El estudio de todas las manifestaciones del espíritu
en las mentalidades colectivas, que superviven en los pueblos, se denomina
Folclor mental o espiritual. Están incluidos entre otros: mitos, espantos, creencias,
supersticiones y magia que hacen parte del folclor popular. Los mitos cuentan hechos sagrados, reales o
imaginarios, y muchas veces la explicación de fenómenos que la ciencia no ha
podido explicar, o como tendencia del hombre de atribuir sus desgracias a seres
con poderes sobrenaturales, esto, enriquecido por la imaginación de cada uno de
los pueblos que conforman nuestra geografía, así el mito describe
acontecimientos que muchas veces tocan lo sagrado, lo incomprensible, por lo
tanto son eternos en el tiempo, al pasar de generación en generación. Las
deidades populares reflejan las creencias en los espíritus protectores de las
selvas, montañas, ríos, quebradas, lagunas, cuevas, etc. Son deidades
populares, espantos, seres ultraterrenales que ofrecen explicaciones primitivas
sobre los orígenes de determinados fenómenos naturales como el viento, los
huracanes, los torrenciales, las borrascas de los ríos, las inundaciones, etc.
Los mitos antropomorfos femeninos, son aquellos donde
la mujer juega un papel importante con relación a la madre tierra, la
fertilidad, la fecundidad y la defensa de los recursos naturales. Los mitos
femeninos son seres sobrenaturales cuya misión es proteger y defender los rios,
los bosques, las cuevas, las lagunas y en general la naturaleza, ya que lucha
contra los cazadores, los pescadores, los taladores de bosques, aserradores y
todas las personas que profanan la naturaleza.
Entre los mitos más mencionados por
los arrieros de la época, tenemos:
LA MADREMONTE
Los campesinos de la colonización Antioqueña en el
occidente Colombiano, la describen como una mujer musgoza y putrefacta,
enraizada en los pantanos, que vive en el nacimiento de los riachuelos y cerca
de las grandes piedras. Toda vestida de hojas y de líquenes, vive en la
profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y lunas, le oculta
el rostro. Ese es su enigma: podemos escuchar el grito de fiera entre los
árboles, ver la silueta que se pierde en la espesura.
Otro campesinos dicen que es una mujer alta,
corpulenta, elegante y vestida de ramajes, hojas frescas, fondas, bejucos y de
musgo verde con sombrero alón cubierto de hojas y se distrae con el silbido de
las mirlas y los azulejos. Algunos han creído escucharla cuando imita el canto
de los grillos en las tardes de verano y cuando persigue las luciérnagas en las
noches sin luna.
Como vigilante de las selvas, la Madremonte cuida que
no desaparezca la lluvia y el viento, orienta los periodos de celo de los
animales del monte, grita de dolor cuando cae alguna criatura de su dominio.
Por eso, odia a los leñadores y persigue a los cazadores: a todos aquellos que
violan los recintos secretos de las montañas.
Ataca cuando hay grandes tempestades, vientos,
inundaciones y borrascas que acaban con los sembrados, las cosechas y el
ganado. Cuando la Madremonte está poseída de furia, dicen los que han padecido
su venganza, se transforma: los ojos despiden candela y con las manos de puro
hueso, se agita de rabia entre los matorrales. Algunos creen que las
inundaciones y borrascas de los ríos se debe a que la madremonte se está
bañando en el nacimiento de la quebrada e impregna las aguas con enfermedades y
transmite "el tuntún", "la culebrilla", "la
sarna" y otras epidemias.
Para prevenir el encuentro con la madremonte, los
campesinos fumaban tabaco y llevaban en sus bolsillos unas pepas de cabalonga,
medallas benditas y escapularios, bastón de guayacán y al momento del
encuentro, se le debe insultar y para que se aleje, darle fuertes latigazos con
rejo fuerte para no demostrarle temor.
LA PATASOLA
Se manifiesta como una figura con una sola pata que
termina en una pezuña de bovino colocada al revés, que al caminar desorienta a
quienes la persiguen. Es un ser mítico metamórfico que cambia según las circunstancias.
A veces como una mujer de un solo seno sobre el pecho,
ojos desorbitados, boca inmensa, colmillos felinos, nariz de gancho, cabellera
enmarañada, labios abultados, brazos muy largos y los muslos unidos a una sola
pata.
A veces como una hermosa mujer que engaña a los
hombres y los incita acercándose y alejándose hasta llevarlos a la espesura en
donde los desorienta, luego se ríe a carcajadas de ellos y se transforma en una
horrible mujer con ojos de fuego, boca desproporcionada y dientes de felino.
A veces como una bella mujer que atrae a los hombres y
los embelesa con sus caricias, cuando están en la plenitud sexual, se come toda
la carne del seductor y sólo deja los huesos limpios, pelados y regados por
todas partes.
La patasola camina en una sola pata, dando saltos
grandes con mucha rapidez, a veces, se transforma en una perra grande y negra
con orejas inmensas y otras veces como una vaca negra muy grande. Asusta cuando
se está ocultando el sol, a las orillas de los montes.
Dicen los campesinos que la patasola fue una mujer
bella muy pretendida por los hombres, pero perversa y cruel, que se dio al
libertinaje y por esto le amputaron la pierna con un hacha y la arrojaron en una
hoguera hecha con tusas de maíz. La mujer murió consecuencia de la mutilación y
desde entonces vaga por los matorrales de las montañas gritando en busca de
consuelo.
LA MUELONA
Cuentan los cronistas que en la Época de la Colonia,
se diseminaron por el país las mujeres españolas, que aunque muchas eran
buenas, el resto era de pésimos antecedentes. Algunas de estilo gitano eran
perversas corruptoras que ocasionaron perjuicios lamentables a familias
modestas, engañando niñas inocentes y arruinando a hombres que poseían
cuantiosas fortunas.
Una de tantas, con el mote de "Maga",
estableció su negocio resolviendo consultas amorosas, arreglando, o mejor,
desbaratando matrimonios, echando el naipe, leyendo las líneas de la mano, en
fin, todo lo que fueran artimañas. Cuando conoció mucha gente y tenía mucha
clientela, ensanchó el negocio con una casa de diversión; allí conquistaba
cándidas palomas y limpiaba el bolsillo de altos representantes del rey de
España, no dejando de lado "los criollo" más adinerados.
La suma de atrocidades cometidas por la pérfida mujer
fueron incontables. Ella enseñó a las jóvenes a evitar la maternidad; cayó la
ruindad en centenares de hogares; se agotaron ingentes fortunas y vino como
consecuencia la depravación, las enfermedades venéreas y esposas abandonadas.
Cuando murió la disoluta "maga", la casa se
llenó de un olor nauseabundo, hasta el punto de tener que abandonarla de
inmediato.
Una de las mujeres preferidas por la muerta se
arriesgó a quedarse aquella noche para recoger algunos utensilio, trajes y
joyas. Apenas apagó la bujía para acostarse, una bandada de vampiros, invadió
la estancia y una voz cavernosa se oyó en el dormitorio: tengo que vengarme de
los hombres jugadores y perniciosos! malditos!, !de las mujeres livianas y
descocadas! !estarán conmigo en el infierno!, !soy la muelona!.
La indefensa mujer no podía prender el candil porque
el aleteo de los quirópteros apagaban la yesca, a la vez que le azotaban la
cara. Ya desesperada y horrorizada salió gateando a la calle, para contar
alarmada lo que acababa de presenciar. Las autoridades tuvieron que prender
fuego a la casa maldita, para dar paz y tranquilidad a los vecinos quienes
vivían inquietos y mortificados con aquella casa de escándalos y vicios.
Cuentan que la muelona persigue principalmente a los
hombres enamoradizos, a los jugadores, a los maridos infieles, a los
alcohólicos y a los perversos en caminos solitarios, recodos de los caminos,
cerca de los peñascos y troncos de los árboles viejos que yacían en el suelo.
Para combatir su presencia, los campesinos debían llevar la medalla de San
Isidro "patrono de los labradores", escapulario de la Virgen del
Carmen o el Santo Rosario.
LA LLORONA
Aparece como una mujer con rostro huesudo de calavera,
ojos rojizos, cabellos desgreñados, con largas vestiduras sucias y
deshilachadas, llevando en sus brazos un niño muerto, con lloriqueos
angustiantes y profundos, gritos macabros y plañideros.
Esta desconsolada mujer llora en las hondonadas de las
quebradas, en las noches de plenilunio, en los cafetales, sementeras, en las
riberas de los rios y en la orilla de los montes.
Las lloronas o Plañideras han tenido mucha importancia
en los ritos funerarios desde la antigüedad, tales como:
En Roma se arrancaban los cabellos y se añoraban el
rostro con sus propias uñas.
En el mundo Oriental y Grecorromano, entonaban coros
de lamentaciones rituales y seguían el cortejo fúnebre.
En México, son mujeres especializadas en llorar en los
entierros, por lo cual, ellas reciben un pago como compensación a su labor.
LA MANCARITA
Es un salvaje que imita la voz del hombre, los gritos
de la mujer y el llanto de los niños para engañar y atraer a la gente, llevándosela
donde nadie pueda saber.
Se dice que es una mujer salvaje, de cabellera larga y
desgreñada, de un solo seno en la mitad del pecho, de cuerpo peludo y los pies
vueltos hacia atrás. Habita en regiones selváticas y boscosas, se acerca a las
viviendas humanas gritando en tono lúgubre y prolongado. Algunos campesinos
afirman que es muy tímida y huye cuando percibe algún ruido de gentes o animales.
Otros cuentan que existió una Rita manca que distraía
a las gentes inventando cuentos, haciendo chismes y atizando discordias, que se
dedico a vagar los montes como salvaje, creciéndole los cabellos y las uñas de
un modo extraordinario, comía raíces y frutas silvestres y huía velozmente a la
vista de la gente.
LA MADRE DE AGUA
Era una joven muy bella de cabellos de oro y ojos de
color azul, con una mirada penetrante con fuerza hipnótica de atracción, con
pies volteados hacia atrás, que perseguía a los niños a quienes llamaba con
dulzura, los atraía con ternura y amor maternal que preocupaba a los padres de
familia.
Los campesinos creen que la Madre de agua surgió de
una bella joven española que se enamoro de un apuesto joven indígena, con quien
tuvo un hijo.
Cuando el padre de la joven tuvo conocimiento del amorío
del indígena, hizo ahogar al bebe en presencia de los jóvenes enamorados e
inmediatamente mato al indígena. La bella joven "Madre y Viuda"
desesperada, se tiro al rio convirtiéndose en una deidad, apasionada por los niños
y vengativa con la humanidad.
SACERDOTE SIN CABEZA
En Colombia, el mito del padre sin cabeza es
especialmente conocido en la región de Antioquia, siendo popular en ciudades de
espíritu colonial y ambiente religioso como Santa Fe de Antioquia, Anserma,
Cartagena y Popayán, entre otras. En esta parte de la república sudamericana,
se narra que el espectro se aparece sin cabeza o con una calavera debajo del
capuchón. Quien lo ve casi siempre pierde sus facultades mentales.
Dice la tradición colombiana que se les aparece a los
hombres y mujeres que trasnochaban debajo de un árbol frondoso en el cual se
puede ver una gran puerta de un templo. La persona pasa la puerta y se
encuentra una gran sala y al final un sacerdote cantando misa en latín. Cargada
de sus pecados la persona oye atentamente, pero a la hora de la consagración,
al dar la cara, al sacerdote se lo ve sin cabeza y está chorreando sangre entre
sus manos. Despavorido el pecador huye del lugar y queda varias semanas sin
habla, al cabo de las cuales su vida ha cambiado para siempre.
En cuanto al origen del fantasma, se dice que fue un
cura que por haber revelado su religión a las personas de su pueblo, lo tomaron
por brujo, y la justicia ordenó que fuera decapitado. Otra versión, la de
Fusagasugá, dice que el padre habría sido alcanzado por las maldiciones que los
indígenas lanzaban sobre los que robaban sus tesoros, siendo el avaro cura
aficionado a desenterrar y apropiarse de sus huacas.
Distinta de esta versión, en Medellín se afirma que es
el Padre Serna, fundador del convento de los Franciscanos. Dicen que se trataba
del alma en pena de un sacerdote que mataron porque no se dejó robar la
custodia llena de hostias consagradas y que luego apareció con una sotana tan
blanca que resplandecía.
Según cuenta otra de las versiones de la leyenda, el
sacerdote sin cabeza, es el fantasma de un sacerdote que fue maldecido por Dios
por haber cometido el pecado y sacrilegio de haber tenido relaciones sexuales
con una mujer casada en el interior de una iglesia, sin haberse arrepentido en
vida de ello (en algunas otras versiones se fusiona la historia con otra
leyenda, y se cuenta que la mujer también habría sido maldita, y desde aquel
día deambularía como un ser conocido como la Mula sin cabeza). La maldición que
cayó sobre el sacerdote pecador, lo mató sin darle tiempo de confesarse, y por
ello obligó a su alma a deambular como el fantasma de una persona decapitada,
la cual ocultaría su calavera entre sus ropajes producto de la vergüenza de sus
actos.
En el pueblo de San Francisco de Sales, a unos 55km de
la ciudad de Bogotá, se encuentra un sitio conocido como La Piedra del Fraile.
La leyenda empieza en la zona selvática del cerro de Santa Elena, donde vivía
el cacique Mamankaba, quien en una noche de luna llena se encontraba con su
esposa Nube Dorada, cuando de pronto en la lejanía se observó un resplandor.
Sin pensarlo el indio y su esposa se dirigieron hasta el lugar y al llegar al
sitio encontraron una piedra de monumentales dimensiones abierta por la mitad y
en cuyo interior permanecía un fraile sin cabeza haciendo sus ritos en un altar
de oro macizo. Mamankaba quiso apoderarse del tesoro, pero inmediatamente la
piedra se cerró, dejando a ambos encerrados.
EL HOMBRE CAIMAN
Cuentan que hace mucho tiempo existió un pescador muy
mujeriego que tenía por afición espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en
las aguas del río magdalena. Previendo que podría ser descubierto entre los
arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una
pócima que lo convirtiera temporalmente en caimán, para que no sospecharan
entre las bañistas y poderlas admirar a placer. El brujo le preparó dos
pócimas, una roja que lo convertía en animal, y otra blanca que lo volvía hombre
de nuevo.
El disfrutó de algún tiempo de su ingenio, pero en una
ocasión, el amigo que le echaba la pócima blanca no pudo acompañarlo. En su
lugar fue otro que, al ver el caimán, se asustó al creer que era uno verdadero
y dejó caer la botella blanca con el preciado líquido. Antes de derramarse
completamente, algunas gotas del líquido salpicaron únicamente la cabeza de
Saúl (que así se llamaba), por lo que el resto su cuerpo quedó convertido en
caimán. Desde entonces, se convirtió en el terror de las mujeres, que no
volvieron a bañarse en el río.
La única persona que se atrevió a acercársele después
fue su madre. Todas las noches lo visitaba en el río para consolarlo y llevarle
su comida favorita: queso, yuca y pan mojado en ron. Tras la muerte de su madre,
(que murió de la tristeza por no haber podido encontrar al brujo que había
elaborado las pócimas porque había muerto), el Hombre Caimán, solo y sin nadie
que lo cuidara, decidió dejarse arrastrar hasta el mar por el río hasta Bocas
de Ceniza, como se conoce la desembocadura del río Magdalena en el mar Caribe a
la altura de Barranquilla. Desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena,
desde Plato hasta Bocas de Ceniza, permanecen pendientes para pescarlo en el
río o cazarlo en los pantanos de las riberas.
FRANCISCO EL HOMBRE
La leyenda narra que, una noche, el juglar iba como
siempre sacando algunas notas de su acordeón y cantando para hacer más ligero
el camino. De repente se dio cuenta que cada melodía que interpretaba era
respondida con una aún mejor por otro músico que no lograba divisar en la
oscuridad. Luego de casi dos horas de enfrentamiento, Francisco se encontraba
atónito por la interpretación de su contendiente, quien le estaba ganando.
Francisco decidió seguir la melodía de su adversario
hasta que por fin lo divisó entre la penumbra de la noche, sin embargo no
lograba identificar plenamente de quién se trataba. De pronto un rayo de luz de
luna penetró la penumbra y la silueta de su contendor se hizo evidente, se
trataba del diablo. Fue entonces cuando el juglar comprendió que se estaba
enfrenando en el máximo duelo, miró al cielo, y rezó el Credo al revés y entonó
la melodía más hermosa y armoniosa jamás escuchada. Ante tal despliegue de
habilidad, Satanás escapó entre las penumbras dejando como ganador del duelo a
Francisco.
EL SOMBRERON
Es un espanto de figura humana que usa ruana negra, un
sombrero de paja grandísimo que cubre su identidad y anda montado en una mula rodeado de dos enormes perros
negros furiosos, uno a cada lado, los cuales estaban cogidos por gruesas cadenas.
Dicen que se le ha visto en las montañas de Medellín, Andes
y por la orilla del río San Juan, provocando páanico y terror en todos los pobladores de la región.
EL GRITON
Es un espanto de arriería. Sus sitios favoritos son
los caminos de herradura y las colinas en las noches tranquilas; su grito es
peculiar como quien arrea mulas.
EL MANDIGA
Es de tan mala fama que se le considera como otro
Satanás. Algunos afirman haberlo visto a caballo y fumando, por las noches.
Suele aparecer en las casas de juego y de vicio. Los codiciosos lo invocan como
su protector.
LA MADRE DEL RIO
"Entre tinto y tinto tomo nota
sobre tanto que escucho y
dejo que mi imaginación reconstruya
la historia de mi pueblo"
sobre tanto que escucho y
dejo que mi imaginación reconstruya
la historia de mi pueblo"
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