Más de la mitad de la
composición química del ser humano es agua, variando la distribución según los
tejidos corporales, siendo el músculo el tejido que de mayor contenido. El
organismo necesita del agua para funciones muy diversas por lo que se considera
esencial para la vida.
El agua es el
elemento estructural de la célula, ejerce funciones reguladoras participando
como medio de transporte en la linfa, sangre, orina, sudor, jugos digestivos,
etc. Interviene en la
regulación de diversas reacciones químicas que se dan en el organismo y por su
puesto en el mantenimiento de la temperatura corporal.
Las fuentes de agua más importantes
son las bebidas y los alimentos, entre los que destacan las frutas y entre
ellas el melón, con más del 80% de agua en su composición. El melón, una frutas
de la que se puede disfrutar casi todo el año, es un hidratante ideal, con la
ventaja de su bajo aporte calórico, por lo que se puede consumir en la cantidad
deseada sin temor a ingerir un exceso de calorías ni de azúcares. Por ello,
está especialmente indicado en dietas de control de peso y dietas con control
específico de los hidratos de carbono, como la diabetes.
En esta fruta destaca la riqueza en beta-caroteno, en mayor cantidad en las variedades de pulpa naranja. El beta-caroteno o provitamina A, convierte al melón en una fruta de consumo contribuye a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer.
En esta fruta destaca la riqueza en beta-caroteno, en mayor cantidad en las variedades de pulpa naranja. El beta-caroteno o provitamina A, convierte al melón en una fruta de consumo contribuye a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer.
Por su aporte de
provitamina A y vitamina C, su consumo se recomienda especialmente a quienes
tienen un mayor riesgo de sufrir carencias de dichas vitaminas: personas que no
toleran los cítricos, el pimiento u otros vegetales, que son fuente casi
exclusiva de vitamina C en nuestra alimentación; para quienes deben llevar a
cabo una dieta baja en grasa y por tanto con un contenido escaso de vitamina A
o para personas cuyas necesidades nutritivas están aumentadas. Algunas de estas
situaciones son: periodos de crecimiento, embarazo y lactancia materna. Así
mismo, el tabaco, el abuso del alcohol, el empleo de ciertos medicamentos, el
estrés, las defensas disminuidas, la actividad física intensa, el cáncer y el
Sida y las enfermedades inflamatorias crónicas disminuyen el aprovechamiento y producen
mala absorción de nutrientes.
El melón es una de
las frutas más ricas en potasio, cuya deficiencia en la población es rara pero
puede ser una consecuencia secundaria debida al alcoholismo, dietas
hipocalóricas, trastornos de la conducta alimenticia, quemaduras, fiebre,
traumatismos, etc. La abundancia en este mineral y en agua, la convierten en
una fruta diurética por excelencia, y por tanto recomendable para quienes
sufren de hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón y retención
de líquidos. No obstante, quienes padecen insuficiencia renal y requieren
dietas especiales controladas en este mineral, deberán restringir el consumo de
melón.
El origen del melón
es muy impreciso, algunos autores afirman que el melón es oriundo de Asia
Central, mientras que otros sitúan su origen en el continente africano.
Se han encontrado
representaciones de este fruto en tumbas egipcias del 2.400 a.C. En la
antigüedad fue descrito como la obra maestra de Apolo y alabado por ser una
fruta tan beneficiosa como el sol. En el siglo III, los manuales de
horticultura romanos daban instrucciones sobre su cultivo. En aquella época, se
servía la fruta espolvoreada con almizcle para acentuar su delicado sabor. Una
antigua creencia árabe dice que "el que sacie su estómago con melones se
llenará de luz". Los melones aparecieron en Francia a finales del siglo XV
y fueron consumidos en grandes cantidades por la corte donde se servían en
forma de pirámides y se acompañaban de moscatel. Colón los introdujo en el
continente americano. En aquella época su tamaño no era mayor al de una
naranja, pero a lo largo de los siglos se han expandido tanto en tamaño como en
tipos.
Las variedades de melón se
caracterizan por poseer frutos uniformes en cuanto a calidad y producción,
alargados y con un peso comprendido entre 1,5 y 2 kilos. Su pulpa es blanca
amarillenta, compacta, crujiente y muy dulce, aunque poco aromática. La corteza
es de color verde y muy fina, en ocasiones reticulada. Las variedades albergan
en su cavidad central centenares de semillas de color amarillo pálido. Su sabor
es dulce y refrescante.
Cómo elegirlo y
conservarlo
Es durante los meses
de verano, desde julio hasta septiembre, cuando se cosechan los melones cultivados
al aire libre, cuidando que el fruto esté completamente maduro y haya
desarrollado el sabor y aroma dulce tan particular.
En el mercado es
conveniente escoger los melones que sean duros y sin marcas, con una retícula
gris regular.
Los que tienen la piel muy verde han sido recogidos antes de tiempo. Cuando están maduros tienen un olor dulce y delicado muy característico; si no tienen fragancia hay que dejarlos madurar a temperatura ambiente durante unos cuantos días.
Los que tienen la piel muy verde han sido recogidos antes de tiempo. Cuando están maduros tienen un olor dulce y delicado muy característico; si no tienen fragancia hay que dejarlos madurar a temperatura ambiente durante unos cuantos días.
Para saber si un
melón está maduro, hay que tomarlo entre las manos con firmeza. Si al presionar
suavemente la base, el lado opuesto a la mata, cede un poco, significa que está
bien maduro. Los ejemplares que están pasados pueden estar pegajosos al
tocarlos. Si es posible sacudir ligeramente el melón antes de comprarlo y se
oye un chapoteo, significa que está demasiado maduro y que ha comenzado a
deteriorarse.
Hay que rechazar
cualquier fruta que sea demasiado blanda, que parezca presentar cicatrices o
muestre manchas húmedas sobre la piel. Si el pedúnculo tiene señales de
podredumbre, también es una mala señal.
El melón maduro se ha
de consumir lo antes posible, ya que se deteriora con suma rapidez. Una vez
abierto, conviene guardarlo en la nevera cubierto con un film transparente, ya
que desprende un olor muy fuerte y absorbe fácilmente el sabor de otros
alimentos. Si está entero, se puede meter en el frigorífico tan solo una o dos
horas antes de servirlo, ya que el melón frío resulta muy refrescante.