viernes, 5 de diciembre de 2014

LOS INVISIBLES



El documental consta de cuatro cortometrajes, filmado durante los meses de abril y mayo en estados como Chiapas, Oaxaca, Veracruz refleja de voz de sus protagonistas lo difícil de su paso por estos estados para llegar a la Unión Americana. Como parte de su trabajo fílmico Gael García Bernal habló con migrantes sobre su viaje en tren y la vida que llevan en los albergues, y se entrevistó con directores de albergues y organizaciones de asistencia humanitaria que les brindan apoyo a los migrantes, entre otras cosas y fue realizada con apoyo de Amnistía Internacional.

El documental Los Invisibles fue hecho para educar a la gente del mundo sobre las realidades de la inmigración en los Estados Unidos. Este documental se enfoca en la realidad de esta trayectoria y entonces quiero analizar tres reseñas sobre el documental para obtener variadas opiniones, perspectivas y puntos de vista. Todas las reseñas son artículos de periódicos y promueven este documental y todas tienen sus propias ventajas y desventajas, quizás sea una reseña que contenga una perla.

Marc Silver explica por qué dieron el nombre Los Invisibles, como “les decimos invisibles porque nos les vemos, pero están por todos lados huyendo hacia Estados Unidos” (Gutierrez, 2010). Este artículo denuncia la injustica del camino y  promueve la acción enfrenta este problema de inmigración. La emoción de este tema corría como sangre por las venas del escritor, especialmente en la frase final cuando dijo:

“Los inmigrantes no son un peligro, son una oportunidad. 
Vienen con valores y cosas hermosas asevera lleno de admiración. 
Y todos tenemos derecho a estar mejor. 
Religión aparte, amén” (el País).


"Es gente que tiene una meta muy clara, 
pero siento que si nosotros estuviéramos en esa situación, 
siento que hubiéramos renunciado hace rato. 
Me contagio de su fuerza y de sus ganas de seguir adelante".

Gael García Bernal, actor y cineasta mexicano, inicia así su documental "Los Invisibles", que expone el drama de los inmigrantes centroamericanos en su lucha por llegar a Estados Unidos.

Si la frontera entre el sueño y la pesadilla se pareciera a algo, sería quizá a la tierra que pisan decenas de miles de transeúntes inmigrantes para ejercer su derecho a estar mejor; tierra de contradicciones dejada de la mano del hombre que el actor mexicano Gael García Bernal ha querido rescatar del olvido para ponerle rostro a través de la serie documental Los invisibles.

  
Entre ellos figura el testimonio de Dalila, una joven salvadoreña de 17 años, que fue violada mientras sus compañeros de grupo eran vejados por delincuentes. De acuerdo con un artículo de Sandra Lorenzano en El Universal, seis de cada 10 mujeres que emprenden la ruta terrestre hacia el "sueño americano" sufren abuso sexual.

También de una madre salvadoreña que pese a tener un hijo desaparecido por años, aguarda la esperanza de volver a verlo.

A muchos de los migrantes sin papeles que viajan de Centroamérica hacia Estados Unidos, buscando un mejor destino para sus vidas, la travesía se transforma en un peligro cuando cruzan la frontera mexicana. 
El “sueño americano” suele convertirse en una pesadilla en zonas donde actúan bandas delictivas. Muchos no llegan a destino: son secuestrados, en algunos casos asesinados. 


¿La idea es denunciar los abusos que los migrantes padecen en México?

Justamente buscamos dar visibilidad a la gente “invisible”. Dentro de eso viene la denuncia y la idea de concientizar, poner en perspectiva algo que nosotros como mexicanos no teníamos tan claro cuando estábamos filmando, había una invisibilidad y falta de información. Desgraciadamente salió a la luz meses después de la matanza de 72 migrantes en Tamaulipas, que entra en los crímenes más grandes del siglo.

¿Cómo se transformó la esperanza del “sueño americano” en una pesadilla para miles de migrantes centroamericanos?

Es casi una pregunta de tesis, porque puedes abarcar muchísimas cosas: desde lo macroeconómico hasta la política social en un microclima. El hecho de que tengas que migrar por necesidad, ya invierte diferentes cosas del orden de prioridades en la vida. Pero el “sueño americano” es también en la Argentina, El Salvador, Nicaragua. 
Al final de cuentas son países nuevos que también tienen eso, pero creo que lo que usted se refiere con el “sueño americano” es con Estados Unidos, ¿no? Sí.
Aun así es una perspectiva que me parece interesante porque en países nuevos existe por ahí una migración hacia un país quizá más esperanzador, porque aparentemente del que vienes es quizás arcaico con el que estás pensando ir. Entra todo en consideración. 
Para mí, el decir “el sueño se convirtió en pesadilla” es una manera fácil de describir, como si esto fuera algo terrible que está sucediendo ahora. Esta migración ha existido siempre. Entonces estamos hablando de la migración actual, de lo que está pasando, pero por otro lado no nos olvidemos de que esto ha sucedido siempre. Y por eso también sirve darse cuenta de esto para nivelar más el panorama y no pensar que es un fenómeno espontáneo moderno.

¿Buscaron armar el documental como una especie de diario de viaje?

Sí, tal cual. Se pensó como un diario de viaje y no como un documento periodístico o con estética poética. Quisimos hacerlo de forma muy franca y honesta. Tuvo mucha pertinencia también por el momento en que lo terminamos, que era uno de los temas más importantes en México. Esos cortos han tenido muchísima repercusión y se han utilizado para mostrar lo que está sucediendo y lo que ha cambiado. Cuando lo hicimos no existía la nueva ley de migración que, entre otras cosas, grosso modo, establece que no puede ser castigado nadie que entre de manera indocumentada a México. Los invisibles también ayudó a que estas reformas de ley y diferentes cosas se llevaran a cabo para proteger más a los migrantes.

¿Cree que es suficiente lo hecho hasta el momento?

Uno siempre termina diciendo falta mucho. Y falta mucho porque es un tema de justicia social. Si lo vemos desde ese lado no es una cosa sólo del gobierno mexicano sino una cosa global.

¿Qué tan interesada está la sociedad mexicana en esto?

Bastante. México es un país de inmigrantes y de migrantes. Se habla mucho y se cuestiona mucho. Y también invierte un poco los papeles porque, por lo general, en Latinoamérica nos vemos como las víctimas. Y en este caso México recibe a migrantes de Centroamérica que cruzan hacia Estados Unidos y los últimos de la pirámide son ellos: las víctimas son ellos, sobre todo las mujeres, más desprotegidas. Y en la Argentina también existe. La migración que existe hacia la Argentina también es de los sectores más desprotegidos. Y ahí se invierte el papel de los argentinos como víctimas que, en ese momento, son los victimarios. Creo que lo tenemos todos.

¿Cuánto impactó el documental cuando se presentó en su país?

La fortuna de estos cortos es que son como párrafos que viajaron de manera viral. El impacto fue bastante grande, pero también tuvo mucho que ver el hecho de no colocarlo como una película que podías ver en los cines. En la televisión salió mucho después, pero primero fue por redes sociales, en YouTube, en la página de Amnistía Internacional. Los diarios nos ayudaron bastante. Y fue como una labor híbrida: periodística, de experiencia de vida y también muy sentimental porque fue muy personal. Fue un viaje que hicimos, y todos los que lo hicimos lo consideramos una de nuestras aventuras más bonitas. Y sobre todo encontramos allí la hermandad y la fraternidad de las personas que ayudan a los migrantes, que son más que quienes les hacen daño. Los cortos denuncian abusos, pero también resaltan la labor de los voluntarios que brindan asistencia. 

¿Es un documental esperanzador?

Yo creo que sí, porque también plantea una cosa particular que incluye a toda Latinoamérica: para que nuestras legítimas demandas sociales tengan una congruencia hay que empezar por limpiar la casa. En este caso, México hace demandas muy válidas por los derechos humanos de los migrantes hacia Estados Unidos, pero justamente primero nosotros tenemos que dar el ejemplo en el trato que se les da a los derechos humanos de las personas que vienen de Latinoamérica. Porque no es sólo Centroamérica sino que también vienen de Colombia, Brasil, Perú. Mucha gente cruza por acá.
Es de suponer que se debe haber conmovido al conocer las historias. En ese sentido.

¿Cómo incidieron sus propias sensaciones en la elaboración del documental?

Mucho, porque justamente como decidimos tratar este viaje, mientras íbamos avanzando, también veíamos qué filmar, con quién trabajar. Encontrábamos situaciones muy particulares que nos llamaban la atención e íbamos por ahí. Se fue moldeando a raíz de las experiencias que teníamos. Y lo bueno de todo esto es que no se queda solamente en el cine sino que también llevamos adentro la experiencia vivida. Y siento que de ahí para adelante todas esas experiencias han moldeado mi acercamiento hacia el trabajo.