Es el momento de conocer algunos detalles sobre la
vida y perfil de don Pacho y tenemos como hecho relevante, cuando el presidente
Lleras Camargo reconoció la labor de Francisco Jaramillo Ochoa al condecorarlo
con la Cruz de Boyacá; el puente nuevo (como generalmente lo llaman) de La
Virginia sobre el rio Cauca lleva su nombre y la memoria de este gran
empresario está presente en todos los
rincones de La Virginia.
Nació en Envigado (Antioquia) en el año de 1865, se
casó con Tulia Montoya Arbeláez, de Marinilla (Antioquia), nacida en 1875 y fueron
sus hijos: Luis, Francisco, José, Rafael, Lino, Gilberto, Inés, Susana,
Tulia y Mary, fue un viajero incansable que armó negocios en todas partes. Don
Pacho fue alumno de Marco Fidel Suárez, estudió ingeniería en la Escuela de
Minas de Medellín, busco oro, en Caramanta y en Urabá y amasó una gran fortuna con una sociedad
rematadora de rentas que operó en Marmato (Caldas) y en el Valle del Cauca. Años
más tarde, con un buen capital se estableció en Manizales, creando prósperos
negocios bancarios y cafeteros; fue socio fundador de la fábrica de Cementos
Valle, contratista de importantes obras civiles como la carretera de Cali al
mar, desvió el río Risaralda para proteger el puerto de La Virginia de
desbastadoras inundaciones, montó trilladoras de café y también dio impulso al puerto de La Dorada, donde tumbó monte y abrió grandes
haciendas.
Entre las grandes realizaciones de “don Pacho” está la
navegación en el río Cauca con buques propios, entre La Fresneda y Juanchito,
cerca de Cali y el puerto de La Bodega que sirvió de depósito para el café que
llegaba del Alto del Rey (Balboa), de Santuario y de Apía.
Reagrupa los colonos, les compra y abre nuevas tierras
partiendo de la periferia hacia el centro, pero bajo el mismo esquema de
dominación Centro-Periferia típico de los españoles. Se construyen así: el
parque central, el templo, los bancos, los hoteles, etc. El mismo Francisco Ochoa estableció la navegación por
el río Cauca, entre Juanchito (Cali) y La Virginia en el año de 1908,
navegación que fue iniciada con el barco denominado El Mercedes. También
construyó en el puerto las primeras trilladoras de café; concibió la idea de
conectar a Cartago con Medellín por medio del ferrocarril.
A partir de 1923 se consolida el desarrollo vial de la
región. El 2 de julio de 1926 el gobernador Francisco José Ocampo informó a la
opinión pública:
"La carretera de Santa Rosa de Cabal a Cartago
está prestando magnífico servicio y sostiene un tráfico inmenso. Actualmente se
balasta en Cartago hacia Pereira y hay balasto en Galicia. En la de Santa Rosa
los trabajos están en Boquerón y el balasto en inmediaciones de la Estación
Gutiérrez. Cien peones trabajan entre Villegas y La Virginia. Los trabajos del
puente avanzan en forma satisfactoria, no obstante que últimamente han estado
parados por falta de cemento… La carretera hacia Riosucio avanza con rapidez,
en agosto llegará a Viterbo."
En 1924, época desde la cual, la navegación por el Cauca ya era asunto viejo. El puerto principal
estaba localizado en La Fresneda, más o menos donde hoy se encuentra el puente
de Ana Caro, en la carretera Cartago-Ansermanuevo. Posteriormente, cuando el
ferrocarril llegó a Puerto Caldas, este también se convirtió en puerto fluvial.
La empresa más importante en la explotación del río como transporte, fue
"La Compañía caucana de vapores" con sus buques: "Santander", "Palmira", "Cali", "Manizales", "Mercedes", "Risaralda", de la cual eran socios don Francisco
Jaramillo Ochoa, don Alejandro Angel, de Medellín, y don Luis Estrada G, quien
actuaba también como gerente. Desde Manizales y Pereira se traían el café y los
cueros de exportación a lomo de mula hasta La Fresneda, donde se embarcaban a
borde de las unidades de carga (buques a vapor) "Ayacucho", "Junín", "Cabal" y "Sucre". Cabe anotar que el buque "Cabal" naufragó frente a Guacarí en 1924. Había barcos mixtos, pero el más lujoso e histórico de todos, al cual le
celebraban hasta fiesta fue el "Vapor Mercedes" para el transporte de
pasajeros y en el cual viajaba la crema y nata de las sociedades de Manizales,
Pereira y Cali.
En dichos vapores se transportaba la famosa cerveza
alemana Llave, que por entonces costaba cincuenta centavos (0.50). En fin,
después hubo transporte fluvial hasta La Virginia, pero este puerto duró poco
en su actividad, porque el ferrocarril llegó e hizo el oficio mejor y en menor
tiempo.
Así lo anota Don Bernardo Correa Bernal en una
entrevista que concedió al periódico La Patria (septiembre 10 de 1963):
"El Mercedes", cuyas calderas quedaron en poder de don Harold Heder,
propietario de La Manuelita. Esas unidades se movían con leña.
¿Cuánto duraba el viaje La Fresneda- Juanchito?
Las personas que lo hacían aseguraban que se
gastaban tres días en bajar y ocho a
contrapelo de la corriente. Eso sí, todo
el mundo ponderaba lo agradable que
resultaba la jornada en barco. Inclusive los
viajes de Luna de Miel los hacían los
desposados utilizando generalmente
"El Mercedes", a bordo del cual se organizaban fiestas con música y
baile.
¿Hubo muchos naufragios?
Muchos. Casi todos esos barcos se los tragó
el río y decenas de personas
perecieron.
Desde el periodo colonial, pero con mayor acento en el
siglo XIX, el suroccidente colombiano fue consciente de la urgencia de
establecer un contacto con el mercado mundial; lo que sólo lograría en la
medida en que pudiera participar de la dinámica comercial de Panamá, para lo
cual era necesario unir los valles interiores con el Océano Pacífico
aprovechando el conocimiento previo de la zona costera. Hasta 1912
Buenaventura, en la bahía de su nombre y en la isla de Cascajal, prestó
servicios irregulares al transporte de mercancías. Planteada y realizada la
construcción del ferrocarril, le correspondió a la administración del recién
creado Departamento convertir la isla de Cascajal en el puerto necesario para
conectar la región con el mundo. Al no existir instalaciones portuarias modernas
y una conexión entre la isla y el continente, se debió iniciar por la
construcción de un muelle y un puente, contrato que fue asignado a la Raymond
Concrete Pile Company en 1912. En este momento surge el interrogante de qué se
puede exportar, qué hay para exportar y qué se debe hacer o aprovechar para
poner en funcionamiento el ferrocarril. Al tratar de responder estas preguntas
nos damos cuenta que ni siquiera Cali estaba preparada para esta actividad
inmediata; sin embargo, algunas acciones previas tendieron a sustentar y
facilitar opciones.
El desarrollo de varios planes de obras públicas
facilitaría la extracción de productos y su localización en las estaciones del
ferrocarril. Esta misma dinámica puso a disposición de un mercado una
diversidad de productos para determinar cuáles de ellos serían exportables; así
mismo, se iniciaron ensayos de productos nuevos y en un volumen suficiente para
obtener excedentes exportables. En la medida en que se prolongó el ferrocarril
y se unieron caminos carreteables de tracción animal, fueron surgiendo
problemas, oficios, herramientas, utensilios y tecnologías elementales. Todo lo
cual fortaleció la economía local y preparó las condiciones para una producción
pensada para el mercado externo. A éste se podría acceder con seguridad si se
le agregaba, a estas experiencias, un mejor conocimiento de la región y sus
potencialidades mediante la observación de estudiosos locales y expertos
extranjeros que culminaran en diagnósticos y planes para orientar las
decisiones sobre el destino de la región.
Con las trilladoras de café y la apertura
internacional al mercado capitalista, se despertó el interés por el cultivo del
grano. Desvió el río Risaralda que amenazaba el caserío, extendió la población
urbana y acondicionó el terreno para la plaza de mercado, iglesia calles y
escuelas. Unió por medio de una barca las riberas del río Cauca, embarcación
que operó por mucho tiempo en el punto denominado EL DAGUA. Abrió numerosos
frentes de cultivo de maíz, yuca, plátano, cacao, tabaco y diversos productos.
La pesca era el mercado de mayor atractivo para los colonos; y el ganado obtuvo
su mayor impulso por medio de abundantes pastos, siendo la mayor fuente de
divisas para el Puerto. Estableció comercio con todas las poblaciones y
regiones vecinas: Belalcázar, Santuario, San Joaquín (hoy Risaralda), Anserma,
Riosucio, Quinchía, Arrayanal (hoy Mistrató), Belén de Umbría y otras.
Ya para ese entonces aparece el Valle con diversos
nombres: NIGRICIA, SOPINGA, BODEGA y posteriormente LA VIRGINIA. Pero el más
común fue SOPINGA, que continuó su proceso ascendente de modernización con el
tráfico de barcos en el río, la construcción de carreteras hacia otros puntos
de comunicación intermunicipal y regional, la construcción de puentes, etc.
Francisco Jaramillo fue un luchador que no se arredró
ante nada y como todo hombre admirable tuvo sus luces y sus sombras. La
hacienda Portobelo dio cobijo el escritor Bernardo Arias Trujillo y en muchas de las páginas del libro “Risaralda” se estamparon los recuerdos de
este empresario con corazón de arriero, que cansado de realizar proyectos
entregó en Medellín su alma al Creador el 28 de septiembre de 1951.
"Entre tinto y tinto tomo nota
sobre tanto que escucho y
dejo que mi imaginación reconstruya
la historia de mi pueblo"
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