viernes, 18 de septiembre de 2015

EL TIEMPO ES EL TESORO MAS VALIOSO


Un día en las horas de la tarde, algunos de los amigos más allegados a Don José fueron a visitarlo al hogar con la idea de sorprenderlo, pero fueron ellos los que quedaron sorprendidos al ver como él mismo, había organizado su cuarto con libros, una cama, una mesa y una silla, de forma sencilla pero agradable a la vista, reflejando el orden, la pulcritud y la buena presentación que siempre lo había caracterizado.
¿Dónde están sus muebles? le preguntaron los amigos visitantes. Y rápidamente, Don José respondió con otra pregunta: ¿Y dónde están los suyos?
      
Sorprendidos responden: ¿Los muebles nuestros?, pero si nosotros estamos acá solamente de visita.
      
Yo también, concluyó Don José sonriendo y agregando que la vida en la tierra es solamente temporal, pero algunas personas viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices, porque el valor de las cosas no está en el tiempo de duración, sino en la intensidad con que suceden. 

Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables, personas incomparables y quiero decir que:
 “No importa qué modelo de auto uses; lo importante es a cuánta gente llevaste.
   No importa los metros cuadrados de tu casa; lo importante es a cuánta gente recibiste en ella.
   No importa la marca de la ropa en tu armario; lo importante es a cuántos ayudaste a vestir.
   No importa cuan alto era tu sueldo; lo importante es si vendiste tu conciencia para obtenerlo.
   No importa cuál era tu título; lo importante es si hiciste tu trabajo con lo mejor de ti.
   No importa cuántos amigos tenías; lo importante es cuánta gente te consideraba su amigo.
   No importa en qué vecindario vivías; lo importante es cómo tratabas a tus vecinos.
   No importa el color de tu piel; lo importante es la pureza de tu interior”.
      
Don José con tono de voz emotivo, logra con esta introductoria reflexión, hacer que sus amigos, expresen sentimientos encontrados sobre el verdadero significado de la amistad y de lo que representa la felicidad. Y como si hubiera sido un regaño, más que una reflexión, se puede apreciar en los rostros de los amigos visitantes un cierto desconcierto, pero al final de cuentas, todos aceptan estas palabras tal y como las expresó Don José porque ellos así lo conocían y lo admiraban por esa capacidad de análisis metódico, selectivo y lleno de experiencias logradas a través del paso de los años.
      
Don José continua dirigiendo la charla con sus amigos y dice que recordó haber leído en un libro de historia (hace mucho tiempo pasado) sobre Alejandro Magno unas frases que le dejaron huella, por todo el contenido filosófico que ellas enseñaban y se trataba de un comunicado en el cual Alejandro encontrándose al borde de la muerte menciona sus tres últimos deseos:
   1. Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.
   2. Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba y
   3. Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd a la vista de todos.
      
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones y él explicó:
   En el primer deseo: “Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así demostrar que ellos no tienen, ante el hecho de la muerte, el poder de revivir a los difuntos”.
   En el segundo deseo: “Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales conquistados y adquiridos en la tierra, aquí permanecerán”.
   En el tercer deseo: “Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan entender al verlas, que venimos con las manos vacías y con las manos vacías nos vamos de este mundo, cuando se nos termina el más valioso tesoro de nuestra vida, que es el tiempo.

Al momento de morir nada material te llevas, aunque creo que las buenas acciones que hagamos en beneficio de los mas necesitados, son una especie de cheque al portador que quizás no se alcance a cambiar, ya que el tiempo es el tesoro más valioso que tenemos porque es limitado y aunque podemos producir más dinero y bienes materiales, no podemos hacer lo mismo con el tiempo, es por eso que cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar. Por eso es que el mejor regalo que le puedes dar a alguien: es tu tiempo y se le regala a la familia, a alguien especial o a un buen amigo.
      
Por lo anterior, Don José en su peculiar estilo de decir las cosas, mencionó: “gracias amigos por venir hoy a visitarme, por acompañarme en los momentos más desolados de mi vida, por compartir tantas horas de buenas conversaciones entre viejos amigos y por entender que el tiempo es corto.”

Con paso lento pero seguro, debido a su torpe caminar por las dolencias musculares y las deformaciones que han provocado la artritis, poco a poco se acerca Don Ulises al grupo de visitantes para saludarlos, ya que él es una persona muy sociable, de fácil expresión verbal, bastante ilustrado en las artes y literatura, con una memoria envidiable y sobretodo con un carisma especial para comunicarse con los demás. Lo primero que hace Don Ulises, es darle a cada uno de los visitantes, la señal de la santa cruz como una bendición de bienvenida y como característica muy particular que él tenia cada vez que se encontraba con alguien y los demás lo consideraban un sacerdote frustrado. De forma inmediata Don Ulises participa en la conversación haciendo referencia al tiempo:
      
   "Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, 
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
   Con el tiempo comprendes que solo quien es capaz de amarte con tus defectos, 
sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
   Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos son contados 
y valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.
   Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, 
pero perdonar es solo de almas grandes.
   Con el tiempo aprendes que si has herido a un amigo duramente, 
muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
   Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona, 
es irrepetible.
   Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, 
tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados.
   Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, 
porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes.
   Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen, 
ocasionará que al final no sean como esperabas.
   Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, 
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante."
      
Don Ulises expresó que desafortunadamente para los que ya no estamos juntos, solo con el tiempo y por todos los momentos buenos y malos que nos toco vivir y a todos con los que ahora estoy pasando momentos geniales, gracias por estar y recuerden estas palabras:


“El hombre se hace viejo muy pronto y sabio demasiado tarde, 
justamente cuando ya no hay tiempo.”
      
Don José aprueba el filosófico contenido que encierra la frase que su compañero de hogar acaba de mencionar, no solo con un movimiento de su cabeza, sino que es el primero en comenzar a aplaudir como señal emotiva de sabiduría y añade que es preferible que compartas conmigo algunos minutos de tu limitado tiempo, que estreches suavemente mi mano ahora que estoy vivo y no que pases toda una noche entera al lado de mi frio cuerpo cuando yo muera. 

Prefiero que hagas una sola llamada y me regales una sola flor ahora que estoy vivo y no que emprendas un inesperado viaje para enviar un hermoso ramo cuando yo muera. 

Prefiero que me digas unas cuantas palabras de aliento y escucharte un poco nervioso diciendo lo que sientes por mi ahora que estoy vivo y no un desgarrador poema acompañado con un gran lamento porque no lo dijiste a tiempo, cuando yo muera.
Prefiero escuchar un solo acorde de guitarra y disfrutar de los más mínimos detalles ahora que estoy vivo, y no una conmovedora serenata llena de grandes manifestaciones populares cuando yo muera. Prefiero que elevemos al cielo una oración ahora que estoy vivo y no una misa cantada y un político epitafio sobre mi tumba cuando yo muera.
      
Entre frase, verso y poema, el tiempo avanza y se hace tarde, aunque los visitantes están encantados y como adormecidos por tanta sabiduría que brota de esta conversación con dos personajes que realmente son dignos de admiración y respeto, es la hora de la despedida en espera de que muy pronto se vuelva a repetir esta oportunidad de aprender y recopilar tantas enseñanzas de vida.



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