(Mercedes Sosa)
Romperá la tarde mi
voz,
hasta el eco de ayer,
Voy quedándome sólo
al final,
muerto de sed, harto
de andar
Era el tiempo viejo
la flor,
la madera frutal,
luego el hacha se
puso a golpear,
verse caer, sólo
rodar,
pero el árbol
reverdecerá, nuevo.
Al quemarse en el
cielo la luz del día, me voy,
con el cuero
asombrado me iré,
ronco al gritar que
volveré,
repartido en el aire
al cantar, siempre.
Mi razón no pide
piedad,
se dispone a partir,
No me asusta la
muerte ritual,
sólo dormir, verme
borrar,
una historia me
recordará, vivo.
Veo el campo, el
fruto y la miel,
y éstas ganas de
amar,
no me puede el olvido
vencer,
hoy como ayer,
siempre llegar,
en el hijo se puede
volver, nuevo.
Al quemarse en el
cielo la luz del día, me voy,
con el cuero asombrado
me iré,
ronco al gritar que
volveré,
repartido en el aire
al cantar, siempre.
Zamba para no morir, fue escrita por Hamlet Lima Quintana,
periodista, músico, poeta y cantor.
A continuación apartes de una entrevista realizada.
¿Donde nació?
Nací en Morón,
provincia de Buenos Aires, Argentina, pero como digo siempre, en la época que
yo nací, Morón era un pueblo provinciano, no un arrabal de la Capital Federal
como es ahora, sin el encanto de los arrabales de la Capital; pero aprendí a
caminar en Saladillo, en el centro de la provincia, en un rancho de barro de la
familia de mi madre.
¿Qué cosas lo
impulsaron a escribir en su infancia y adolescencia?
Bueno, yo siempre
digo que soy un privilegiado, porque yo tuve al alcance de la mano la formación
literaria, porque mi padre escribía poesía, escribía muy bien, lo único que
pasó es que nunca concretó la obra. Y tocaba el piano muy bien, mi madre
también, es decir, que me crié con la música y la poesía desde que tengo uso de
razón. Tenía al alcance de mi mano la biblioteca de mi padre, de manera que
lejos de estar como mucha gente combatido con eso de ‘para qué va a servir el
arte’, era todo lo contrario. El privilegio era muy grande.
¿Por qué a una de sus más
hermosas letras, Zamba para no morir se la conoce en Bolivia como la Zamba del
Che?
Un mediodía nos
encontramos con Armando (Tejada Gómez) y con Jaime Torres. Jaime venía de hacer
una gira por todo Bolivia. Entonces fuimos a comer juntos y Jaime contaba
profundamente emocionado que después de actuar en un pueblito del oriente
boliviano, le hicieron un agasajo en un rancho, con gente joven de ahí. De
pronto alguien cantó en su homenaje lo que él tituló la Zamba del Che, y cantó
la Zamba para no morir. Entonces Jaime preguntó por qué le llamaban a esa zamba
la Zamba del Che y le respondieron que la conocían con ese nombre porque cuando
el Che Guevara entró a Bolivia por el oriente, todas las noches venía al
bolichito y cantaba esa zamba.
¿Qué orgullo no…?
Y cuando escuchamos
eso, con Armando nos abrazamos llorando. Sus letras siempre
hablan de la vida, en ellas hay mucho de naturaleza,
¿cómo ve un poeta la
muerte?
Como la ve cualquier
ser humano. El temor a la muerte es el temor a lo desconocido, no el temor a
desaparecer, sino el temor a desaparecer sin haber hecho uno lo que cree que
tenía que hacer. Eso debe ser pavoroso.
Pero, en sí, es un tránsito inexorable,
es una mala costumbre como digo yo. Yo pienso que el mayor acto de libertad que
puede hacer uno que escribe es la negación de la muerte, que es la zamba para
no morir. Ese es un acto de libertad.
Lo importante es
dejar testimonio, no únicamente para que nos recuerden, sino dejar testimonio
que sirva a los que vienen detrás, a las generaciones futuras, dejarles
fundamento: así sea el zapatero, el panadero, el médico o el enfermero.