sábado, 12 de marzo de 2016

SEGUNDO INTENTO


Son las 5 de la tarde cuando llega el guía al hotel y me dice que esta noche iniciaremos la caminata mas temprano usando otra ruta diferente a la de la noche anterior, aunque con características muy similares porque esta seguro que las autoridades van a estar ocultas esperando en ese lugar la llegada de nuevos grupos,
ya que el numero de personas capturadas fue abundante y no quiere mas tropiezos, además me dice que desea llegar antes del amanecer al otro país aprovechando el cambio de guardia, lo cual, da la posibilidad de no encontrar mucha vigilancia en el área y de esta forma iniciamos el recorrido en un auto bastante deteriorado que le esperaba en la calle desde el hotel hasta las afuera de la ciudad por una carretera poco transitada y en un lugar determinado se detuvo a la señal del guía, estacionando al borde de la misma. 

Caminamos unos doscientos metros entre zona verde, lo que parecía ser una extensa hacienda agrícola de la región hasta un punto alto donde nos sentamos a observar las autopistas congestionadas que conectaban los diferentes puntos de la ciudad, a descansar y a consumir barras dulces acumulando energías que mas tarde necesitaríamos para nuestro recorrido, mientras Yo en silencio elevaba mis plegarias al Dios creador tal y como mi abuela me había enseñado.

Apenas empezó a perder luminosidad el día, se paro y con un apretón de manos, deseo suerte en este nuevo intento de cruce, comenzando a caminar sigilosamente hasta encontrar la orilla de un pequeño y poco profundo arroyo, el cual seguimos bastante tiempo su curso hasta un punto donde lo dejamos para luego, internamos en una zona bien poblada de arboles, lo cual, era perfecto para evitar las luces del helicóptero que por poco casi nos descubre la noche anterior. Pasaban las horas y la adrenalina empezaba a fluir, porque en la distancia se escuchaban ladridos de perros, que recordaban el control de vigilancia de las autoridades y de alguna manera alertaban de nuestra presencia. La noche está bien oscura debido al reporte meteorológico con pronostico de una tormenta con relámpagos, truenos y rayos, que de alguna forma es benéfico para nosotros porque según el guía, el control de las autoridades sobre la frontera disminuye un poco, pero aumenta demasiado el peligro para nosotros porque una caída, nos puede lastimar; un rayo nos puede matar; el agua al mojar nuestras ropas puede ocasionar resfríos y problemas de hipotermia en nuestro cuerpo, además los animales salvajes en las zonas boscosas están bastante alerta tratando de buscar refugio. 

Para mis adentros, mientras caminaba empapado por la lluvia que empezaba a caer, pensaba que esta ruta estaba mejor, porque si bien era mas larga en distancia y durante el paso de una llanura que bien parecía una cancha deportiva con un prado muy bonito tuvimos que cruzar a la velocidad de la luz, en otros tramos del recorrido, caminábamos tan lento que cada paso que dábamos estaba controlado y así nuestra integridad física estaba asegurada, además porque no habíamos visto a otros caminantes desde el momento en que iniciamos, hasta que alcance a observar luces de carros en una carretera muy congestionada que cruzaban a altas velocidades a pesar del aguacero que estaba cayendo, acercándonos hasta que llegamos al bordo de la misma, a lo que el guía dijo con cierto tono de alegría reflejado en su rostro: solo falta cruzar esta carretera y llegamos, entonces nos dispusimos a cruzar los carriles de la autopista, mientras que Yo no tenia noción del tiempo, ya que me parecía que había sido demasiado corto el camino, quizás porque no tuvimos ninguna presión. 

Veía una y otra vez mas, como los carros pasaban tan rápido que no entendía la técnica de poder cruzar entre ellos según me explicaba el guía una y otra vez, porque él insistía que de la concentración de los dos al momento de cruzar, dependía la vida de nosotros mismos, pero se trataba de la puntada final de este tejido camino hacia el sueño que había iniciado días antes y estaba dispuesto a dar todo por cumplirlo. Con una nueva oración, bendición y sujetando en mi mano derecha la camándula ofrecida al señor de los milagros para la protección del caminante que un familiar me había regalado en mi ciudad natal como preámbulo de buen augurio y defensa en los peligros del camino, con los sentidos puestos en el cruce y las fuerzas llevadas al extremo, cruzamos en medio del rápido transito vehicular y casi sin aire, con la presión cardiaca a punto de fallecer, logramos llegar sanos y salvos al otro extremo de la vía con reproches de algunos conductores que tocaban el pito de sus carros, tal vez en protesta por el arriesgado cruce que hacíamos o quizás para alertar a las autoridades de nuestra presencia.


La luz de un nuevo día inicia su aparición y el cansancio físico por el esfuerzo no se deja ocultar, cuando de repente un poco mas adelante estacionado al borde de la autopista como si presentara fallas mecánicas, pues recuerdo claramente que tenia la tapa del motor alzada, tal vez para no dar sospechas de que nos espera, reconozco al viejo y destartalado auto que la tarde anterior nos traslado desde el hotel hasta el camino cerca al cruce y mientras abordamos, el conductor en un rápido accionar enciende el motor e inicia la marcha hasta un pueblo cercano donde llegamos, recuerdo haber tomado un refrescante baño y me deje caer sobre un colchón que estaba en el suelo de un cuarto desocupado a dormir durante todo el día, hasta cuando en las horas de la noche, el guía me despertó para despacharme con rumbo a mi destino intermedio, donde un viejo amigo compañero de estudios, el cual estaba dispuesto a alojarme por varios días mientras llegaba a mi destino final.


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