El documental consta
de cuatro cortometrajes, filmado durante los meses de abril y mayo en estados
como Chiapas, Oaxaca, Veracruz refleja de voz de sus protagonistas lo difícil
de su paso por estos estados para llegar a la Unión Americana. Como parte de su
trabajo fílmico Gael García Bernal habló con migrantes sobre su viaje en tren y
la vida que llevan en los albergues, y se entrevistó con directores de
albergues y organizaciones de asistencia humanitaria que les brindan apoyo a
los migrantes, entre otras cosas y fue realizada con apoyo de Amnistía Internacional.
El documental Los
Invisibles fue hecho para educar a la gente del mundo sobre las realidades de
la inmigración en los Estados Unidos. Este documental se enfoca en la realidad
de esta trayectoria y entonces quiero analizar tres reseñas sobre el documental
para obtener variadas opiniones, perspectivas y puntos de vista. Todas las
reseñas son artículos de periódicos y promueven este documental y todas tienen
sus propias ventajas y desventajas, quizás sea una reseña que contenga una perla.
Marc Silver explica
por qué dieron el nombre Los Invisibles, como “les decimos invisibles porque
nos les vemos, pero están por todos lados huyendo hacia Estados Unidos”
(Gutierrez, 2010). Este artículo denuncia la injustica del camino y promueve la acción enfrenta este problema de
inmigración. La emoción de este tema corría como sangre por las venas del
escritor, especialmente en la frase final cuando dijo:
“Los inmigrantes no
son un peligro, son una oportunidad.
Vienen con valores y cosas hermosas
asevera lleno de admiración.
Y todos tenemos derecho a estar mejor.
Religión
aparte, amén” (el País).
"Es gente que
tiene una meta muy clara,
pero siento que si nosotros estuviéramos en esa
situación,
siento que hubiéramos renunciado hace rato.
Me contagio de su fuerza
y de sus ganas de seguir adelante".
Gael García Bernal,
actor y cineasta mexicano, inicia así su documental "Los Invisibles",
que expone el drama de los inmigrantes centroamericanos en su lucha por llegar
a Estados Unidos.
Si la frontera
entre el sueño y la pesadilla se pareciera a algo, sería quizá a la tierra que
pisan decenas de miles de transeúntes inmigrantes para ejercer su derecho a
estar mejor; tierra de contradicciones dejada de la mano del hombre que el actor
mexicano Gael García Bernal ha querido rescatar del olvido para ponerle rostro
a través de la serie documental Los invisibles.
Entre ellos figura el
testimonio de Dalila, una joven salvadoreña de 17 años, que fue violada
mientras sus compañeros de grupo eran vejados por delincuentes. De acuerdo con
un artículo de Sandra Lorenzano en El Universal, seis de cada 10 mujeres que
emprenden la ruta terrestre hacia el "sueño americano" sufren abuso
sexual.
También de una madre
salvadoreña que pese a tener un hijo desaparecido por años, aguarda la
esperanza de volver a verlo.
A muchos de los
migrantes sin papeles que viajan de Centroamérica hacia Estados Unidos,
buscando un mejor destino para sus vidas, la travesía se transforma en un
peligro cuando cruzan la frontera mexicana.
El “sueño americano” suele
convertirse en una pesadilla en zonas donde actúan bandas delictivas. Muchos no
llegan a destino: son secuestrados, en algunos casos asesinados.
¿La idea es
denunciar los abusos que los migrantes padecen en México?
Justamente buscamos
dar visibilidad a la gente “invisible”. Dentro de eso viene la denuncia y la
idea de concientizar, poner en perspectiva algo que nosotros como mexicanos no
teníamos tan claro cuando estábamos filmando, había una invisibilidad y falta
de información. Desgraciadamente salió a la luz meses después de la matanza de
72 migrantes en Tamaulipas, que entra en los crímenes más grandes del siglo.
¿Cómo se transformó
la esperanza del “sueño americano” en una pesadilla para miles de migrantes
centroamericanos?
Es casi una pregunta
de tesis, porque puedes abarcar muchísimas cosas: desde lo macroeconómico hasta
la política social en un microclima. El hecho de que tengas que migrar por
necesidad, ya invierte diferentes cosas del orden de prioridades en la vida.
Pero el “sueño americano” es también en la Argentina, El Salvador, Nicaragua.
Al final de cuentas son países nuevos que también tienen eso, pero creo que lo
que usted se refiere con el “sueño americano” es con Estados Unidos, ¿no? Sí.
Aun así es una
perspectiva que me parece interesante porque en países nuevos existe por ahí
una migración hacia un país quizá más esperanzador, porque aparentemente del
que vienes es quizás arcaico con el que estás pensando ir. Entra todo en
consideración.
Para mí, el decir “el sueño se convirtió en pesadilla” es una
manera fácil de describir, como si esto fuera algo terrible que está sucediendo
ahora. Esta migración ha existido siempre. Entonces estamos hablando de la
migración actual, de lo que está pasando, pero por otro lado no nos olvidemos
de que esto ha sucedido siempre. Y por eso también sirve darse cuenta de esto
para nivelar más el panorama y no pensar que es un fenómeno espontáneo moderno.
¿Buscaron armar el
documental como una especie de diario de viaje?
Sí, tal cual. Se
pensó como un diario de viaje y no como un documento periodístico o con
estética poética. Quisimos hacerlo de forma muy franca y honesta. Tuvo mucha
pertinencia también por el momento en que lo terminamos, que era uno de los
temas más importantes en México. Esos cortos han tenido muchísima repercusión y
se han utilizado para mostrar lo que está sucediendo y lo que ha cambiado.
Cuando lo hicimos no existía la nueva ley de migración que, entre otras cosas,
grosso modo, establece que no puede ser castigado nadie que entre de manera
indocumentada a México. Los invisibles también ayudó a que estas reformas de
ley y diferentes cosas se llevaran a cabo para proteger más a los migrantes.
¿Cree que es suficiente
lo hecho hasta el momento?
Uno siempre termina
diciendo falta mucho. Y falta mucho porque es un tema de justicia social. Si
lo vemos desde ese lado no es una cosa sólo del gobierno mexicano sino una cosa
global.
¿Qué tan interesada
está la sociedad mexicana en esto?
Bastante. México es
un país de inmigrantes y de migrantes. Se habla mucho y se cuestiona mucho. Y
también invierte un poco los papeles porque, por lo general, en Latinoamérica
nos vemos como las víctimas. Y en este caso México recibe a migrantes de
Centroamérica que cruzan hacia Estados Unidos y los últimos de la pirámide son
ellos: las víctimas son ellos, sobre todo las mujeres, más desprotegidas. Y en
la Argentina también existe. La migración que existe hacia la Argentina también
es de los sectores más desprotegidos. Y ahí se invierte el papel de los
argentinos como víctimas que, en ese momento, son los victimarios. Creo que lo
tenemos todos.
¿Cuánto impactó el
documental cuando se presentó en su país?
La fortuna de estos
cortos es que son como párrafos que viajaron de manera viral. El impacto fue
bastante grande, pero también tuvo mucho que ver el hecho de no colocarlo como
una película que podías ver en los cines. En la televisión salió mucho después,
pero primero fue por redes sociales, en YouTube, en la página de Amnistía
Internacional. Los diarios nos ayudaron bastante. Y fue como una labor híbrida:
periodística, de experiencia de vida y también muy sentimental porque fue muy
personal. Fue un viaje que hicimos, y todos los que lo hicimos lo consideramos
una de nuestras aventuras más bonitas. Y sobre todo encontramos allí la
hermandad y la fraternidad de las personas que ayudan a los migrantes, que son
más que quienes les hacen daño. Los cortos denuncian
abusos, pero también resaltan la labor de los voluntarios que brindan
asistencia.
¿Es un documental esperanzador?
Yo creo que sí,
porque también plantea una cosa particular que incluye a toda Latinoamérica:
para que nuestras legítimas demandas sociales tengan una congruencia hay que
empezar por limpiar la casa. En este caso, México hace demandas muy válidas por
los derechos humanos de los migrantes hacia Estados Unidos, pero justamente
primero nosotros tenemos que dar el ejemplo en el trato que se les da a los
derechos humanos de las personas que vienen de Latinoamérica. Porque no es sólo
Centroamérica sino que también vienen de Colombia, Brasil, Perú. Mucha gente
cruza por acá.
Es de suponer que se
debe haber conmovido al conocer las historias. En ese sentido.
¿Cómo incidieron
sus propias sensaciones en la elaboración del documental?
Mucho, porque
justamente como decidimos tratar este viaje, mientras íbamos avanzando, también
veíamos qué filmar, con quién trabajar. Encontrábamos situaciones muy
particulares que nos llamaban la atención e íbamos por ahí. Se fue moldeando a
raíz de las experiencias que teníamos. Y lo bueno de todo esto es que no se
queda solamente en el cine sino que también llevamos adentro la experiencia
vivida. Y siento que de ahí para adelante todas esas experiencias han moldeado
mi acercamiento hacia el trabajo.