miércoles, 21 de diciembre de 2016

SINCERIDAD


Diciembre 19

Meditación del Cuarto día de la novena de navidad dedicado a la SINCERIDAD.

La Navidad es la época adecuada para hacer una gran fiesta en la que acogemos a Jesús como luz verdadera que viene a este mundo, que nos aleja de las tinieblas y nos mueve a aceptar a Dios como camino, verdad y vida. Si nos mostramos tal cual somos en la realidad, de esta manera, logramos el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades, pero también de nuestras debilidades para que los demás nos quieran y acepten como somos.


Un día el “Pobre de Nazaret” estaba iluminado por la inspiración, era su día, el día del diluvio pero diluvio de amor. De hecho, fue uno de los días más dichosos de su vida y continuaba hablando a todos los que se reunían atentos para escuchar sus palabras:
— “Como las plantas necesitan del sol, vosotros necesitáis de su amor. He visto con frecuencia una cicatriz en la frente de vosotros: es el lenguaje de la angustia, que dice: ¿qué comeremos?, ¿cómo nos vestiremos?, ¿dónde dormiremos?. Escuchad, son necesidades primarias, y hay que trabajar.
Así que, manos a la obra, empuñemos la sierra, la garlopa, el cepillo, las mazas, los martillos, las hoces, las azadas, las redes, y vámonos al embate del pan de cada día. Lucha, sí; pero lucha con paz. . ., trabajo, sí; pero trabajo con alegría. Las espinas negras de la zozobra y de la inquietud deben salir del corazón como clavos oxidados y arrojadlas en las manos del Padre”. —

Antes de que salgamos al encuentro de Él, porque ya salió Él al encuentro de nosotros. Antes de que abráis vosotros la boca para pedir algo, Él ya está inquieto por lo que vosotros necesitáis. Aunque siempre hayáis oído hablar de un Dios vestido de relámpagos, hoy vais a sentir que el vasto mar de su amor os llama eternamente a su seno; y en noches de tempestad tendremos tertulias familiares en el hogar, junto al fogón, y de nuevo nos reiremos y seremos felices.

Pedir y dar perdón con sinceridad, porque el Señor Jesús nos pide perdonar, como aparece en la oración al Padre Nuestro:
“perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden”. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios.

Sólo en la verdad somos libres como lo anunció Jesucristo y sólo sobre la roca firme de la verdad puede sostenerse una relación en las crisis y los problemas. Con la sinceridad nos ganamos la confianza y con la confianza llegamos al entendimiento y la unidad. El amor nos enseña a no actuar como los egoístas y los soberbios que creen que su verdad es la Verdad.

¿Noto en mí, que me esfuerzo por aparecer ante los demás de modo distinto de cómo me veo a mi mismo?
¿Es mi trato para con los demás, sincero y amable?

Cuándo defiendo una opinión en las discusiones, busco:
¿Aparecer como el mejor y más inteligente?
¿Reconocer mis errores cuando me lo indican?


¡Oh lumbre de Oriente sol de eternos rayos
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!,
¡Niño tan precioso dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus labios!,
¡ven a nuestras almas!, ¡ven no tardes tanto!