La facilidad que
ofrece esta fruta para ser consumida, pues no necesita ser pelada, la convierte
en un postre ideal para los más pequeños, y dada la suave textura de su pulpa
esta fruta está indicada para quienes tienen dificultades para masticar los alimentos.
Su elevado aporte de agua la convierten en un potente hidratante, y por tanto,
en una fruta especialmente indicada durante su temporada para las personas
mayores, que suelen manifestar desagrado para tomar suficientes líquidos. Dos
buenas tajadas de sandía suplen a un vaso de agua, y con el placer de degustar
una fruta refrescante, dulce y sabrosa.
En general, resulta fácil de digerir,
aunque puede resultar indigesta para ciertas personas si la consumen después de
las comidas, debido a que su elevado aporte de agua diluye los jugos gástricos
y retrasa la digestión de los alimentos, lo que provoca la consiguiente
sensación de indigestión e hinchazón.
Además, resulta un
magnífico diurético, es decir, aumenta la producción de orina, por lo que su consumo
está indicado para quienes padecen cálculos renales, ácido úrico elevado,
hipertensión y otras enfermedades que cursen con retención de líquidos. Resulta
interesante comer abundante sandía tras un día de excesos alimenticios, pues al
ser diurética, favorece la eliminación de sustancias de desecho por la orina,
por lo que resulta una ayuda perfecta como desintoxicante.
Esta fruta es ideal
en las dietas de adelgazamiento, dado que se puede consumir doble cantidad de
sandía que de muchas otras frutas, sin que se aumenten especialmente las
calorías.
Las variedades de
sandía cuya pulpa es de color rosado y rojo, se consideran una fuente moderada
de licopeno. Numerosos estudios científicos han puesto de manifiesto que el
licopeno tiene propiedades antioxidantes y que, incluyendo en la dieta
alimentos ricos en dicha sustancia, como la sandía, se reduce el riesgo de
ciertos tipos de cáncer en general, y de páncreas, pulmón, colon y de próstata,
en particular. Un elevado nivel de licopeno en el plasma sanguíneo se asocia
especialmente con una menor incidencia de éste último tipo de cáncer. Asimismo,
el licopeno, por su actividad antioxidante, actúa contra los radicales libres,
sustancias nocivas para el organismo, lo que justifica el papel del consumo de
sandía en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y
degenerativas. Por otra parte, los estudios continuados sobre los carotenoides,
entre los que se encuentra el licopeno, ofrecen pruebas que avalan la
existencia de una serie de acciones biológicas de estas sustancias, como
efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico y el control del crecimiento
y de la diferenciación celular.
Dado que es una de
las frutas menos abundantes en potasio, las personas que sufren de
insuficiencia renal y siguen una dieta controlada en este mineral, pueden
consumirla con moderación, pero en mayor cantidad que la mayoría de las frutas.
Sabemos si una sandía
está madura si la mancha de la cáscara que ha estado en contacto con el suelo
es de color amarillo cremoso. Una mancha blanca o verdosa indica que se recogió
antes de tiempo y resultará insípida, pues la sandía es un fruto no
climatérico, motivo por el cual, para que sea de buena calidad ha de
recolectarse cuando está totalmente madura. El truco para elegir una sandía
madura es que al darle golpes con los dedos o las palmas de las manos ésta
suene a "hueco". Su superficie no ha de presentar cicatrices,
quemaduras de sol, abrasiones, áreas sucias, magulladuras u otros defectos. Si
se adquiere una sandía en trozos, conviene asegurarse de que la carne es firme
y jugosa.
La sandía es una
fruta que se conserva en perfecto estado durante dos semanas si se mantiene a
unos 15°C, y hasta tres semanas a 7-10°C. Debido a que es muy sensible al frío
no debe mantenerse a temperaturas inferiores a 7-10ºC. Su gruesa corteza le
permite aguantar en buenas condiciones durante bastantes días a temperatura
ambiental.
Otros temas
relacionados: