A veces la vida se
cae a pedazos y se sale de control, y en otras ocasiones, las cosas van mal y
sabes que es por tu propia culpa. Siempre habrá giros inesperados en tu vida,
pero lo que separa al éxito del fracaso es una cosa: la perseverancia. Hay
momentos en la vida cuando sientes que todo a tu alrededor se derrumba.
Identifica metas: Esto
puede ser algo muy amplio, el objetivo puede ser escalar el Monte Everest,
dejar de fumar, conseguir un mejor trabajo, bajar de peso, tener más control en
uno mismo, lograr salir de los hábitos nocivos, o cualquier cosa que te puedas
imaginar y/o que quieras lograr.
Traza una ruta:
Aprende acerca del objetivo y desarrolla un plan para alcanzar la meta.
Prepárate: Tenga en
cuenta que si la meta es muy elevada, probablemente enfrentarás muchos
problemas y fracasos en el camino. Es importante que esté preparado espiritual
y mentalmente para las posibles fallas que se presenten.
Toma el primer paso:
Nadie ha logrado nada sin intentarlo, mucha gente duda en dar el primer paso
porque tienen miedo al fracaso. Sin embargo, el fracaso es seguro que ocurrirá
si no se toma el primer paso.
Cuando falles: Si
fallas en el propósito, analiza cuál es la causa de la falla y sigua intentándolo.
Si vuelve a fallar, cometió el mismo error una y otra vez, no te desanimes.
Enfrenta el problema con un nuevo enfoque e intenta con más fuerza. Si fallas
más de 100 veces por ejemplo, en este caso re-estructura el enfoque, no te
castigues a ti mismo o nunca tendrás éxito. Analiza de nuevo por qué fallaste y
vuelve a intentar, no has fracasado hasta que te des por vencido, si fallas,
sigue intentando.
LA HISTORIA DE LA
VACA
Un Maestro de la
Sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando a lo lejos vio un
sitio de apariencia pobre, decidiendo hacer una visita al lugar. Durante la caminata
le comentó al Aprendiz sobre la importancia de las visitas, así como de conocer
a personas nuevas y diferentes, y las oportunidades de aprendizaje que nos
brindan éstas experiencias.
Llegando al lugar,
constató la pobreza del sitio; entre sus habitantes se encontraba una pareja y
sus tres hijos que vivían en una casa de madera, estaban vestidos con ropas
sucias y rasgadas, y no tenían calzado.
Entonces el Sabio se
aproximó al señor padre de familia y le preguntó: Si en este lugar no existen
señales de trabajo ni puntos de comercio, ¿cómo hacen Usted y su Familia para
sobrevivir aquí?
El señor calmadamente
le respondió: Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros
de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o la cambiamos por
otros géneros alimenticios en el pueblo vecino, y con la otra parte producimos
queso, cuajada, etc., para nuestro consumo, y así es como vamos sobreviviendo.
El Sabio agradeció la
información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En
el medio del camino, se dirigió hacia su fiel discípulo y le ordenó al aprendiz de discipulo: " busca la vaquita, llévela al precipicio de allá en frente y empújela
al barranco".
El joven, espantado,
observó al Maestro, y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el
medio de subsistencia de aquella familia . Pero como percibió un absoluto
silencio por parte del Sabio, se fue a cumplir la orden. Así que empujó la
vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la
memoria del joven durante algunos años.
Un bello día el joven
resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresó a aquel lugar para
contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida
que se aproximaba al sitio comenzó a ver todo muy cambiado, bonito, con flores
y árboles frutales, todo habitado, con lujoso carro en el garaje de elegante
casa y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió
triste y desesperado al pensar que aquella humilde familia tuvo que vender el
terreno para sobrevivir; aceleró el paso y llegando allí fue recibido por un
señor muy simpático; el joven le preguntó por una familia que vivía allí hace
unos cuatro años; el señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado,
el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que
visitó hacía algunos años junto con su Maestro. Elogió el lugar y le preguntó
al señor ( el dueño de la vaquita ): ¿ Cómo hizo para mejorar éste lugar y
cambiar de estilo de vida ?
El señor,
entusiasmado, le respondió:
"Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el
precipicio y murió; de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras
cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos ; es de ésta
manera como alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora ".
PUNTO DE REFLEXIÓN:
Todos nosotros
tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra
sobrevivencia, la cual es una convivencia con LA RUTINA; nos hace dependientes
y casi que nuestro mundo se reduce a lo que "la vaquita" nos produce.
Examinemos, hallemos y empujemos nuestra vaquita por el precipicio (solo de
forma figurada).
EL SECRETO DE LOS QUE
SOBRESALEN ESTA EN "LA
PERSEVERANCIA".
Nadie alcanza la meta
con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni
alcanza altura con un solo vuelo.
Nadie recoge cosechas
sin probar muchos sinsabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.
Nadie mira la vida
sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la
tempestad, ni llega al puerto sin remar muchas veces.
Nadie siente el amor
sin probar sus lagrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas.
Nadie hace obras sin
martillar sobre su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a sí mismo.
Nadie llega a la otra
orilla sin haber ido haciendo puentes para pasar.
Nadie puede juzgar
sin conocer primero su propia debilidad. Nadie consigue su ideal sin haber
pensado muchas veces que perseguía un imposible.
Nadie conoce la
oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir.
Nadie encuentra el
pozo de DIOS hasta caminar por la sed del desierto.