y dentro de la cocina se inicia un alboroto, un afán, una confusión por cada una de las actividades que en forma rutinaria, todos los cocineros y demás empleados del restaurante deben realizar. Para nosotros los lavaplatos, también empezaba una carrera maratónica no fácil de ejecutar porque ahora era la velocidad de la maquina con sus ciclos de lavado, la que no avanzaba y en espera de uno y otro, al observar la banda transportadora que traía todos los utensilios sucios del salón, me daba cuenta que necesita correr en vez de caminar con el riesgo de tropezar, caer y hacer todo un desastre con los platos. Y mientras pasaban los minutos, al observar el estante de los platos limpios, comprobaba que eran muy pocos y necesitarían mas, pero como hacer? Era lo que mi mente trataba de averiguar, cuando de repente, mi compañero se pasa de estación para ayudar a evacuar todo lo que ya esta lavado por la maquina y trato de observar como el desempeña la labor para aprender sus trucos, que en ningún momento me ha dicho. 

Por un momento todo quedo tranquilo y no hay gritos de mando, era un silencio aterrador porque el cansancio físico del cuerpo no permitía tener claridad para entender que la hora mas congestionada de la jornada estaba culminando en cuanto a la preparación de los pedidos y ahora se disponían a traer todo lo sucio y cuanto había sobrado en las mesas para amontonarlo en la banda transportadora con destino a la maquina lavadora de platos. En otras palabras apenas empezaba el trabajo duro para nosotros, porque en muy pocas horas de trabajo todo debía quedar completamente limpio para dar inicio al servicio en las horas de la noche.


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