miércoles, 16 de septiembre de 2015

REUNIÓN EN EL PARQUE


Era un día de semana bastante caloroso que no se aguantaba dentro de la casa. “El Sol está tan fuerte, que derrite un chicle y ¿Usted piensa salir a caminar a esta hora?.”
Fue el comentario con impresión de pregunta, que hizo la madre a su hijo mayor Alejandro, en el mismo momento en que salía con destino al parque del pueblo donde por compromiso social, se reunían cada tarde, después de terminar la jornada escolar diurna, a la cual, asistían todos los muchachos adolescentes vecinos y “parceros” en busca de la verdad, tratando de descubrir el porque y para que del sentido de la vida. Aunque otros devotos de las teorías psicológicas del desarrollo juvenil en adolescentes, mencionaran que ellos, están actuando dentro de los parámetros del comportamiento humano acorde a su edad. “No se preocupe Madre, Yo me voy por la acera, cubriéndome de los rayos del sol.” Y así lo hizo, dicho y hecho, sale apresurado como si la hora de la cita, estuviese tan próxima, que no había tiempo para una explicación mas detallada, sobre la verdadera razón del encuentro con todos los muchachos.
      
Se escuchó un fuerte golpe al momento de cerrar la puerta, anunciando que Alejandro salía de la casa, lo que hizo que la acumulación de polvo almacenado sobre los parales del portón, volaran por el aire, como adornando el paso apresurado del muchacho y a su vez el viento abriera camino, dando la bienvenida a disfrutar la calle. Mientras avanza trata de organizar las ideas en su mente ágil y precoz, para demostrar su inmenso bagaje intelectual y  experiencia en ciertas técnicas y procedimientos en el momento en que se encuentre en frente de todos sus amigos de infancia, compañeros de estudios y militantes de la causa rebelde de la libertad.
      
El trayecto desde su casa hasta el parque principal del pueblo, es solo distante una cuadra de distancia, lo cual se hace corto y aun sin llegar, ya alcanza a distinguir el sitio de reunión y puede distinguir las caras conocidas de algunos de los muchachos que con anterioridad, llegaron puntuales al sitio acordado de reunión, aumentando su respiración, se dispone a cruzar la calle que lo separa, pero en forma inconsciente, olvida observar hacia ambos lados de la calle, para estar seguro que no se aproxima vehículo alguno que pueda provocar un accidente y causarle daño físico. Como protegido por una fuerza divina, a la cual, su Madre lo encomendó con una bendición desde la distancia, formando una barrera protectora, algo así como una burbuja tan segura, que le permite cruzar la calle sin peligro alguno y llegar hasta su destino, para el esperado encuentro con sus amigos.
      
¿Que paso parcero? ¿Porque tanta demora?, le pregunta Ramón, quien además hace un comentario en tono burlesco. Estaba peinando un pescado o contándoles las patas a un ciempiés. Carcajadas sonoras y bullosas se escuchan alrededor y la respuesta hace su aparición, en forma inmediata. “No chino, que va, todo bien, es que me vine caminando despacio para no llegar de primero . . .  ja, ja, ja.”
      
¿Y quien falta por llegar?, preguntó Alejandro a los demás, como para romper el hielo, otros pensarían como para disimular y cambiar de tema. Faltan Juancho, Pacho y Caliche, pero seguro que ellos llegan, porque esta mañana me confirmaron que vendrían y siempre han sido los mas cumplidos.
      
Ramón es el dueño de la grabadora y como buen bailarín de salsa, la tiene sintonizada con alto volumen, en una emisora FM que está transmitiendo música salsa y con movimientos rítmicos, todos tratan de llevar el ritmo y caer en la clave musical del éxito del momento, que durante varias semanas esta ocupando los primeros lugares de popularidad entre los radioescuchas. Hacen cualquier contacto con sus manos, hasta escucharse un repetido sonido a un solo coro: tac, tac, tac, mientras que el termómetro sigue ascendiendo y sofocando la temperatura corporal de todos los participantes de la reunión.
      
La música Salsa era duramente criticada, y no podía ser de otra forma, pues era música irreverente proveniente principalmente del barrio y se decía que era música cubana vieja, que su nombre era una etiqueta para vender, que era música de gente baja, pero a pesar de estas criticas su impacto en Nueva York y todo el Caribe, desde fines de los años 60’s y principios de los 70’s, fue avasallador. La Salsa surgió, principalmente, en el Barrio Latino de Nueva York, como una manifestación sonoro-musical de las transformaciones que realizaron músicos puertorriqueños junto a cubanos y americanos sobre diferentes géneros de la música cubana a los que les agregan elementos del folclor boricua y del Jazz. La música Salsa absorbe implícitamente  las palabras: barrio, desasosiego, marginación, furia y sentimientos dramáticos frente a la vida. Esta música fue rápidamente asumida como propia por las comunidades de los barrios en varias ciudades como: Caracas (Venezuela), Cali (Colombia), Ciudad Panamá (Panamá) y San Juan (Puerto Rico).
      
Los pájaros sobrevuelan a su antojo el área, pasando de árbol a árbol, en busca de alimentos y algunos otros en busca de entretenimiento, amor y Amistad. Tal vez sienten el melódico ritmo de la música que hace vibrar sus delicados plumajes y hacen presencia como el más disciplinado auditorio, ya ubicados estratégicamente en sus palcos preferenciales.
      
El tránsito peatonal cerca a nuestro grupo de amigos aumenta con el transcurrir de las horas, al extremo que algunos pasan tan cerca, con paso sigiloso, con miradas de asombro y la actitud denota las intenciones de querer expresar su inconformismo, no solo por el ruido generado, sino también por querer saber de primera mano, las razones que motivaron este encuentro de adolescentes en un sector del parque. Mientras tanto, un grupo de adultos mayores con sus bastones, carrieles y sombreros, llegan al lugar con el firme propósito de descansar y tomar un aire fresco que les permita disfrutar de un agradable rato de entretenimiento en compañía de sus amigos adultos y deciden ubicarse bajo la sombra de los grandes arboles milenarios que han sido testigo del paso de los años y mudo testigo de cuanta actividad, suceso o circunstancia se ha presentado allí y luego acudir a misa, cuando las campanas con su sonido peculiar lo anuncien.
      
Como por arte de magia, van apareciendo Juan, Francisco y Carlos, quienes con cierta inseguridad, se acercan poco a poco, tal ves, temerosos por la aglomeración de personas alrededor del grupo y después de comprobar que todo estaba bien, toman lugar para disfrutar la música que suena fuerte y con melódicos cantos, siguen la letra de la canción que se escucha en la grabadora.
      
Es la hora de la apertura de todos los establecimientos públicos que están situados alrededor del parque, donde se vende licor y se escucha música de diferentes géneros en altos tonos de volumen, haciendo que en determinados momentos, no se entienda, ni se pueda escuchar claramente la letra de las canciones, que por lo general, son las más escuchadas por el público y por tanto, se saben la letra de memoria. Todos estos establecimientos se preparan desde temprana hora en la tarde para atender a todos sus visitantes, que generalmente son clientes asiduos, que prefieren un establecimiento determinado con mayor grado de satisfacción que otro, tal vez, porque prefieren el repertorio musical que ha escogido detalladamente el discómano de turno, quizás porque tienen mayor contacto con el personal que los atienden o por todos los aperitivos y sorpresas que ellos ofrecen a sus primeros clientes, aunque existe otro grupo de clientes a estos establecimientos, que buscan el lugar mas oscuro y reservado porque desean vivir momentos de intimidad con su pareja al son de la música.
      
Las conversaciones entre el grupo de muchachos, es diverso, corto y muy jocoso, ya que inician con un tema especifico y de forma brusca lo cortan, tal vez, por la letra de la canción que suena y todos quieren tararear, siguiendo las notas y sus letras, que en algunas pausas, pierden el hilo de la canción y cambian la letra a su antojo, acompañados de una risotada burlesca de los demás compañeros y empujones, representados como el castigo, que luego los hace caer al suelo a algunos de ellos.
      
Caliche (como generalmente era llamado) espera el momento apropiado donde el corte de silencio que produce el final de una canción y el comienzo de la siguiente, le permite pronunciar su temeraria participación en la conversación, ya que no quiere ser burlado por sus compañeros si comete un error y observando a todos con detallada atención, propone comer raspado (raspao) del carrito ambulante que esta ubicado a unos cuantos metros de distancia y no es mas que un cono de hielo con endulzante de colores, sirope de frutas y decorado con leche condensada.
      
A lo que todos en coro y en tono fuerte para superar el alto volumen de la grabadora, afirman estar de acuerdo con la invitación y además complementan con la frase: “el último en llegar, paga la cuenta”, a lo que todos en una misma dirección salen corriendo, brincando y tirando las cosas a su paso, con tal de no ser el último. Para los temporales y desprevenidos transeúntes, la inesperada y ruidosa carrera de los muchachos, ocasiona curiosidad, porque no tienen claridad sobre las reglas que ellos acordaron previamente, pero a su vez, se interesan en saber cual será el final y deciden detener su paso, para observar con detalles el resultado final. Para muchos, lo que más les interesa, es animar al más débil de los participantes, para que no ocupe el último lugar.
      
Entre carrera va y carrera viene, las zancadas avanzan y entre los muchachos, se produce una entretenida rivalidad porque Juan y Francisco están un poco rezagados, a pesar de ser jugadores destacados en equipos de futbol, con atléticos cuerpos, buenas condiciones físicas y además, están acostumbrados a ejercer peso físico en luchas cuerpo a cuerpo, pero ambos ocupan el último lugar. En un dos por tres o como diría mi abuela, “en un santiamén”, todos los espectadores quedan pálidos y fríos al observar como Juan rueda aparatosamente por el suelo pavimentado y golpea su cuerpo bruscamente contra las piedras que delimitan la zona peatonal, a lo cual, varias personas acuden a su auxilio y comprueban su estado de salud, ya que notan que Juan no se incorpora por sus propios medios para continuar con la competencia. Todos los muchachos han llegado al carro de venta de cholados y están seguros que no tendrán que pagar la cuenta de lo que consuman, lo cual, les da satisfacción y pueden respirar con mas tranquilidad después del esfuerzo físico que realizaron, pero al mismo tiempo, están tristes porque ya se dieron cuenta, que Juan se había caído y a su alrededor había un grupo de personas ayudándolo a levantar.
      
En una especie de solidaridad deportiva, Alejandro, Ramón, Francisco y Carlos se regresan hasta el lugar donde se encuentra Juan tirado en el suelo, quejándose del dolor que le produjo la caída y aunque están un poco asustados, tratan de darle animo para que Juan se levante, pero él responde diciendo que tiene mucho dolor en la cabeza y esta mareado, aunque no tiene heridas abiertas, ni presenta sangramiento en alguna parte de su cuerpo, que lo mejor es que lo dejen descansar un momento mas para que pase el dolor. Algunos de los espectadores entre comentarios ligeros, sugieren que lo mejor es llevarlo hasta el hospital para que sea atendido por un medico pero Juan se niega y afirma que no es nada grave, que pronto se le pasara el dolor.
      
Pasados unos minutos, Juan se incorpora nuevamente aunque tambaleándose de un lado al otro, viendo un poco desenfocado y señala a su compañero Francisco como el único responsable de su caída, porque lo enredo con su pierna, haciéndole perder el equilibrio hasta caer al suelo y sobretodo, porque no tuvo consideración, ni lo ayudo cuando lo vio en el tirado en el suelo. A lo que Francisco, reaccionó en forma inmediata, pronunciando un rotundo no, como respuesta a la acusación que le hacía su compañero y además agrego, que todo se debió a un mal paso que Juan había hecho en medio de la carrera, por no querer ser el ultimo.
      
En vista que la situación cada minuto que pasaba, se tornaba mas agresiva con todas las acusaciones que se hacían, los demás muchachos tratan de intervenir como mediadores en la búsqueda de una buena negociación que permita olvidar los hechos ocurridos y continuar con la diversión que tenían planeada llevar a cabo, durante la tarde de este día caloroso y poco ventoso. Poco a poco la respiración de los agitados cuerpos, vuelve a la normalidad y las mentes comienzan a tener mayor lucidez, lo cual permite tomar mejores decisiones y llegar al acuerdo del olvido, para seguir siendo grandes amigos, como lo habían prometido años antes cuando se conocieron y empezaron una larga amistad.
      
Todos se sientan de nuevo alrededor de la grabadora, que aun sigue sintonizada en la emisora FM que transmite salsa y aunque la atención por el genero salsa, disminuyo tal vez debido al accidente, Carlos toma la iniciativa de cambiar de emisora y sintoniza otra emisora donde se escucha música de despecho, boleros y milongas, a lo que en una sola respuesta afirmativa, todos los demás, con una sonrisa y un fuerte murmullo, aprueban el cambio de ambiente musical.
      
Ramón se dirige a todos los muchachos y en forma directa y muy ágil, propone volver caminando en forma pausada hasta donde esta ubicado el vendedor de raspados, para comprar y volver a disfrutar del resto de tarde que aun les queda. Propuesta que fue aprobada en forma unánime y en la que no hubo condiciones, ni competencias que superar, pero si quedo bien claro, la enseñanza de solidaridad y compañerismo en momentos de dificultad o situación desgraciada en que se encuentra alguien. Ya en el momento de pagar la cuenta por el consumo de raspados, todos sacaron sus billeteras para aportar dinero y llegaron a recaudar hasta mucho más del total de dinero necesario para pagar, a lo cual, en forma de broma, Alejandro mencionó que con el dinero extra, podían comprar otro raspado y rifarlo entre todos, a lo que le dijeron al vendedor que pensara pero no mencionara, un número del 1 al 10 y que ellos dirían en el sentido de las manecillas del reloj (de izquierda a derecha) uno a uno, un número hasta que fuera el elegido. Comenzó Carlos, quien menciono el numero 5 y el vendedor con su cabeza, indicaba que no. Continua Francisco con el número 8 y nuevamente el vendedor lo niega, entonces Juan ansioso y presto a decir su número, comienza a pensar y en tono nervioso, entre dientes menciona el numero 1, a lo que el vendedor grita muy emocionado: “si, si”, como si lo hubiera querido premiar, por el dolor ocasionado en la caída durante la competencia un rato antes y entonces dijo: “se lo gano” haciendo entrega del raspado extra como premio de la rifa que habían hecho y en la cual, ni Ramón, ni Alejandro, tuvieron la oportunidad de participar y poner a prueba su suerte, porque el ganador tuvo el turno de participar, antes que ellos.
      
El tiempo transcurre rápido y ninguno de los muchachos, se preocupa por mirar el reloj de la torre de la iglesia, como lo hacen todos los residentes del pueblo, para tener una noción exacta de la hora, ya que el candente sol todavía alumbra sobre la tierra con todo su esplendor, pues claro, vivimos en una zona caliente por naturaleza y estamos acostumbrados a ver el ocaso de la tarde cuando aparece la sombra de la luna. El caso ahora era de hambre y el sistema digestivo de todos, comenzaba a producir ruidos y gases como manifestación natural de la necesidad de consumir alimentos y era la señal mandataría que debían dar por terminada la reunión y acudir a sus respectivas casas.
      
“Okey muchachos, nos vemos mañana en el colegio”, mencionó Alejandro a los demás compañeros y cruzando la calle de regreso a su casa, entonaba el estribillo del coro de la última canción que había escuchado en la radio, que lo tenía en mente.
      
Para Carlos y Francisco era la oportunidad de ir de regreso a casa acompañados el uno por el otro, ya que eran vecinos de la misma cuadra y su casa quedaba a unas cinco (5) cuadras de distancia del parque principal del pueblo, razón por la que se despidieron de sus compañeros.
      
Ramón como dueño de la grabadora, la apago y monto sobre sus hombros, como demostrando su fuerza física, a pesar de ser el mas delgado en talla, pero a su vez, el segundo mas alto en estatura, lo cual, lo hacia ver bastante grande en comparación con los otros muchachos y de esta forma minimizaba el peso de la grabadora mientras la transportaba hasta la casa que quedaba a dos cuadras de distancia y con un fuerte apretón de manos, se despidió de Juan, que seguía un poco sonámbulo y aturdido, deseándole pronta recuperación de los golpes provocados por la caída y prometiendo que mañana muy temprano, estaría en la entrada del colegio con las tareas que debían llevar, ya que tenia poco rendimiento académico y en conclusión, no era muy estudioso. En lo que si era muy destacado, era para bailar, casi se podría decir que por sus venas no corría sangre sino notas musicales, porque a cada ritmo le aplica unos movimientos con su cuerpo que motivaban al baile y por esta cualidad, todas las muchachas lo preferían cuando ellas aceptaban bailar en las discotecas.
      
Mientras Ramón doblaba la esquina del parque, era observado por Juan que aunque adolorido por los golpes de la caída, se levanta un poco mareado y sonámbulo con la intención de dirigirse a su casa, y bastante preocupado por las respuestas que debía darle a sus padres al momento de llegar, en especial a su señora Madre, comenzó a recordar todos sus dichos por que siempre tenían incorporado una enseñanza:
Enseñó a APRECIAR UN TRABAJO BIEN HECHO, cuando decía: “Si se van a matar, háganlo afuera, porque acabo de limpiar y no quiero volver a limpiar”, cuando entre los hermanos discutíamos.
Enseñó RELIGIÓN, cuando decía: “Mejor reza para que salga la mancha de esta alfombra”, cuando regábamos la comida sobre el piso.
Enseño LÓGICA, cuando decía: Porque yo lo digo, por eso… y punto, se calla, sin dar oportunidad a dar explicaciones.
Enseñó IRONÍA, cuando decía: Siga llorando y le voy a dar una razón verdadera para que llore, sin entender los sentimientos de uno.
Enseñó a ser AHORRATIVO, cuando decía: Guarde las lágrimas para cuando yo me muera y eso aumentaba la nostalgia.
Enseñó FUERZA DE VOLUNTAD, cuando decía: Te vas a quedar sentado hasta que termines de comer todos los vegetales, sin dejar nada en el plato y cada pedazo atragantaba la boca, sin poder continuar.
Enseñó técnicas de ODONTOLOGÍA, cuando decía: Me vuelves a contestar así y te voy a estampar los dientes en la pared y solo me importaba la imagen física al no poder sonreír. Entonces respiro profundamente después del examen de conciencia que se hizo y con las fuerzas bastante desvanecidas, por el dolor en su cabeza, se encomendó a Dios y le pidió que lo protegiera hasta llegar a casa.
      
Y de esta forma queda despejado el espacio del parque ocupado por los muchachos durante las horas de la tarde, con la intención de escuchar música y compartir una conversación amena y divertida como las realizadas por los jóvenes de la época.



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