Margarita y su
pareja, salieron de El Salvador en octubre de 2008 buscando una vida
mejor en Estados Unidos.
En El Salvador, Margarita trabajaba en una fábrica de
ropa y ganaba cinco dólares al día, una cantidad insuficiente para alimentar a
sus dos niños pequeños y enviarlos al colegio.
Como la mayoría de
las personas migrantes de América Central, la pareja se dispuso a viajar sin
documentos, en el techo de un tren de mercancías que los llevaría a la frontera
de México con Estados Unidos.
El 5 de noviembre de
2008, Margarita y Miguel iban en el techo de un vagón de mercancías en el
estado de Chiapas, México, cuando el tren se detuvo inesperadamente y unas
camionetas con personal armado (con uniformes) se aproximaron a las vías.
La pareja saltó del
tren y corrió hacia unos arbustos, seguida por dos soldados armados que dispararon
varias veces al aire hasta que los atraparon.
Margarita contó:
“No te imaginas que
tus sueños pueden
desvanecerse en un momento durante el viaje.
El soldado me
tiró de la mano y
apuntándome con su arma,
me dijo que anduviera con él hacia
los arbustos.
Nos alejamos de las
vías del tren
hasta que estuvimos totalmente solos.
Me dijo que me quitara la
ropa
para ver si llevaba drogas.
Cuando me negué, me
bajó los pantalones
y me agredió sexualmente.
Me preguntó cómo iba a pagarle
por el disparo
que había tenido que hacer por mi culpa.
Dijo que tenía que
acostarme con él para compensarlo.
que si no me acostaba con él
me
haría regresar a mi país.
Dijo que sería muy rápido y que si Yo no
armaba un
escándalo, me dejaría ir.”
Al final, el soldado
dejó ir a Margarita y no la violó. Otras no logran escapar.
Varios informes y denuncias públicas, demuestran que las migrantes son
violadas con frecuencia, especialmente por bandas de delincuentes en México.
Los autores de estas violaciones rara vez, responden por sus actos y continuan cometiendo delitos, sin ningún control.