miércoles, 16 de septiembre de 2015

CHAPUZÓN EN EL RÍO


El punto de encuentro acordado con anterioridad en las afueras del pueblo se va ocupando con la llegada puntual de los muchachos que tienen la intención de disfrutar de actividades en campo abierto para derrochar adrenalina en una aventura de riesgo como acostumbran hacerlo durante las tardes de vacaciones en las aguas del rio,
con un chapuzón riesgoso ya que no toman ninguna medida de precaución durante el lanzamiento al agua para evitar accidentes o lesiones físicas, como puede ocurrir al tropezar con algún objeto que flote o se encuentre en las profundidades de las aguas, ni menos que decir sobre las medidas preventivas, porque no existe ningún manual o norma de compartimiento por cumplir que sea conocido por los integrantes del grupo.

Desde el momento de iniciar la caminata hasta el rio, han tomado el camino externo de la carretera que conduce al pueblo vecino, la cual permanece congestionada de tránsito vehicular pesado y lo han hecho no solo como medida de seguridad, sino también porque deben formar una fila doble para poder avanzar mientras risas vienen y risas van, unos lanzan sus mochilas en las que llevan alimentos, mientras que otros van charlando y planeando lo que harán en el próximo paseo, pero algo seguro, es que todos han olvidado sus compromisos diarios por el día de hoy para poder disfrutar a plenitud de todo lo que hagan en el transcurso de la tarde.

Francisco y Ramón son los más conocedores del lugar debido a que son frecuentes bañistas, dirigen la marcha hasta encontrar el lugar más apropiado, pues se trata de un pedazo de corriente que se ha formado debido a la caída de muchas guaduas que cubrieron una buena parte del ancho del rio y represó las aguas para darle paso a este paraíso natural, descubierto por los muchachos a pesar de estar cubierto de árboles que dan sombra a sus cuerpos desnudos y protege de los implacables rayos de sol que de igual forma broncean y queman la piel, también se encargan de encontrar un buen punto para ubicar la grabadora de Ramón donde el sonido no se ahogue entre la espesa maleza, pero sobretodo que sea seguro para no caer al agua, ya que es un objeto bastante valioso para entretener a los muchachos.

Francisco saca de su mochila, tres grandes frascos de plástico con limonada suficiente para todos y las oculta en la orilla del rio justo donde el agua las cubre y la tierra movediza permite con facilidad hacer un hueco y colocar una piedra grande para que no se muevan con la corriente del agua y esta técnica se conoce entre ellos, como “la nevera” porque el líquido se mantendrá un poco frío a pesar de las altas temperaturas que ha estas horas del día, se mantienen vigentes y son normales para esta época del año en el pueblo.

Ramón mientras tanto, observa a unos veinte metros de distancia varios árboles de mangos, entonces decide motivar a otros dos compañeros para ir a recoger en sus propias camisetas como si fueran costales, pero al llegar se dan cuenta que los pájaros han estado consumiendo los mangos maduros que han caído al suelo y están llenos de hormigas, lo cual no deja otra opción que subirse al árbol para despegar los mangos, moviendo fuertemente las ramas más delgadas donde no pueden llegar por el peligro que representa cuando una frágil rama se quiebre con el peso del cuerpo de Ramón y caiga bruscamente al suelo, ocasionando un accidente que puede ser fatal, pero la intención de tener fruta en el menú hace que el equilibrio y las maniobras riesgosas, sean tratadas con mucha atención y así tener otra opción ya que él también había traído como su aporte al paseo varias piñas frescas y maduras listas para calmar la sed y para comer más tarde junto a los demás.

Juancho acaba de llegar al lugar en compañía de otras cinco personas: sus dos hermanas y 3 amigas de colegio de las muchachas, a las que invitó al paseo como había sido el compromiso previo, ellas aportaron diferentes dulces caseros para compartir con todos. Juan había comprado en la tienda de la esquina de su casa, varias tiras de salchichón y pan fresco suficiente para todos, pero lamentablemente olvidó comprar limones para darle el sabor y complemento apropiado al combinado, aunque de todas formas así lo consumirían.

La música suena fuerte y clara en torno a todos los asistentes al rio, quienes repiten en distintos tiempo y nota musical el coro del disco y con movimientos muy sensuales en sus cuerpos, se animan a bailar formando un solo grupo como parte de la diversión mientras pasan las horas y la intensidad del sol se reduce un poco. Mientras algunos muchachos consideran que es tiempo del baño y se lanzan al agua desde un improvisado montón de tierra que sirve de trampolín para que los más osados hagan piruetas y maniobras en el aire antes de caer al agua para ganar admiración entre las asistentes. Otras más temerarias y conservadoras de las medidas de seguridad para no correr riesgos, deciden sentarse al borde del rio donde no hay profundidad y dejar que la corriente remoje la piel de sus pies y con sus manos esparcen un poco de agua sobre sus cuerpos para evitar que los rayos solares provoquen quemaduras en su tierna piel.

Llega el momento de comer y se van ubicando unos junto a otras según el grado de relación y amistad que tienen hasta formar un círculo, aprovechando que la temperatura ha descendido un poco y la brisa golpea la piel después de varias horas de agitados movimientos, saltos y chapaleos, pretenden descansar un poco ingiriendo bebidas, frutas y algunos alimentos mientras dejan expresar sus emociones con relatos, cuentos e historias que van contando poco a poco todos los asistentes para disfrutar de una tarde de diversión y compartir los principios básicos de la amistad. Llenos por lo consumido, dejan caer sus cuerpos bronceados sobre la espesa vegetación en señal de relajación y sobretodo porque están desconectados de la realidad del mundo al que pertenecen, solo ellos sienten el poder y la rebeldía correr por sus venas y no hay nada más importante que este sublime encuentro con sus amigos de colegio. Empiezan a sentir desfallecer como si lo comido hubiere tenido incluido algún somnífero para cerrar sus ojos y dejar que las fuerzas del inconsciente controlen el cuerpo, por lo cual, se van acercando poco a poco hasta unir sus cuerpos en un solo abrazo con respirar pausado. Se escuchan algunos murmuros y palabras que no se entienden bien debido al tono de voz bajo con que se expresan, ya que son mensajes personales muy cerca del oído, que en algunas de las muchachas causan sonoras risotadas y en otras el movimiento brusco de incorporación como si algo no estuviere funcionando correctamente en medio de los diálogos, aunque a los pocos segundos, el silencio volvía a ser el elemento dominante en esta terapia de grupo.

Es tarde ya, el sol se pierde en medio de las pequeñas montañas que aunque lejanas, se conocen como grandes montones de tierra destinadas al cultivo de los productos básicos de la alimentación en la región y que al llegar la noche, parecen ser el cajón donde reposa el telón de la luz del día y desde donde la verde naturaleza pasiva pero constantemente observa el transcurrir del pueblo.

De regreso al pueblo muchos desean repetir la experiencia lo más pronto posible, entonces se escuchan propuestas de visitar el fin de semana a los compañeros que viven al otro lado del pueblo para ir por la carrilera hasta otro lugar conocido “muy bueno” para pasar la tarde, a la misma hora y la plazoleta, aunque fatigados, picados de los insectos, sedientos, con las ropas húmedas, formados en doble fila, cantando, riendo y avivando en sus corazones (algunos de ellos), incipientes fuertes latidos de amor, anhelan llegar a casa para tomar un fresco baño de agua fría que baje la temperatura del cuerpo y descansar la noche entera en espera de una nueva aventura al día siguiente.



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