(Mercedes Sosa)
Tantas veces me
mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy
aquí
resucitando.
Gracias doy a la
desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan
mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como
la cigarra
después de un año
bajo la tierra,
igual que
sobreviviente
que vuelve de la
guerra.
Tantas veces me
borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro
fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el
pañuelo
pero me olvidé
después
que no era la única
vez,
y seguí cantando.
Cantando al sol como
la cigarra
después de un año
bajo la tierra,
igual que
sobreviviente
que vuelve de la
guerra.
Tantas veces te
mataron,
tantas resucitarás,
cuantas noches
pasarás
desesperando.
A la hora del
naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.
Cantando al sol como
la cigarra
después de un año
bajo la tierra,
igual que
sobreviviente
que vuelve de la
guerra.
Canta la cigarra y su
canto atrae tanto hembras como machos (agrupa individuos) y se dice que, hasta
canta para acortejar, por rivalidad y también por el dolor, como Lázaro, como el Fénix,
la cigarra vuelve a la vida.
Dentro de la cultura China es un símbolo
importante. Según la National Geographic existen cigarras que vuelven después
de 17 años.
Las otras, de las que sabemos más, vuelven cada año, junto al
verdor del bosque y la hierba mojada.
Valiéndose de la
cigarra, ese bichito que no es más grande que un dedo adulto, María Elena Walsh
escribió una canción, Como la cigarra,
en la década de los 70, que luego recorrió el mundo en la voz de la
Negra Mercedes Sosa.
Venía María Elena de
hacer literatura infantil y se metió a grabar en el 72 el disco homónima a
nuestra canción. Fue cantada por primera vez en el 75; y luego de que María
Elena fuera censurada por la dictadura de Videla, Como la cigarra, se volvería
un himno en tiempos de resistencia. ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?
La Argentina
democrática luego la haría ciudadana ilustre e iría afianzando el camino a
convertirse mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias,
a decir de Patricio Lennard. La prolífica María Elena dedicaría su vida a las
tantos talentos que la vida le obsequió.
La cigarra que
llegase en 1979 a la voz de Mercedes Sosa se inmortalizaría ahí, como tantas
otras canciones. La habría de incluir en seis discos. Y, en vivo, sería
acompañada por artistas como Víctor Heredia, Leon Gieco, La Sole e Ismael
Serrano en cantarla entre el delirio del público.
La música es una
buena melodía, una buena letra y algo que nadie sabe quién es y es lo que
realmente importa. Como la cigarra es un canto de amor a la vida, como lo son
los poemas de Withman.
Va más allá de quién
la cante, lo que la hace grande, digamos imprescindible, es su respeto por la
existencia, ese que a la larga o a la corta todos vemos. Tan simple como ello, pero invisible a nuestros
sentidos. Los que hemos resucitado, podemos dar fe de ello. O quienes han visto y deseado que quienes
amamos, lo hagan.