viernes, 18 de septiembre de 2015

ABRIENDO CAMINO


Era Jueves en la mañana cuando la auxiliar de vuelo preguntó con voz pausada ¿Señor, que desea comer? y antes de responder, observe por la ventanilla del avión para estar seguro que no estaba soñando, que era una realidad y que viajaba hacia la tierra de lo desconocido, con la esperanza del sueño Americano.
La travesía de países extranjeros apenas iniciaba y el primer punto de apoyo, era la Capital (D.F.) donde lo único en común con mis costumbres era el idioma y con algunas indicaciones recibidas (grabadas en mi mente) de parte de amigos que ya conocían la ruta del peregrino, advertían de los peligros y abusos que se corrían sin importar la condición migratoria en caso de ser descubierto por la policía, me abría camino entre la multitud que se movía con seguridad y paso apresurado hasta llegar al modulo de información preguntando por la siguiente conexión aérea que debía tomar inmediatamente para llegar al Puerto turístico mas visitado sobre el Pacífico, la segunda zona económica más importante del estado, el tercer puerto más importante del país, por lo cual, yo hacia parte de ese privilegiado grupo de turistas al observar el tradicional aspecto del viejo pueblito pintoresco con sus calles empedradas y sus casas con techos de teja roja; en la belleza natural de la Bahía de Banderas rodeada por las imponentes montañas de la Sierra Madre y sus aguas profundas calurosas, refrescantes dependiendo de la estación y en la maravillosa biodiversidad que alberga, donde pueden admirarse lagunas y pájaros durante todo año, mientras que las ballenas y delfines juguetean en la bahía durante algunos meses al año. Hay pescado para cocinarse en ceviche o asado en parrillas y los peces de vívidos colores pueden ser admirados buceando bajo de la superficie del agua de la bahía. En las colinas, el bosque tropical da la bienvenida a motociclistas, jinetes a caballo, ciclistas montañeses y exploradores cruzando los arroyos y refrescándose en fosas formadas por sus cascadas, aprendiendo a distinguir arboles entre las higueras y los coloridos, frondosos: parotas y amapas. Durante los meses de verano, en las playas, por la noche, las tortugas marinas ponen sus huevos. Después de haber disfrutado de la naturaleza y todos los encantos de esta pintoresca ciudad, llego al hotel para tomar un merecido descanso y continuar con la jornada programada para el día siguiente.

A temprana hora en la mañana estaba mezclado entre turistas que abordaban el primer avión con destino a la frontera, la ciudad más poblada y más importante del estado, conocida entre otros epítetos, como “La esquina de América Latina”, dado que es la ciudad más occidental de Latinoamérica y su lema es: Aquí empieza la patria; con lo cual, sentía alegría en mi corazón porque veía cada día que estaba mas cerca el sueño de hacerlo realidad. 

No podía perder tiempo en consultar a ninguna persona mucho menos a las autoridades (como me lo habían recalcado mis amigos) sobre cualquier duda que tuviese porque no había confianza y sobretodo que era visitante y me delataba la pronunciación del español con acento paisa. Tomar un taxi y dirigirme al hotel, fue la acción mas sencilla, aunque bastante cuestionado durante el camino recorrido por el conductor, quien deseaba saber si yo viajaba con destino al norte ya que el tenia conexiones especiales para cruzar la frontera, a lo cual, en todo momento respondía que no iría al norte, solo quería estar un par de días de descanso conociendo la ciudad así como ya lo había hecho en el Puerto y luego regresaría a mi país, mientras tanto me mantenía entretenido al observar todo el paisaje alrededor, después de un tiempo considerable, llegamos a la puerta del hotel y con amable gesto y cierta consideración al tratarme como un extranjero, el conductor entrega mi maleta al botón del hotel y vuelve a recordarme que no dude en buscarlo si necesito cruzar al norte, entregándome una tarjeta con el numero telefónico donde lo puedo ubicar.

Cumplidos los tramites protocolarios de ingreso y llenado de la papelería respectiva, me acompaña al cuarto asignado en el segundo piso en frente de la recepción, el botón del hotel, quien después de dar las instrucciones necesarias sobre el correcto uso de los servicios, también me informa que tiene una persona conocida especializada en cruzar la frontera, si yo necesito algo puedo decirle mientras este de turno y me recomienda no visitar algunos sitios de la ciudad en altas horas de la noche, por mi seguridad personal. A todo el interrogatorio siempre respondía que Yo estaba de turismo y que solo quería conocer la ciudad fronteriza pero que regresaría a mi país, ya que solo tenia dos semanas de vacaciones en la empresa para la cual trabajaba. 

Eran las 6 de la tarde del día sábado y después de un refrescante baño con agua fría, salgo del hotel en busca de un lugar cercano donde comer y después de caminar algunas pocas calles, encuentro varios restaurantes de comida rápida donde el olor incitaba a degustar de su comida, a pesar de lo reducido en espacio y de lo bullicioso que era, debido al alto volumen de la música, el sonar de los pitos de los carros que transitaban por la congestionada avenida y por varios anunciadores callejeros que informaban sobre el menú de otros lugares. Pero no había muchas opciones para elegir tal vez por el desconocimiento del lugar en cuanto a su cultura y alimentación, pero sobretodo por la advertencia que me hizo el botón del hotel sobre el bienestar y mi seguridad personal. Haciendo uso de mi instinto personal, decidí comer en un pequeño restaurante sentado en frente del mostrador con vista a la calle y cerca de la caja registradora como una medida de seguridad, lo cual, llamo la atención de la propietaria, porque en mi afán de comer algo, pedí un plato que estaba cocinado a base de chiles picantes y al consumir el pedazo inicial, sentí quemar mi garganta y no podía respirar con facilidad, por lo que la señora del lugar, inmediatamente acudió a mi con un vaso de agua para tratar de calmar la sensación de fuego y explicarme que como extranjero debía aprender sobre la alimentación para que no pasara dificultades.

De regreso al hotel, pude observar con mayor detalle, las condiciones socio-económicas vividas por algunas personas que un día llegaron a este lugar con la idea de cruzar la frontera con destino al norte y terminaron consumidas por el licor y las drogas para sobrevivir en una guerra del día a día, nuevamente el botón del hotel recuerda ofrecerme los servicios de un especialista para cruzar al norte por un buen precio y deseándome las buenas noches, cierra la puerta principal en espera de mas huéspedes.

Al medio día del Domingo, decido salir a comer en dirección contraria a la del día anterior, tratando de buscar una opción diferente y tal vez algo mas parecido a mi acostumbrada comida, con la suerte de encontrar un restaurante típico con comida internacional con un sazón muy familiar a mi paladar y vaya llenura que me produjo esa bandeja de frijoles, arroz, carne, aguacate, huevo y tortillas. Para bajar la llenura, evitando una molestia estomacal camino las calles conociendo el área y llego hasta la playa, donde mas de cien personas estaban aglomeradas junto a una barrera que definía la frontera territorial con la Unión de estados americanos en espera de poder pasar nadando mar adentro y luego regresar buscando la costa americana un poco mas adelante para salir y cruzar las montañas, situación que a mi parecer me parecía muy arriesgada y bastante ingenua ya que los guardias costeros estaban fijos en una torre de control a un distancia considerable y los iban a ver, pero a pesar de mi apreciación personal, muchos eran los que se lanzaban al agua con la idea de cruzar la frontera. Después de un buen rato en el lugar y debido al intenso calor, camino de regreso al hotel con la idea de descansar un poco y tener fuerzas para mi próxima aventura.

En las horas de la tarde y con la información que me da el recepcionista del hotel sobre la ubicación de una iglesia católica para visitar y dar gracias a Dios por los favores recibidos, logro llegar con el tiempo justo para el inicio de la misa y tratar de ubicarme dentro del templo, era una tarea bien compleja, porque la cantidad de personas que asistían era en numero mayor a la que estaba acostumbrado a ver en mi país y porque algunos fieles llevaban muchos canastos llenos de productos para la venta callejera que durante el día habían realizado y porque algunas madres tenían a sus hijos menores en brazos, pero la idea era hacer un poco de devoción orando por todos los favores recibidos y buscando la protección divina con la iluminación del camino en cada paso del diario vivir. Después de anunciar el sacerdote que podíamos ir en paz, decido quedarme un poco mas dentro de la iglesia para orar con devoción como me había enseñado la abuela, de rodillas y con los ojos cerrados para tener concentración y mucha convicción, de repente un hombre se sienta en la banca delante de mi, con muchos gestos y manipulaciones exageradas a mi parecer, inicia sus oraciones en un tono de voz alto, las cuales, yo no podía reconocer. Al termino de mis oraciones, enciendo una lámpara en frente de la imagen de la virgen de Guadalupe y camino afuera de la iglesia, me encuentro de nuevo con el señor que oraba enseguida de mi, el cual me cuenta que es extranjero y esta viajando desde hace mucho tiempo pasando los diferentes países desde Centro América con destino al norte, pero que ya no tiene dinero para pagar el coyote y poder cruzar. 

Un poco preocupado por la inseguridad y llegando a pensar que se podía tratar de un truco para agredirme y atracar, le dije: “lamento no poderlo ayudar, porque no conozco como funciona el paso de la frontera, no soy de acá, porque Yo estoy de paseo y pronto regresare a mi país, pero si a Usted le parece, lo invito a comer al restaurante típico donde podemos compartir un poco sobre su aventura", a lo cual, el forastero acepto y rápidamente nos encaminamos hasta el lugar seleccionado. La conversación se extendía debido a que cada historia de su atormentada vida que mencionaba, estaba conectada con varios relatos mas que lo hacían debilitar por algunos instantes pero después de tomar un poco de aire, retomaba la palabra en su natural lenguaje que por algunos momentos lo hacían confundir. 

Es hora de regresar al hotel para descansar y momento de la despedida, deseándole mucha suerte en su travesía, pero sobretodo que Dios lo proteja y dándole de inmediato las pocas monedas que me habían devuelto en el restaurante típico como ayuda por lo menos para que comprara algo para beber y extendió la mano como despedida y símbolo de solidaridad en su hazaña.



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