domingo, 7 de diciembre de 2014

BREAKING BAD

Después de llenar las calles de cristal azul, Walter estaba llenando su entorno inmediato de tragedia, sufrimiento y miseria moral. Pero él, lejos de arrepentirse, parecía hundirse más y más en una espiral de vanidad ciega que solamente podía conducir a un desenlace catastrófico.
El personaje de Walter White, en cuanto figura trágica, había llegado ya demasiado lejos como para que hubiese camino de vuelta. Incluso cuando muestra retazos de humanidad e intenta detener el proceso, se da cuenta de que ya no tiene poder sobre el curso de los acontecimientos.
Por ejemplo, trata de salvar a su cuñado Hank, utilizando tácticas que antes le habían funcionado. Pero ha sembrado tal caos que esas tácticas ya no le sirven.
Walter White no tiene redención posible porque el porvenir ya no está en sus manos. Su vanidad ha encendido una hoguera y su maldad ha echado gasolina en ella: ni él mismo va a poder librarse de las llamas. En tal proceso, me parece a mí, lo congruente era un desenlace inequívocamente trágico. Y como veremos ahora, los guionistas también lo habían pensado, pero al final no se atrevieron a hacerlo.

Nos encontramos con que Walter dedica el final de la serie a vengarse de los malos, a solucionar lo poco que todavía puede respecto a su familia (garantizar que les llegue el dinero) y a perdonarle paternalmente la vida a Jesse Pinkman (cuando poco antes quería matarlo y estaba siendo sádicamente cruel con él). No es que hayamos asistido a un final feliz (afortunadamente no han llegado al punto de reconciliar a Walter con su mujer e hijo, ¡eso hubiera sido chocante!). Pero sí hemos tenido un final a lo John Wayne que, la verdad, no pegaba demasiado. Un final que innecesariamente intenta salvar algo del desastre que Walter White ha provocado con su actitud, un final poco coherente con lo que se nos había venido mostrando.

Walter White es el protagonista de la serie, pero no es el héroe, ni tan siquiera es un antihéroe. Walter White termina convirtiéndose en el villano de la serie. Jesse Pinkman sí es un antihéroe, un personaje ambiguo que más allá de sus pecados muestra al menos ciertos retazos de integridad moral y que en última instancia casi siempre está dispuesto a hacer el bien, o al menos a intentar limitar el mal. Algo similar puede decirse de Skyler White.
Por su parte, Hank Schrader sí es un héroe, ya que por más que no sea el protagonista absoluto es el que realmente se carga a las espaldas el sacrificio de luchar por el bien. Llegados a ese punto Walter ya tenía su papel de villano bien definido y daba la impresión de que había aniquilado casi cualquier retazo de humanidad que quedase en su interior: los guionistas, muy hábilmente, habían usado a Hank, Jesse y Skyler como contrastes morales. Se necesita mostrar trazas de color blanco para que notemos mejor el color negro. Y Walter, ya completamente barnizado de negro, estaba en el lado oscuro, convertido en el Darth Vader de Nuevo México.


Todo el entramado dramático que los guionistas habían elaborado para construir esa imagen de un Walter monstruoso es abandonado en pos de una seudoredención cuyo único objeto, creo, ha sido el de satisfacer a los espectadores restaurando parte de su simpatía por Walter White, un personaje que tan solo un par de episodios antes ya no despertaba simpatía ninguna (salvo, claro está, que uno simpatice con los psicópatas). Y esto a costa de la integridad narrativa, de la coherencia con el concepto que se nos había pintado de los personajes en ese punto de la trama. Me ha recordado al innecesario momento de El retorno del Jedi en el que Darth Vader se quitaba la máscara.

Decía que muchas críticas han sido entusiastas, pero no es que haya habido unanimidad, en uno de tantos artículos, decía: el comentarista, después de tomarse la molestia de convertir a Walter White en un monstruo, los guionistas parecían haberse arrepentido a última hora para subirse al carro de los fans del personaje, como si les supiera mal que Walter White terminase la serie convertido definitivamente en Heinsenberg, en un despojo humano de maldad casi absoluta. Y estoy bastante de acuerdo con esta idea. 

Los guionistas se han ablandado. Es más, el propio creador de la serie, Vince Gilligan, ha revelado que efectivamente tenían otros finales en mente. Pero en sus explicaciones ha incurrido en bastantes contradicciones. Por ejemplo, dice que contemplaban un final donde Jesse matase a Mr. White, aunque después nos sorprende diciendo que lo descartaron porque Jesse no tiene el perfil de un asesino (lo cual, curiosamente, no le impide estrangular a Todd en el final actual). 

Pero particularmente comenta otro final descartado que se me antoja muchísimo mejor:
Había una versión a la que le dimos vueltas, en la que Walter es el único que sobrevive, se queda de pie en mitad del naufragio, y su familia entera es destruida. Ese hubiera sido un final muy poderoso, pero también una patada en la boca para los espectadores.

El propio Gilligan nos habla de un final más poderoso (y evidentemente más acorde con el desarrollo de los acontecimientos) y efectivamente no se requiere de mucha perspicacia para imaginar que hubiese resultado más impactante. Pero finalmente se descartó por ser demasiado duro. Ahora bien, ¿duro para quién? Gilligan no desconoce que Walter White ha reunido toda una legión de fans (o en ocasiones habría que decir believers) que querían verlo terminar en una nota medianamente digna, por más que haya asesinado, chantajeado, manipulado, e incluso haya pretendido envenenar a un niño o justificar el asesinato a sangre fría de otro. Mi hipótesis es la de que Gilligan sencillamente no se ha atrevido a darle a Walter White lo que de verdad merece. Bueno, no es una hipótesis, es un hecho. Al final no recibe lo que merecía.

Esto explicaría el que Walter fulmine al grupo White Power mediante una ametralladora automatizada que parece más propia de un western cómico o de una película de Robert Rodríguez. De acuerdo, en Breaking Bad ya había aparecido alguna que otra boutade estrafalaria como la secuencia en que Gustavo Fring, justo antes de morir, sale caminando tranquilamente de una explosión con media cabeza vacía y ajustándose la corbata como si nada… un disparate que en su momento me pareció hilarante (eso sí, toda la secuencia previa a su salida en plan zombi de la explosión me dejó boquiabierto por su brillantez) pero que se puede y se debe perdonar a una serie de tanta calidad, donde bien pueden permitirse estos jugueteos. 

Lo de Gus con el cráneo al aire no me pareció mal, o mejor dicho, no me importó verlo. En cambio, cuando hablamos del final, de lo que ha de ser la escena culminante de toda la serie, del desenlace último, hubiese esperado algo más elaborado que un tiroteo al estilo Bricomanía, para ser sincero. Tampoco acabé de captar la ¿muerte? de Walter White, quizá alguien más avispado podría explicarme el asunto, pero que encontré demasiado ambigua. No soy médico y desde luego soy consciente de que una serie de TV no es una clase de patología forense (excepto tal vez el entristecedor reality que protagonizó Anna Nicole Smith) pero lo normal en cualquier película es que el tipo de herida que Walt sufre otorgue algunas posibilidades de supervivencia inmediata, más allá de que el cáncer se lo puede llevar unos meses más tarde o no. Quizá se me escapa algo, pero no veo por qué está necesariamente muerto al final del episodio y en el caso de que pudiera estar vivo, me parecería impropio terminar justo en ese punto.

De hecho contienen muchos grandes momentos, aunque crea que el episodio previo Ozymandias haya sido en varios aspectos más culminante que estos dos. Es más, incluso la secuencia de la supuesta muerte de Walter, por más que no me termine de cuadrar, está muy bellamente realizada (con música de Badfinger) y es cautivadora. Pero estos dos podrían ser los dos últimos episodios de una Breaking Bad diferente realizada en un universo paralelo, donde Walter White es menos malvado y donde sabemos que puede ametrallar a pelotones de neonazis en plan John Rambo con un maletero-trampa marca ACME, verdaderamente digno del Coyote intentando cazar al Correcaminos. Lo de la bomba en la silla de ruedas de Héctor Salamanca era quizá extravagante, pero creíble. Lo de la ametralladora y los neonazis es más propio de una película bélica donde John Wayne juegue a la diana con los soldados japoneses.

El hijo de Walter no genera fuertes opiniones pero su papel, presencia y utilidad en la historia es constantemente referenciada. Esta discusión suele arrancar con una mofa al hecho de que lo único que hace RJ Mitte es desayunar. No hay personaje de televisión cuyos huevos, beacon y cereales sean tan dramáticos; durante la adolescencia uno nunca se sabe por dónde te van a salir las dolencias.

Walter Jr. es un elemento vital en algunos aspectos de la serie. Es una motivación para ciertos comportamientos de Walter padre y también un factor clave en la relación de éste con su mujer. Probablemente incluso adquiera un papel esencial en los episodios que están por venir a la hora de plantear el destino del protagonista, pero la discusión sobre el tema suele residir en su presencia. ¿Es suficiente con lo que vemos ya que es poco más que una herramienta o una serie como Breaking Bad, que dibuja tan bien a todos los personajes con muy poco, debería haber dado algo más de dimensión a alguien tan relevante como el hijo de Walter? Personalmente me encuentro en una posición más o menos neutral en este punto, pero si hubiesen aprovechado más al personaje no me habría importado.

Con Skyler ha pasado algo similar que con Jaime Lannister en Juego de Tronos, en un principio es difícil no juzgar la forma de actuar y de incordiar que tiene constantemente. Quizá no era tanto que polarizase a la audiencia sino que era odiada por gran parte de ella, pero poco a poco la serie ha ido mostrando más su punto de vista en esta historia y muchos de los que la teníamos manía nos hemos parado por fin a intentar ver las cosas desde su perspectiva. Tenía todo el derecho del mundo a ser un incordio. Con todo, sigue siendo un personaje que genera animadversión entre algunos espectadores, esos a los que aún conservan restos de su perdón incondicional hacia Walter.

Retomemos la última secuencia que vimos el verano pasado: Hank, Skyler, Marie y Walter charlan en el patio trasero de los White mientras Walter Jr. juega con Holly. Hank se excusa y va a sentarse en el trono. Con toda la tranquilidad del mundo de quien planta un pino en su propia casa, busca algo que leer y encuentra un mensaje de “G.B” a su “otro W.W. favorito”. Ata cabos. Jódete, espectador, que ahora tienes que esperar un año.

Al pobre Hank le ha pasado de todo y llevaba muchas temporadas sin enterarse ni del nodo hasta que, de repente, por una casualidad casual de la existencia encuentra la pista que le hace descubrir que Walter es Heisenberg. Esto ha molestado a una corriente de seguidores que defienden que es una salida fácil y cutre para desencadenar el final, una que no está a la altura de la complejidad narrativa de Breaking Bad. Otros defendemos este giro por dos motivos: uno, que las casualidades existen y ya se han dado anteriormente en la serie, si todo saliese según lo planeado no estaríamos donde estamos en la historia. Y dos, es más que probable que Walter haya puesto ese libro ahí. Puede haberse convertido en muchas cosas, pero en un tonto descuidado desde luego que no.

Aunque haya elementos que generen disputas entre sus seguidores, Breaking Bad sigue siendo uno de los dramas que más entusiasmo generó.

Durante 40 minutos, Walter se obsesiona con una mosca cojonera que ronda por el laboratorio, algo que sirve a la historia para poner sobre la mesa la obsesión, la paranoia y la presión que sufre el personaje como consecuencia de la acumulación de eventos previos (muchos de ellos secretos que incumben a Jesse o el peligro acechante a su familia). Es un episodio botella porque aparecen muy pocos personajes y generalmente en poquísimos escenarios; es una medida presupuestaria que suele aplicarse a un capítulo justo antes de la recta final de las temporadas, que generalmente son episodios más caros de producir.

¿Qué significa la mosca del episodio?

Entrando en materia, el episodio de la mosca, es sin duda una auténtica obra de arte, y permite ver en estado puro la creatividad y el talento del equipo de Breaking Bad (actores incluidos), que por un momento se quitan las cadenas estructurales y argumentales para crear un episodio al margen de la serie, pero que en realidad sirve para profundizar en las motivaciones y en la psicología de sus personajes principales: Walter y Jesse, Jesse y Walter.

Pero ¿qué representa la mosca de Breaking Bad? Ésta es la gran pregunta que todos nos hicimos cuando vimos la serie. La mosca como veremos a lo largo de esta disertación, representa muchas cosas, pero básicamente representa un gran problema que mantiene a Walter White preocupado y obsesionado. ¿Y qué es lo que atormenta a Mr White? El reciente asesinato de jane la novia yonki de Jesse que muere ahogada en su propio vómito ante la pasividad de Walter.

He aquí la importancia del episodio, ya que este capítulo es el último en el que veremos a Walter White, es decir, una vez que supera este arrepentimiento que lo martiriza, el protagonista dejará para siempre de ser Walter White (una persona con sentimientos, profesor de química, amante de su familia) para convertirse en su alter ego, Heisenberg (un asesino despiadado cuya única motivación es hacer el mal por el mal, capaz de asesinar, envenenar a niños y convertirse en el capo máximo de la blue meth). Una especie de revisión del clásico Doctor Jekyll y Mr Hyde, la lucha del bien contra el mal, plasmado en una misma persona.
Todos tenemos algo que nos atormenta, algo que nos quita el sueño y que nos lleva a obsesionarnos con un elemento ajeno, en el focalizamos toda la atención para engañar a nuestro cerebro y mantenerlo distraído, ocupado. Por ejemplo, heme aquí yo, escribiendo un análisis profundo de un episodio de Breaking Bad, que se emitió hace más de 3 años, posiblemente con el único objetivo de espantar a los fantasmas de mi habitación, que buscan atormentarme.

¿Qué ocurre en el episodio?
El episodio comienza con Walter tumbado en la cama de su motel, con una mosca en el techo que no le deja dormir, después acude al laboratorio clandestino que tiene en uno de los sótanos de Gustavo Fring. Allí, se reúne con Jesse cuando descubre que una mosca se ha colado en el laboratorio y amenaza con contaminar toda la producción.

Jesse exhorta al profesor de que no es algo preocupante, pero Walter White, fuera de sí, emprende una lucha de varias horas hasta que Jesse decide drogar a Walter para que este se calme. Finalmente Jesse consigue matarla de un manotazo, subido a una endeble escalera que amenaza con romperse ante los adormilados ojos de Mr. White.

La muerte de Jane (novia de Jesse)
A parte de este significativo diálogo, hay otras pistas que nos llevan a concluir que la mosca representa el sentimiento de culpa por el asesinato de Jane, y que muestra, los que serán los últimos vestigios de bondad del protagonista.

Por ejemplo, el previously del episodio hace referencia por completo, al momento del asesinato de Jane, y como Walter decide no ayudarla en el último momento, para que la finalmente termine ahogándose en su propio vómito provocado por una sobredosis.

Finalmente, Walter más espabilado tras el chute proporcionado por Jesse para que se calme, reconoce (para sus adentros) que aunque ha tenido un momento de debilidad al pedirle perdón por la muerte de Jane, nunca le reconocerá el asesinato a Jesse, por lo que ese tormento, es algo que Walter (a partir de ahora, Heisenberg) siempre llevará consigo. No en vano, cuando Walter regresa a su motel, en la última escena del episodio, y se acuesta en la cama, de nuevo, otra mosca (o la misma de siempre) vuelve a aparecer en el detector de humos de la habitación.