jueves, 16 de febrero de 2017

RESPIRACIÓN

La respiración no debe ser forzada sino calmada. Los que fuerzan la respiración, elevan los hombros y el tórax. Así respiran los nerviosos. Lo contrario es lo correcto. Primero relájate por completo y expulsa el aire a fondo. Después, sin forzar nada, los pulmones por sí mismos se llenarán de aire. 
Es conveniente inspirar por la nariz, para que se filtre y se caliente el aire antes de llegar a los pulmones. La aspiración, en cambio, puede hacerse con la boca entreabierta.

Ejercicio de respiración para serenarse

1. Respiración abdominal es la respiración más relajante, trae sosiego y tranquilidad. En síntesis se trata de lo siguiente: se hinchan simultáneamente el abdomen y los pulmones, y se vacían también a la vez. Debe ser una respiración lenta, suave, silenciosa, sumamente tranquila y nunca forzada. 

Sentado en un sofá, o en una silla, después de expulsar todo el aire de los pulmones con una fuerte espiración con la boca abierta, comienza la fase de inspiración dilatando el abdomen y, en seguida, casi de modo simultáneo, la parte inferior del pecho y, en seguida, la parte superior como en un "crescendo", siguiendo con atención todo ese movimiento. No hay necesidad de alzar los hombros, gesto que denotaría alguna tensión, la columna vertebral se endereza por sí misma y la cabeza también. 

Y, ahora, comienza la frase espiradora contrayendo primero el abdomen, después los pulmones hasta la parte más alta del tórax. Se expulsa completamente el aire viciado contrayendo, con lentitud y de manera continua, los músculos del bajo vientre, y éstos impulsan al diafragma que se eleva, ayudando a vaciar por completo los pulmones. Se mantiene esta contracción por un par de segundos, luego se deja que los músculos del abdomen se relajen suavemente y que el abdomen vuelva a su estado normal. 

De nuevo, se comienza a aspirar o inspirar. Todo este ejercicio tendrá una duración de cinco (5) minutos en total. Es esencial seguir con atención el movimiento del aire, al que se siente y se dirige. Es, pues, una respiración sentida, consciente y concentrada. Por eso mismo, podemos afirmar que se trata de un excelente ejercicio de concentración. 

Al principio es difícil evitar que se produzca un cierto estado de tensión o de obsesión pero, después de un entrenamiento asiduo, pronto se experimentará apaciguamiento y calma. Puede practicarse sentado, acostado o de pie. Recuerda que la espiración es bastante más lenta que la inspiración. 

Nota: es obvio que estos ejercicios tienen que ir intercalados de pausas muy largas, largas o breves. 

Técnicas de olvido para serenarse

Es impresionante como sufre la gente por las obsesiones y las fijaciones (complejos de culpabilidad, negros recuerdos, temores infundados, aprensiones, sombras oscuras, fantasmas, fijaciones por hechos negativos y personas hostiles...). Todo se les clava en la mente y no consiguen eliminarlos. ¡Cuánta gente agoniza de tristeza y angustia por estas cosas! Aquí entregamos unos ejercicios que, practicados asiduamente, te darán facilidad para liberarte de esos espectros: 

a) Piensa en un fuerte disgusto a tu vida. Cierra los ojos e imagina que pasas por un prado verde. A cierta altura saca de dentro de ti el disgusto y lo entierras bajo un metro de tierra. Y allí queda el disgusto para siempre. 

b) Piensa en otro disgusto que te obsesiona negativamente. Cierra los ojos e imagina que llegas a la orilla del mar y allí está esperándote un ángel con una barca. Extrae de tus entrañas el disgusto y deposítalo en la barca. El ángel parte con esa carga mar adentro mientras tú te quedas en la orilla. Y contemplas cómo el ángel se aleja hasta altamar donde ata una piedra a tu disgusto y lo lanza a lo profundo del océano. Tu disgusto queda sepultado en las profundidades para siempre. 

c) Piensa en otro recuerdo desagradable. Encendemos una gran hoguera en el patio y echamos ese recuerdo al fuego como negro carbón. A los pocos minutos, el fuego ha transformado el recuerdo en una oscura humareda que asciende al cielo hasta que se evapora en las alturas. Minutos más tarde, el humo se ha desvanecido por completo, el cielo está azul. 

d) Concentrado y con los ojos cerrados, imagina que desde tu garganta baja el número 1 hasta el estómago, en cuyo extremo derecho se clava. Después, baja el número 2 y se clava junto al número 1, luego el número 3, el número 4, el número 5. Tú te colocas en el centro. A continuación, baja el número 6 que se clava a tu izquierda. Luego, los demás números hasta el número 10 inclusive, que quedan clavados en el extremo izquierdo de tu estómago. Ahora, tranquilamente, vas retirando los cinco números impares comenzando por la izquierda. Después, los otros cinco números pares. Al final, también tú desapareces. 

e) Colócate ante cuatro (4) o cinco (5) objetos y nómbralos en alta voz. Cierra los ojos, y comenzando por el último objeto, retíralos mentalmente, uno por uno, arrojándolos a tus espaldas. Delante de ti no queda nada. Colócalos de nuevo mentalmente delante de ti, y otra vez hazlos desaparecer. 

f) Imagina a tres amigos tuyos en una pantalla. Retira primero a uno, luego a otro y finalmente al tercero. Vuelve a colocarlos en la pantalla y a retirarlos. Esta operación la puedes repetir varias veces. 

g) Esa historia dolorosa cuélgala en la parte trasera del furgón del tren. El tren se pone en marcha. En la medida en que se aleja, tu historia dolorosa es cada vez más pequeña. Un poco después diminuta, casi imperceptible, hasta que no se ve nada de ella. El tren se ve todavía pero, finalmente, también desaparece. 

Has comenzado a liberarte, si avanza con paciencia por estas rutas, si practica con asiduidad algunos de estos ejercicios, se esfumarán muchas de tus angustias, las obsesiones se las llevará el viento, las ansiedades huirán en desbandada, volverán a tus aleros la calma y la serenidad, te visitará aquella anhelada tranquilidad de la mente, te sentirás cada vez más dueño de tu mundo, y habrá un cielo azul y noches estrelladas todos los días de tu vida, lo que anhelo de todo corazón. 


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