(Mercedes Sosa)
Por la blanda arena
que lame el mar
Su pequeña huella no
vuelve más
Un sendero solo de
pena y silencio llegó
Hasta el agua
profunda
Un sendero solo de
penas mudas llegó
Sabe Dios qué
angustia te acompañó
Que dolores viejos
calló tu voz
Para recostarte
arrullada en el canto de las
Caracolas marinas
La canción que canta
en el fondo oscuro del mar
La caracola.
Te vas Alfonsina con
tu soledad
¿Qué poemas nuevos
fuiste a buscar?
Una voz antigua de
viento y de sal
Te requiebra el alma
y la está llevando
Y te vas hacia allá,
como en sueños
Dormida, Alfonsina,
vestida de mar.
Cinco sirenitas te
llevarán
Por caminos de algas
y de coral
Y fosforescentes
caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del
agua van a jugar
Pronto a tu lado.
Bájame la lámpara un
poco más
Déjame que duerma
Nodriza en paz
Y si llama él no le
digas que estoy
Dile que Alfonsina no
vuelve
Y si llama él no le
digas nunca que estoy
Di que me he ido.
Te vas Alfonsina con
tu soledad
¿Qué poemas nuevos
fuiste a buscar?
Una voz antigua de
viento y de sal
Te requiebra el alma
y la está llevando
Y te vas hacia allá
como en sueños
Dormida, Alfonsina,
vestida de mar.
No conocía nada de está poetisa
hasta que escuche a Mercedes Sosa, y supe que se trataba de Alfonsina Storni,
supe de sus poemas, de sus tristezas, de su trágico final.
Alfonsina Storni
nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca (Suiza) y murió el 25 de octubre
de 1938 en Mar del Plata, (Argentina). Poetisa del Postmodernismo argentino.
La que sería una de
las poetas más famosas de Hispanoamérica era hija de un industrial cervecero,
nacido en Lugano, cantón italiano del Ticino, Suiza. En 1891 la familia viajó a
Suiza y al año siguiente nació Alfonsina, que aprendió a hablar en italiano.
Vueltos a la Argentina, los negocios fueron mal y la familia tuvo que poner un
mesón en Rosario.
Alfonsina comenzó a
trabajar ya de niña como lavaplatos, camarera, costurera y obrera; en 1907
entra como actriz en una compañía de teatro itinerante que se desplaza por todo
el país. Con ella representó Espectros, de Henrik Ibsen; La loca de la casa, de
Benito Pérez Galdós; y Los muertos, de Florencio Sánchez. Vuelta a Rosario, su
madre se ha casado y vive en Bustinza. La poeta estudia la carrera de maestra
rural en Coronda y allí recibe el título. Consigue un puesto y se vincula a dos
revistas literarias, Mundo Rosarino y Monos y Monadas. También inicia su larga
colaboración con la revista Mundo Argentino.
En 1911 se traslada a
Buenos Aires, al año siguiente nace su hijo Alejandro, sin padre conocido. Eso
la define como mujer que se enfrenta radicalmente a la sociedad. La inquietud
del rosal se publica, a pesar de las penurias económicas, en 1916. Trabaja como
cajera en una tienda y en la revista Caras y Caretas. Se relaciona con José
Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte. Con estos dos
últimos su amistad es más profunda. Su situación económica mejora. Hace
frecuentes viajes a Montevideo, donde conoce a la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou
y al que será su gran amigo, el escritor también uruguayo Horacio Quiroga
(también suicida).
Su libro Languidez,
de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo
Premio Nacional de Literatura. En 1925 publica Ocre, que marca un cambio
decisivo en su poesía. Desde dos años antes es profesora de Lectura y
declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.
Su poesía, fundamentalmente
de temática amorosa, también se liga a la temática feminista e intenta
desligarse de las hopalandas del Modernismo y volver más la mirada al mundo
real. La soledad y la marginación hacen mella en su salud, y a veces la
neurosis le obliga a dejar su puesto de maestra de escuela.
Varios viajes a
Europa (1930 y 1934) motivaron una evolución hacia un lirismo libre de moldes
formales, dramático y descarnado y de una audacia erótica insólita para la
época, con nuevas meditaciones feministas: Mundo de siete pozos, 1934 y
Mascarilla y trébol, 1938 Tras la muerte de su amigo el escritor Horacio
Quiroga, sola y aquejada de cáncer, se suicidó adentrándose en el mar en la
playa La Perla, en la ciudad de Mar del Plata, donde actualmente se erige un
monumento recordando esta tragedia.
Su trágico suicidio
inspiró la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha
sido interpretada por innumerables músicos de lengua española, destacándose por
encima de todas la versión de Mercedes Sosa.