domingo, 28 de septiembre de 2014

5. MITOS Y LEYENDAS

El estudio de todas las manifestaciones del espíritu en las mentalidades colectivas, que superviven en los pueblos, se denomina Folclor mental o espiritual. Están incluidos entre otros: mitos, espantos, creencias, supersticiones y magia que hacen parte del folclor popular. Los mitos cuentan hechos sagrados, reales o imaginarios, y muchas veces la explicación de fenómenos que la ciencia no ha podido explicar, o como tendencia del hombre de atribuir sus desgracias a seres con poderes sobrenaturales, esto, enriquecido por la imaginación de cada uno de los pueblos que conforman nuestra geografía, así el mito describe acontecimientos que muchas veces tocan lo sagrado, lo incomprensible, por lo tanto son eternos en el tiempo, al pasar de generación en generación. Las deidades populares reflejan las creencias en los espíritus protectores de las selvas, montañas, ríos, quebradas, lagunas, cuevas, etc. Son deidades populares, espantos, seres ultraterrenales que ofrecen explicaciones primitivas sobre los orígenes de determinados fenómenos naturales como el viento, los huracanes, los torrenciales, las borrascas de los ríos, las inundaciones, etc.
Los mitos antropomorfos femeninos, son aquellos donde la mujer juega un papel importante con relación a la madre tierra, la fertilidad, la fecundidad y la defensa de los recursos naturales. Los mitos femeninos son seres sobrenaturales cuya misión es proteger y defender los rios, los bosques, las cuevas, las lagunas y en general la naturaleza, ya que lucha contra los cazadores, los pescadores, los taladores de bosques, aserradores y todas las personas que profanan la naturaleza. 

Entre los mitos más mencionados por los arrieros de la época, tenemos:

LA MADREMONTE
Los campesinos de la colonización Antioqueña en el occidente Colombiano, la describen como una mujer musgoza y putrefacta, enraizada en los pantanos, que vive en el nacimiento de los riachuelos y cerca de las grandes piedras. Toda vestida de hojas y de líquenes, vive en la profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y lunas, le oculta el rostro. Ese es su enigma: podemos escuchar el grito de fiera entre los árboles, ver la silueta que se pierde en la espesura.

Otro campesinos dicen que es una mujer alta, corpulenta, elegante y vestida de ramajes, hojas frescas, fondas, bejucos y de musgo verde con sombrero alón cubierto de hojas y se distrae con el silbido de las mirlas y los azulejos. Algunos han creído escucharla cuando imita el canto de los grillos en las tardes de verano y cuando persigue las luciérnagas en las noches sin luna.
Como vigilante de las selvas, la Madremonte cuida que no desaparezca la lluvia y el viento, orienta los periodos de celo de los animales del monte, grita de dolor cuando cae alguna criatura de su dominio. Por eso, odia a los leñadores y persigue a los cazadores: a todos aquellos que violan los recintos secretos de las montañas.
Ataca cuando hay grandes tempestades, vientos, inundaciones y borrascas que acaban con los sembrados, las cosechas y el ganado. Cuando la Madremonte está poseída de furia, dicen los que han padecido su venganza, se transforma: los ojos despiden candela y con las manos de puro hueso, se agita de rabia entre los matorrales. Algunos creen que las inundaciones y borrascas de los ríos se debe a que la madremonte se está bañando en el nacimiento de la quebrada e impregna las aguas con enfermedades y transmite "el tuntún", "la culebrilla", "la sarna" y otras epidemias.
Para prevenir el encuentro con la madremonte, los campesinos fumaban tabaco y llevaban en sus bolsillos unas pepas de cabalonga, medallas benditas y escapularios, bastón de guayacán y al momento del encuentro, se le debe insultar y para que se aleje, darle fuertes latigazos con rejo fuerte para no demostrarle temor.

LA PATASOLA
Se manifiesta como una figura con una sola pata que termina en una pezuña de bovino colocada al revés, que al caminar desorienta a quienes la persiguen. Es un ser mítico metamórfico que cambia según las circunstancias.
A veces como una mujer de un solo seno sobre el pecho, ojos desorbitados, boca inmensa, colmillos felinos, nariz de gancho, cabellera enmarañada, labios abultados, brazos muy largos y los muslos unidos a una sola pata.
A veces como una hermosa mujer que engaña a los hombres y los incita acercándose y alejándose hasta llevarlos a la espesura en donde los desorienta, luego se ríe a carcajadas de ellos y se transforma en una horrible mujer con ojos de fuego, boca desproporcionada y dientes de felino.
A veces como una bella mujer que atrae a los hombres y los embelesa con sus caricias, cuando están en la plenitud sexual, se come toda la carne del seductor y sólo deja los huesos limpios, pelados y regados por todas partes.
La patasola camina en una sola pata, dando saltos grandes con mucha rapidez, a veces, se transforma en una perra grande y negra con orejas inmensas y otras veces como una vaca negra muy grande. Asusta cuando se está ocultando el sol, a las orillas de los montes.
Dicen los campesinos que la patasola fue una mujer bella muy pretendida por los hombres, pero perversa y cruel, que se dio al libertinaje y por esto le amputaron la pierna con un hacha y la arrojaron en una hoguera hecha con tusas de maíz. La mujer murió consecuencia de la mutilación y desde entonces vaga por los matorrales de las montañas gritando en busca de consuelo.

LA MUELONA
Cuentan los cronistas que en la Época de la Colonia, se diseminaron por el país las mujeres españolas, que aunque muchas eran buenas, el resto era de pésimos antecedentes. Algunas de estilo gitano eran perversas corruptoras que ocasionaron perjuicios lamentables a familias modestas, engañando niñas inocentes y arruinando a hombres que poseían cuantiosas fortunas.
Una de tantas, con el mote de "Maga", estableció su negocio resolviendo consultas amorosas, arreglando, o mejor, desbaratando matrimonios, echando el naipe, leyendo las líneas de la mano, en fin, todo lo que fueran artimañas. Cuando conoció mucha gente y tenía mucha clientela, ensanchó el negocio con una casa de diversión; allí conquistaba cándidas palomas y limpiaba el bolsillo de altos representantes del rey de España, no dejando de lado "los criollo" más adinerados.
La suma de atrocidades cometidas por la pérfida mujer fueron incontables. Ella enseñó a las jóvenes a evitar la maternidad; cayó la ruindad en centenares de hogares; se agotaron ingentes fortunas y vino como consecuencia la depravación, las enfermedades venéreas y esposas abandonadas.
Cuando murió la disoluta "maga", la casa se llenó de un olor nauseabundo, hasta el punto de tener que abandonarla de inmediato.
Una de las mujeres preferidas por la muerta se arriesgó a quedarse aquella noche para recoger algunos utensilio, trajes y joyas. Apenas apagó la bujía para acostarse, una bandada de vampiros, invadió la estancia y una voz cavernosa se oyó en el dormitorio: tengo que vengarme de los hombres jugadores y perniciosos! malditos!, !de las mujeres livianas y descocadas! !estarán conmigo en el infierno!, !soy la muelona!.
La indefensa mujer no podía prender el candil porque el aleteo de los quirópteros apagaban la yesca, a la vez que le azotaban la cara. Ya desesperada y horrorizada salió gateando a la calle, para contar alarmada lo que acababa de presenciar. Las autoridades tuvieron que prender fuego a la casa maldita, para dar paz y tranquilidad a los vecinos quienes vivían inquietos y mortificados con aquella casa de escándalos y vicios.
Cuentan que la muelona persigue principalmente a los hombres enamoradizos, a los jugadores, a los maridos infieles, a los alcohólicos y a los perversos en caminos solitarios, recodos de los caminos, cerca de los peñascos y troncos de los árboles viejos que yacían en el suelo. Para combatir su presencia, los campesinos debían llevar la medalla de San Isidro "patrono de los labradores", escapulario de la Virgen del Carmen o el Santo Rosario.

LA LLORONA
Aparece como una mujer con rostro huesudo de calavera, ojos rojizos, cabellos desgreñados, con largas vestiduras sucias y deshilachadas, llevando en sus brazos un niño muerto, con lloriqueos angustiantes y profundos, gritos macabros y plañideros.
Esta desconsolada mujer llora en las hondonadas de las quebradas, en las noches de plenilunio, en los cafetales, sementeras, en las riberas de los rios y en la orilla de los montes.
Las lloronas o Plañideras han tenido mucha importancia en los ritos funerarios desde la antigüedad, tales como:
En Roma se arrancaban los cabellos y se añoraban el rostro con sus propias uñas.
En el mundo Oriental y Grecorromano, entonaban coros de lamentaciones rituales y seguían el cortejo fúnebre.
En México, son mujeres especializadas en llorar en los entierros, por lo cual, ellas reciben un pago como compensación a su labor.

LA MANCARITA
Es un salvaje que imita la voz del hombre, los gritos de la mujer y el llanto de los niños para engañar y atraer a la gente, llevándosela donde nadie pueda saber.
Se dice que es una mujer salvaje, de cabellera larga y desgreñada, de un solo seno en la mitad del pecho, de cuerpo peludo y los pies vueltos hacia atrás. Habita en regiones selváticas y boscosas, se acerca a las viviendas humanas gritando en tono lúgubre y prolongado. Algunos campesinos afirman que es muy tímida y huye cuando percibe algún ruido de gentes o animales.
Otros cuentan que existió una Rita manca que distraía a las gentes inventando cuentos, haciendo chismes y atizando discordias, que se dedico a vagar los montes como salvaje, creciéndole los cabellos y las uñas de un modo extraordinario, comía raíces y frutas silvestres y huía velozmente a la vista de la gente.

LA MADRE DE AGUA
Era una joven muy bella de cabellos de oro y ojos de color azul, con una mirada penetrante con fuerza hipnótica de atracción, con pies volteados hacia atrás, que perseguía a los niños a quienes llamaba con dulzura, los atraía con ternura y amor maternal que preocupaba a los padres de familia.
Los campesinos creen que la Madre de agua surgió de una bella joven española que se enamoro de un apuesto joven indígena, con quien tuvo un hijo.
Cuando el padre de la joven tuvo conocimiento del amorío del indígena, hizo ahogar al bebe en presencia de los jóvenes enamorados e inmediatamente mato al indígena. La bella joven "Madre y Viuda" desesperada, se tiro al rio convirtiéndose en una deidad, apasionada por los niños y vengativa con la humanidad.

SACERDOTE SIN CABEZA
En Colombia, el mito del padre sin cabeza es especialmente conocido en la región de Antioquia, siendo popular en ciudades de espíritu colonial y ambiente religioso como Santa Fe de Antioquia, Anserma, Cartagena y Popayán, entre otras. En esta parte de la república sudamericana, se narra que el espectro se aparece sin cabeza o con una calavera debajo del capuchón. Quien lo ve casi siempre pierde sus facultades mentales.
Dice la tradición colombiana que se les aparece a los hombres y mujeres que trasnochaban debajo de un árbol frondoso en el cual se puede ver una gran puerta de un templo. La persona pasa la puerta y se encuentra una gran sala y al final un sacerdote cantando misa en latín. Cargada de sus pecados la persona oye atentamente, pero a la hora de la consagración, al dar la cara, al sacerdote se lo ve sin cabeza y está chorreando sangre entre sus manos. Despavorido el pecador huye del lugar y queda varias semanas sin habla, al cabo de las cuales su vida ha cambiado para siempre.
En cuanto al origen del fantasma, se dice que fue un cura que por haber revelado su religión a las personas de su pueblo, lo tomaron por brujo, y la justicia ordenó que fuera decapitado. Otra versión, la de Fusagasugá, dice que el padre habría sido alcanzado por las maldiciones que los indígenas lanzaban sobre los que robaban sus tesoros, siendo el avaro cura aficionado a desenterrar y apropiarse de sus huacas.
Distinta de esta versión, en Medellín se afirma que es el Padre Serna, fundador del convento de los Franciscanos. Dicen que se trataba del alma en pena de un sacerdote que mataron porque no se dejó robar la custodia llena de hostias consagradas y que luego apareció con una sotana tan blanca que resplandecía.
Según cuenta otra de las versiones de la leyenda, el sacerdote sin cabeza, es el fantasma de un sacerdote que fue maldecido por Dios por haber cometido el pecado y sacrilegio de haber tenido relaciones sexuales con una mujer casada en el interior de una iglesia, sin haberse arrepentido en vida de ello (en algunas otras versiones se fusiona la historia con otra leyenda, y se cuenta que la mujer también habría sido maldita, y desde aquel día deambularía como un ser conocido como la Mula sin cabeza). La maldición que cayó sobre el sacerdote pecador, lo mató sin darle tiempo de confesarse, y por ello obligó a su alma a deambular como el fantasma de una persona decapitada, la cual ocultaría su calavera entre sus ropajes producto de la vergüenza de sus actos.
En el pueblo de San Francisco de Sales, a unos 55km de la ciudad de Bogotá, se encuentra un sitio conocido como La Piedra del Fraile. La leyenda empieza en la zona selvática del cerro de Santa Elena, donde vivía el cacique Mamankaba, quien en una noche de luna llena se encontraba con su esposa Nube Dorada, cuando de pronto en la lejanía se observó un resplandor. Sin pensarlo el indio y su esposa se dirigieron hasta el lugar y al llegar al sitio encontraron una piedra de monumentales dimensiones abierta por la mitad y en cuyo interior permanecía un fraile sin cabeza haciendo sus ritos en un altar de oro macizo. Mamankaba quiso apoderarse del tesoro, pero inmediatamente la piedra se cerró, dejando a ambos encerrados.

EL HOMBRE CAIMAN
Cuentan que hace mucho tiempo existió un pescador muy mujeriego que tenía por afición espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en las aguas del río magdalena. Previendo que podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que lo convirtiera temporalmente en caimán, para que no sospecharan entre las bañistas y poderlas admirar a placer. El brujo le preparó dos pócimas, una roja que lo convertía en animal, y otra blanca que lo volvía hombre de nuevo.
El disfrutó de algún tiempo de su ingenio, pero en una ocasión, el amigo que le echaba la pócima blanca no pudo acompañarlo. En su lugar fue otro que, al ver el caimán, se asustó al creer que era uno verdadero y dejó caer la botella blanca con el preciado líquido. Antes de derramarse completamente, algunas gotas del líquido salpicaron únicamente la cabeza de Saúl (que así se llamaba), por lo que el resto su cuerpo quedó convertido en caimán. Desde entonces, se convirtió en el terror de las mujeres, que no volvieron a bañarse en el río.
La única persona que se atrevió a acercársele después fue su madre. Todas las noches lo visitaba en el río para consolarlo y llevarle su comida favorita: queso, yuca y pan mojado en ron. Tras la muerte de su madre, (que murió de la tristeza por no haber podido encontrar al brujo que había elaborado las pócimas porque había muerto), el Hombre Caimán, solo y sin nadie que lo cuidara, decidió dejarse arrastrar hasta el mar por el río hasta Bocas de Ceniza, como se conoce la desembocadura del río Magdalena en el mar Caribe a la altura de Barranquilla. Desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena, desde Plato hasta Bocas de Ceniza, permanecen pendientes para pescarlo en el río o cazarlo en los pantanos de las riberas.

FRANCISCO EL HOMBRE
La leyenda narra que, una noche, el juglar iba como siempre sacando algunas notas de su acordeón y cantando para hacer más ligero el camino. De repente se dio cuenta que cada melodía que interpretaba era respondida con una aún mejor por otro músico que no lograba divisar en la oscuridad. Luego de casi dos horas de enfrentamiento, Francisco se encontraba atónito por la interpretación de su contendiente, quien le estaba ganando.
Francisco decidió seguir la melodía de su adversario hasta que por fin lo divisó entre la penumbra de la noche, sin embargo no lograba identificar plenamente de quién se trataba. De pronto un rayo de luz de luna penetró la penumbra y la silueta de su contendor se hizo evidente, se trataba del diablo. Fue entonces cuando el juglar comprendió que se estaba enfrenando en el máximo duelo, miró al cielo, y rezó el Credo al revés y entonó la melodía más hermosa y armoniosa jamás escuchada. Ante tal despliegue de habilidad, Satanás escapó entre las penumbras dejando como ganador del duelo a Francisco.

EL SOMBRERON
Es un espanto de figura humana que usa ruana negra, un sombrero de paja grandísimo que cubre su identidad y anda montado en una mula rodeado de dos enormes perros negros furiosos, uno a cada lado, los cuales estaban cogidos por gruesas cadenas. 
Dicen que se le ha visto en las montañas de Medellín, Andes y por la orilla del río San Juan, provocando páanico y terror en todos los pobladores de la región.

EL GRITON
Es un espanto de arriería. Sus sitios favoritos son los caminos de herradura y las colinas en las noches tranquilas; su grito es peculiar como quien arrea mulas.

EL MANDIGA
Es de tan mala fama que se le considera como otro Satanás. Algunos afirman haberlo visto a caballo y fumando, por las noches. Suele aparecer en las casas de juego y de vicio. Los codiciosos lo invocan como su protector.

LA MADRE DEL RIO
Los indios chaimas querían agua y para ello se propusieron llevar las aguas de un manantial hasta su caserío después de consultar con el pinché. Este les dijo: “para mí es muy fácil hacer lo que pedís, yo con solo mandarlo ya queda hecho; pero debo advertirlos que esa agua tiene su madre, esta madre es un serpiente y muy feroz”. Entonces los indios desistieron de su intento.


"Entre tinto y tinto tomo nota
sobre tanto que escucho y
dejo que mi imaginación reconstruya
la historia de mi pueblo"

Página siguiente:  5.1. Mitos y leyendas