jueves, 25 de diciembre de 2014

PROPOSITOS DE AÑO NUEVO

Entre el final y el comienzo de un nuevo año, suele ser costumbre bastante generalizada el hacer planes, promesas y buenos propósitos, con la intención de corregir determinados hábitos negativos o cambiar ciertas actitudes viciadas que nos han creado problemas. Y, al mismo tiempo, diseñar nuevas estrategias o formas de responder ante las dificultades, contratiempos, adversidades, y emprender proyectos, asumir retos.

La lista de los diez propósitos de año nuevo que con más frecuencia incumplimos son:

- Perder peso y mantenernos en buena forma física
- Dejar de fumar
- Aprender algo nuevo
- Comer sano y tener una dieta equilibrada
- Saldar las deudas y ahorrar
- Pasar más tiempo con la familia
- Viajar y ver lugares nuevos
- Estar menos sometidos a estrés
- Unirse a algún voluntariado
- Beber menos alcohol

Por otra parte, de acuerdo con un estudio realizado hace unos años por el psicólogo Richard Wiseman, solo el 12% de las personas consigue lo que se propone cada vez que el calendario señala el inicio de un nuevo año. Wiseman también llegó a la conclusión de que los hombres tienen más éxito cuando se unen a otros con un mismo objetivo (por ejemplo, ir al gimnasio) o cuando se centran en la recompensa que supondrá su objetivo. Sin embargo, las mujeres lo tienen más fácil a la hora de alcanzar sus objetivos cuando hablan de ellos con amigos y familiares.

Esta costumbre de hacer planes es expresión loable y sincera de buena voluntad por buscar la perfección y mejorar en lo posible, que dice mucho en favor de aquellas personas que, sin desmayo y con verdadero tesón, siguen intentado prometerse al comienzo de cada año nuevo, saber vivir mejor, no caer en los mismos errores, superarse, emprender nuevos proyectos, asumir retos.
 
El problema radica no tanto en los buenos deseos, en la buena voluntad o de mejorar y de cumplir unos propósitos adquiridos, como en la manera más eficaz y práctica de llegar a convertirlos en realidad. No basta querer cambiar a mejor, que no es poco, sino en saber qué es lo que se debe hacer para que un buen propósito sea algo más que buenas palabras y débiles intentos y que, tras unos días o, a lo sumo, unas semanas, todo siga como al principio o peor.

Tras muchos años de experiencia personal y profesional, puedo afirmar que, tanto si encaramos objetivos arduos, de gran dificultad y calado, como si nos proponemos unos logros más normales y asequibles, necesitamos aplicar algunas claves. Voy a darlas en doce puntos. Pueden considerarse globalmente o ponerse como metas especiales para cada mes. De una forma u otra nos situarán sobre la pista de los propósitos, no sólo expresados, sino también cumplidos.

1. Metas bien definidas, muy concretas. Hay que tener una idea bien clara de lo que se quiere lograr. Muchas personas se dispersan y malgastan sus energías porque intentan muchas cosas y no tienen una idea precisa de dónde quieren dirigir sus esfuerzos.
 
2. Autoestima y sentimiento de propia competencia. O lo que es lo mismo, sentirse valioso y capaz de afrontar con esperanzas de éxito la meta propuesta. Creer en uno mismo. 

3. Entusiasmo, pasión e ilusión. Poner día a día todos los medios que tenemos , al servicio de nuestros proyectos, sin importar sacrificios, tiempo, dificultades y posibles fracasos circunstanciales. 

4. Capacidad para visualizar y disfrutar mentalmente del logro proyectado, como si ya fuera una realidad. Las personas de éxito disfrutan y gozan con cada paso, con cada escalón que suben y que les acerca a sus metas, casi tanto como disfrutarán cuando la meta sea una realidad. Jamás se ven a sí mismas, como perdedores, como fracasados, aunque conozcan los riesgos de lo que hacen. Se visualizan como personas tenaces que, sin la menor duda, obtendrán sus propósitos. 

5. Acción es pasar de la teoría a la práctica sin dudarlo. El problema de no pocas personas es que se pierden en disquisiciones, en planificaciones , exhaustivas y detalladas, en previsiones temerosas y, por no tener garantizado que su acción es la mejor o la ideal, se quedan en el plano de la pasividad y de la espera permanente.  

6. Actitud mental positiva. Es la capacidad para ver siempre el vaso medio lleno, en lugar de verlo medio vacío. Tienen muy claro que en las peores circunstancias siempre hay algo provechoso, algo valioso que descubrir. Me refiero a esa capacidad de hacerse una limonada con esos limones que, con mayor o menor frecuencia, nos depara la vida.

7. Autodisciplina y trabajo para ser capaces de satisfacer el precio que debemos pagar para lograr los objetivos. La autodisciplina significa el día a día pero sin concesiones, sin dejación y sin lamentaciones inútiles.
 
8. Autoevaluación, control de resultados y reflexión. Deben ser frecuentes para comprobar en qué medida y a qué ritmo caminamos hacia los objetivos que nos hemos propuesto. Ver si somos fieles a lo proyectado y permitir que alguien cercano y de nuestra confianza nos recuerde lo prometido y nos ayude a no desfallecer en el día a día.

9. Capitalizar los fracasos y contar con los días grises y los momentos en baja. Siempre he dicho que los errores y los fracasos son la antesala del éxito más seguro si sabemos analizar sus causas. Jamás debemos percibir el fracaso, la dificultad o el problema como una constante en nuestra vida, sino como algo duro, pero circunstancial y pasajero.
 
10. Ética personal y profesional, significa actuar de buena voluntad, con honradez y con ánimo de lograr nuestros objetivos utilizando los medios adecuados, pero sin hacer el mal para conseguirlos. No debemos obrar mal para conseguir bienes deseables.

11. Aprovechar las experiencias ajenas y aprender de los éxitos de los demás para estar atentos, para descubrir qué actitudes y modos de obrar contribuyeron siempre a que otras personas lograran sus objetivos.
 
12. Tenacidad inteligente o lo que es lo mismo, la incansable y contundente firmeza y constancia en los propósitos que nos impulsa a seguir insistiendo hasta el límite de nuestras fuerzas y posibilidades, pero de forma inteligente, sin la tozudez del insensato que pretende imposibles.

La lista de propósitos para año nuevo más frecuente son:

Dejar de fumar:
El 30% de la población fuma y un tercio intenta dejarlo cada año. El número de fumadores que deciden abandonar el tabaco se multiplica por 4 en enero y febrero.

Bajar de peso:
El problema es el mantenimiento. Hacemos el esfuerzo inicial, pero dura poco y su consecuencia es el "efecto yo-yo". Para perder unos kilos debe hacerse un estudio "sobre lo que está comiendo y bebiendo, el ejercicio que realiza, y hacer una dieta personalizada".

Hacer más ejercicio:
Un 59,6% de los españoles mayores de 16 años hace ejercicio en su tiempo libre, un poco más los hombres que las mujeres. En enero se nota el incremento de las matriculaciones, pero poco, la avalancha llega con los primeros rayos de sol, con la operación bikini.

Rupturas:
Los períodos como las Navidades y el verano representan para algunos un punto de inflexión para plantearse metas y realizar cambios importantes. El mayor número de demandas de divorcio, nulidad y separación se producen en el primer trimestre de cada año.

Salir más:
Tras la ruptura se busca cumplir otro de los "nuevos deseos": salir más y ampliar amistades. En enero aumenta en un 20 ó 30% las personas que acuden a las citas, fiestas, viajes y actividades lúdicas, algunas con niños.

Buscar pareja:
Entre quienes buscan pareja, las mujeres comienzan el año más presionadas y más deprimidas que los hombres.

Otros buenos deseos:
Leer más, ir más al cine, tener más sentido del humor o aparentar ser más joven, entre otros.

Si alimentarse de modo más saludable y hacer más ejercicio encabezan su lista de propósitos de año nuevo, plantéese la posibilidad de ampliar estos valiosos objetivos a toda la familia.

“No sólo es extremadamente importante que los niños reciban todas las vitaminas, los nutrientes y la actividad física que necesitan para mantenerse saludables, sino que los hábitos que se establecen temprano en la vida –buenos y malos– pueden durar toda la vida”, dice el Dr. Thomas McInerny, presidente de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).

Mejorar los hábitos alimentarios de los niños

• Quizá tiene malos recuerdos de la infancia por haber sido obligado a sentarse a la mesa hasta haber dejado el plato limpio. ¡No perpetúe este método de administrar la hora de comer! Envía un mensaje equivocado haciendo hincapié en la cantidad por encima de la calidad y puede llevar a un exceso importante al comer. Fomente una actitud más saludable hacia los alimentos, centrándose en primer lugar en lo que sirve.

• Establezca una rutina con horas fijas de comidas y refrigerios. Siempre haga las comidas en la mesa. Los niños que comen sus comidas con la familia consumen más frutas, verduras, fibra, alimentos ricos en calcio y vitaminas.

• Una vez que los niños tengan la edad suficiente, fomente que coman por sí mismos tanto como sea posible.

• Evite los refrescos, que están llenos de calorías vacías o edulcorantes artificiales. La leche y el agua son las mejores opciones de bebidas para su hijo. Después de los 2 años, ofrézcales leche baja en grasas. Limite el jugo a entre cuatro y seis onzas diarias.

• Los niños pueden ser exigentes al principio, pero no permita que el rechazo a un nuevo alimento le impida volver a intentarlo. Ofrezca los nuevos alimentos varias veces de diversas maneras. Para los bebés, puede que necesite incluso intentarlo de 10 a 15 veces a lo largo de varios meses. Los padres son altamente influyentes y pueden servir como el mejor modelo a seguir del niño. Coma diversos alimentos de diferentes sabores, colores y texturas.

A continuación presento algunos pequeños consejos que puede añadir a su lista de buenos propósitos para el año que va a comenzar. Pequeñas acciones que, sin embargo, conseguirán hacer que su vida sea mejor, y también la de los que le rodean.

1. Sonría
Sonreír libera endorfinas, los neurotransmisores que activan la sensación de bienestar. Además, su sonrisa será muy bienvenida por parte de la gente: al verle sonreír se darán cuenta de que se alegra de verlos y entonces ellos también se alegrarán de verle a usted. No existe nada que transmita tanto como una sonrisa. Y además la vida le devolverá esa sonrisa.

2. Recuerde los nombres
Una de las mejores maneras de agradar y construir buenas relaciones personales es recordar el nombre de las personas que vamos conociendo.
Al saludar diga “Buenos días Antonio” (evidentemente, si es que se llama Antonio), en lugar de un simple “Buenos días”; es una manera sencilla e inmediata de demostrar a la persona que la tiene en cuenta, y especialmente si sólo es la segunda vez que se ven.
Después de varios encuentros, seguir dudando o equivocándose con el nombre de alguien es la prueba indiscutible de que no se ha prestado atención a esa persona, y resulta lógico que ésta se ofenda y le considere un grosero, aunque no sea el caso.

3. Desearle “ánimo” a todo el mundo
Pero desear “ánimo” a diestro y siniestro es recordar constantemente a los demás, y a uno mismo, las cuestas arriba que tiene la vida, como si conociéramos todas las pruebas en las que vamos a necesitar “mucho ánimo” para seguir viviendo nuestra pobre existencia. Aunque no deja de ser un convencionalismo social, es mucho mejor no dejar caer un mensaje subliminal negativo y que está recordando a quien lo recibe lo dura que es la vida.

4. Nunca se queje
Nada más que añadir. Es una norma absoluta.

5. Reduzca su nivel de estrés
El estrés es un factor que nos genera numerosos disgustos: cuando se está estresado, la vida se hace más cuesta arriba, pero también pueden aparecer problemas graves de salud a largo plazo, desde la depresión al cáncer.

Está demostrado que darse masajes con regularidad reduce la tensión arterial, relaja los músculos y aumenta las hormonas del bienestar en todo el cuerpo. Según investigadores del Hospital Cedars-Sinai Medical Center (uno de los hospitales universitarios más grandes de Estados Unidos), el masaje sueco reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

El masaje sueco se dio a conocer hace 200 años por el médico sueco Per Henrik Ling (1776-1839) y comprende ejercicios de distensión, roce, fricción, percusión y vibración que al ejecutarse en un orden concreto liberan las tensiones, fortalecen los músculos y articulaciones, favorecen la circulación sanguínea y facilitan la eliminación de toxinas.

6. Aumente su cociente intelectual (CI)
El cerebro está compuesto principalmente por lípidos. Además contiene otros elementos importantes como el DHA, un ácido esencial docosahexaenoico, de la familia de los omega 3, básico para el desarrollo y buen funcionamiento de la actividad neuronal.

Lamentablemente, el propio cuerpo es incapaz de fabricar DHA. Nuestras únicas fuentes son el pescado azul y el marisco. Incrementar el consumo de DHA no sólo aumentará su capacidad intelectual (capacidad de aprendizaje, memoria, concentración y creatividad), sino también el ánimo.

7. Fortalezca sus músculos
Las proteínas del “suero de leche” o lactoserum, es decir, el líquido blanquecino que se queda en el envase del queso fresco al retirar el queso, ayuda a definir y reforzar los músculos. Conocido como “whey” en inglés, este suero se vende a precio de oro en forma de complementos alimenticios para deportistas y, en particular, para los llamados “body-builders” o culturistas.

Si usted es vegetariano, sustituya el “whey” por las semilla de cáñamo; las proteínas de estas semillas, que se digieren con facilidad suministrando a nuestro cuerpo los nueve aminoácidos esenciales que necesita, se encuentran además en la proporción adecuada y, desde el punto de vista biológico, facilitan la constitución de proteínas propias, incluidas las inmunoglobulinas. De esta manera observará también cómo se fortalecen sus músculos.

Por último, consuma más coles de Bruselas y más brécol. Estas legumbres aumentan la masa muscular porque regulan la producción de estrógenos en el cuerpo. Un exceso de estrógenos, tanto en mujeres como en hombres, provoca la acumulación de grasas y la retención de líquidos.

SALUD POR EL BRINDIS DE AÑO VIEJO

Y FELICIDADES PARA EL AÑO NUEVO.