Una tarde paseaban Francisco y Carlos por la orilla del rio, como acostumbraban hacerlo en tardes calorosas para entretener la mente con el pasar de las aguas, mientras observaban las diferentes basuras contaminantes y animales de rapiña que viajan posados sobre sus presas flotantes en descomposición, que el cauce del rio arrastra demostrando su poderío y soberbia natural, observaron en la distancia a una mujer caminar solitaria por el puente,
la cual reconocieron inmediatamente como Yolanda (amiga de adolescencia que vivía al otro lado), pues aunque ella era de figura esbelta, elegante al vestir, abundante y hermosa cabellera, lo sabía y alardeaba de ello, pero por alguna extraña razón la soledad siempre la rodeaba, a pesar que todas las noches Yolanda mas conocida entre los adolescentes del pueblo como “Yola”, miraba la estrella que más brillaba y le preguntaba: ¿Dónde esta mi media naranja?. Pero era una pregunta que siempre quedaba sin respuesta una y otra vez.
El tiempo pasaba
inexorable y ella se preguntaba el motivo por qué su búsqueda de encontrar el
hombre de sus sueños era estéril. Por todo ello, un día decidió acudir a una
consulta exotérica con un sabio, y con una mirada fija, éste le dijo: ¿Cómo vas
a encontrar tu media naranja si aún no has saboreado la tuya?. Lo cual,
ocasionó una fuerte sacudida en el temperamento de la mujer, que desconcertada
y dudosa no alcanzaba a entender el comentario que dijo el sabio.
Después el sabio
miró sus manos y observó que tenía manos de artista, y mentalmente se pregunto:
¿pero era artista?. A lo que de inmediato, se puso a buscar sus cualidades,
inquietudes y dotes artísticas, pero se pudo dar cuenta que todas estas
aptitudes estaban dormidas en su mente.
Luego el sabio
miro los zapatos de la muchacha y pudo observar que aún estaban como nuevos; no
había desgaste en sus suelas y brillaban limpios a pesar del polvo que había en
el camino, a lo que me cuestiono sobre las distancias recorridas, sobre cuantos
caminos he andado buscando mis metas y del porque no están sucios. Después de
una larga charla, Yolanda pudo comprobar como el sabio tenia razón, ya que la
búsqueda de nuestra media naranja, comienza en nuestro propio interior y cómo
iba a encontrar mi media naranja, si la mía era totalmente desconocida. Por ese
motivo jamás la reconocería aun si tuviera al príncipe azul de mis sueños en
frente.
Francisco y
Carlos apresuran el paso para tratar de llegar al mismo tiempo cuando Yolanda
termine de cruzar el puente, aprovechando esta oportunidad de buena suerte que
les da hoy la vida, porque no la acompaña Pilar, su hermana mayor, la cual
tiene un carácter bastante fuerte y son reconocidas en el pueblo no solo por
sus habilidades para el baile sino también porque son las hijas de “la mujer
del vampiro”.
Todo se debe a
que su mamá Doña Carlota hace unos veinticinco años atrás, tuvo contacto con un
misterioso hombre vampiro, tal como ella mismo lo narró: “Una noche de fin de
semana salimos a dar una vuelta por las calles del pueblo y después de cruzar
el puente en compañía de mis amigas de diversión, me encontré con Pedro un
amigo de la familia muy interesante que me invitó a escuchar música en un bar y
encantada acepté.” Después de varias horas de diversión, de buena música, de
buena conversación en compañía de Pedro, ella se dirige al baño de damas y se
confunde entre la multitud del lugar. Los minutos transcurren y Pedro un poco
inquieto trata de observar la fila para el ingreso al baño, pero no puede
identificar a “Tesa” (como cariñosamente la llama) tal vez, por la poca
luminosidad del lugar o quizás por la poca estatura que ella posee, lo cual,
hace que sea cubierta fácilmente por otras personas de mayor estatura y decide
esperar un poco más de tiempo, pues recuerda que las mujeres gastan mucho
tiempo en la organización y sobretodo en el retoque al frente de un espejo y
tal vez, es la razón de la demora. Mientras suena un tema musical y otro más,
él se da cuenta que ha pasado mucho más tiempo de lo normal y acto seguido se
levanta y va hasta el baño de las damas para averiguar lo que está ocurriendo,
pero para su propia sorpresa, dentro del baño no hay ninguna persona haciendo
uso del lugar y al preguntarle a algunas personas que están ubicadas cerca al
pasillo, no obtiene respuesta positiva y decide sentarse y esperar a que
aparezca nuevamente su amiga “Tesa”, pero su ansiedad lo lleva a tratar de
obtener una respuesta para tener la seguridad de que ella aún quiere compartir
más tiempo con él en el bar.
La noche avanza
y la espera ha hecho desbordar adrenalina por todos los poros del cuerpo hasta
reventar la paciencia del solitario acompañante que en horas tempranas pensó
disfrutar de una buena compañía en un día especial, pero que al final, todo se
consumió en un simple sueño y ahora se dispone a retirarse del lugar para
buscar a Carlota en alguno de los tantos establecimientos de diversión del
pueblo, quizás con la compañía de otras personas. Pedro entra y sale de cada
lugar donde él considera que pueda verla, llegando a pensar que quizás si
encuentra a sus amigas, le puedan dar una respuesta sobre ella, pero
lamentablemente, nada de lo que da vueltas en su cabeza tiene sentido y peor
aún, no puede ubicar a las amigas de Carlota. No quedando otra opción posible,
Pedro decide como último recurso ir hasta la casa de ella al otro lado del
puente, para informar a sus familiares sobre la desaparición, sobretodo porque
varias personas lo habían visto en compañía de ella en el bar y si algo ocurrió
él sería el primer sospechoso.
Acababa de pasar
el puente a paso apresurado y cerca a un frondoso árbol a pocos metros de la
casa de Carlota, alcanza a distinguir a un persona apoyada que llora como en
espera de ayuda y entonces se acerca un poco más para identificarla, con la
fortuna de encontrarla bastante exaltada y temblorosa por el terror ocasionado
con una misteriosa situación de atracción que tuvo, mientras estaba en la fila
para ingresar al baño.
Que pasó Tesa?,
Porque salió del bar sin avisarme?, Está bien o quiere que la lleve al
hospital?, fueron varias de las preguntas que hizo entre las muchas más que
tenía en mente, para que ella explicara todo lo ocurrido esa noche.
Carlota con voz
jadeante, las manos bastante temblorosas y palabras entrecortadas comienza su
relato, diciendo: “Cuando iba para el baño de damas, observé junto a la cabina
de música a un hombre desconocido muy apuesto, elegantemente vestido y de
manera especial se acercó a mí, mientras esperaba el turno para darme una rosa
blanca que llevaba en su mano (de manera muy extraña) porque no mencionó
ninguna palabra, parecía como si fuera mudo, pero su apariencia personal no
demostraba temor o violencia, por el contrario, su agradable olor a fragancia
natural, provocaba mucha confianza en todos sus movimientos y comportamientos,
a lo cual, Yo acepté recibir la rosa blanca porque pensé que la había comprado
a un vendedor de rosas callejero que recién había pasado ofreciéndolas de mesa
en mesa y era su forma de colaborarle, también porque el blanco es el color de
la pureza y de la inocencia que están unidas al amor, además es el color
elegido por las novias para su ramos de flores el día de la boda y todo esto me
pareció muy tierno, bonito y me ilusionó antes de entrar al baño con ella”.
Pero el llanto de Carlota, interrumpe su palabra y espera un momento para
continuar.
“Después, cuando
regresaba a la mesa, nuevamente me encontré con el extraño hombre, quién
extendió su mano en señal de saludo y Yo le brindé la mía en respuesta a su
caballerosidad, pero en el mismo instante que me besó la mano, un fuerte y
estremecedor movimiento se produjo dentro de mi cuerpo que hizo elevar mi
temperatura corporal y empecé a sentir grandes gotas de sudor que recorrían mi
rostro y al pasar por mi boca, sellaban mis labios, impidiéndome hablar y
haciendo lento mi caminar hasta sentir que doblaba mis rodillas y caía postrada
a sus pies. Sentí como él, con sus fuertes brazos me levantaba y suavemente
posaba sobre su pecho mi cuerpo débil y derretido de encanto por su perfume,
para salir conmigo del lugar, sin que nadie se diera por enterado, ya que no
podía gritar o pedir auxilio. Cuando pude abrir un poco mis ojos, reconocí la
luz de los faroles y los cables del puente, como si me estuviese llevando
cargada en sus brazos de regreso a mi casa, en el otro lado del puente y me
preguntaba aturdida, como era posible que supiera donde Yo vivía?, pero al
llegar a la mitad del puente, se detuvo y con todo el cuidado y la delicadeza
posible de quién carga algo frágil, me descargó sobre las tablas del piso.”
Carlota un poco más calmada, porque reconoce a Pedro, se abraza fuerte a su
pecho y toma un segundo aire, para seguir con el relato.
“Cuando estuve
de frente a él en medio del puente, sentí una fuerte atracción física que como
imán hacia que mis labios besaran los suyos y mis manos apretaran fuertemente
su espalda, pero él no estaba interesado en besar mis labios, sino que
constantemente besaba mi cuello y ese movimiento provocaba en mí, una sensación
difícil de contener, hasta que empecé a sentir que con sus dientes trataba de
morder mi piel. En estos momentos, la brisa sopló fuerte y un ruido raro se
produjo a nuestras espaldas, como si alguien más nos estaba mirando, a lo cual,
inmediatamente reaccioné y por un impulso que no puedo explicar, empecé a
correr por el puente en dirección a mi casa buscando ayuda, aunque todavía no
podía gritar hasta llegar a este árbol y eso fue todo lo que recuerdo”,
puntualizó Carlota, quién pidió a Pedro, la acompañara hasta la puerta de la
casa y no contar nada de lo ocurrido esa noche a nadie.
Una tarde estaba
Carlota sentada en una silla de madera descansando de los oficios de la casa en
el portón de su casa, cuando pasaban un grupo de varias gitanas, vendiendo
jarras de cobre, artesanías de tela y ofreciendo leer la mano para adivinar el
futuro y la buena suerte. Las gitanas insistentes crean en la mente de Carlota,
la curiosidad de conocer como será su futuro y acepta extender su mano para
conocer el resultado de la lectura. Con gestos muy confusos y hablando en un
lenguaje extraño, la gitana se detiene por un momento y con cara de asombro
mira fijamente a los ojos de Carlota y le pregunta: “Señora, tiene Usted
marido?”, confusa por la pregunta de la gitana, ella responde: “No, por qué?”
“Porque está
embarazada y todos sus hijos serán hembras, Usted está poseída por una fuerza
diabólica para satisfacer el placer de los hombres”, dijo la gitana.
Nerviosa por
esas palabras, Carlota le menciona a la gitana que no entiende nada de lo que
significan esas palabras y como va a tener hijos, sino tiene marido.
“Ya es muy tarde
para combatir esa fuerza diabólica, que depositó en ti toda la materia
necesaria para crear hijas de generaciones en generaciones”, respondió la
gitana.
Carlota decide
bruscamente retirar la mano y buscar el dinero que debe pagarle a la gitana,
con la idea de que se retire y no le siga diciendo nada de lo que ella no desea
escuchar y la dejó bastante preocupada.
TEMA SIGUIENTE: MI MEDIA NARANJA
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