Queremos contar la historia de la frontera de cristal antes de que sea demasiado tarde,
hablen todos, escribía Carlos Fuentes. En ese linde como en el titulo de la novela
de Yuri Herrera se produce la trasmigración de los cuerpos. En mi primer día en
México leí con asombro el titular del periódico: Migrantes buscan nuevos lugares
para acceder a la Bestia. Recordé que en el Discurso del Premio Cervantes Elena
Poniatowska habló de un tren de la muerte llamado La Bestia.
Me asombró la fuerza
de la metáfora que designaba al tren que transporta migrantes ilegales desde
América Central. Hondureños, salvadores, nicaragüenses, guatemaltecos arriesgan
a diario su vida al abordarlo y a veces más de una vez. Al cruzar dos fronteras
no sólo corren el riesgo de caer en manos de la policía mexicana, tanto o más
violenta que la norteamericana sino que son víctimas de todo tipo de bandas,
entre ellas las maras centroamericanas. En el camino quedan mutilados y
violados.
Un transporte tan
caro al imaginario nacional mexicano convertido en símbolo de la voracidad del
sistema que se traga a los que huyen del hambre y de la violencia. Con
curiosidad me encontré con desgarrantes testimonios: el documental “El tren de
la muerte” de Stefan Rocker y “La Bestia”, de Pedro Ultreras. Uno de los
testimonios insiste: “el tren es un demonio, es traicionero”.
El periodista
salvadoreño Óscar Martínez escribió La Bestia. Montando carriles y esquivando
narcos en el Camino del Migrante: “Casi nos morimos cruzando el río porque lo
atravesamos en el invierno. Éramos como 20 o 25 tratando de cruzar un río que
no se veía tan profundo, pero cuando íbamos en la mitad la corriente abajo era
inaguantable”, cuenta Alvarado, uno de los promotores de la reforma a la ley de
inmigración.
El año pasado se
estrenó la película La Jaula de Oro, dirigida por el español Diego
Quemada-Díez, que cuenta la historia de tres niños, dos guatemaltecos y un
indio tzotzil.
Uno de los textos más conmovedores es el poema de La
Bestia (The American way of death) del poeta granadino Daniel Rodríguez Moya:
“Nadie duerme
en el tren, sobre el tren.
Agarrados al tren todos buscan llegar a una frontera,
a un sueño dibujado como un mapa con líneas de
colores:
una larga y azul que brilla como un río
que ahoga como
un pozo.
Atrás quedan los niños y su interrogación,
las manos destrozadas de las maquiladoras
que en un gesto invisible dicen adiós, espérenme,
es posible que un día me encarame a un vagón”.
NOTA:
Vídeo Educativo para
explicar las migraciones de personas desde Centroamerica hacia los Estados Unidos, por parte del docente:
Lic. Carlos
A. Barrera