domingo, 23 de noviembre de 2014

COMO LA CIGARRA

(Mercedes Sosa)

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.

Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.

Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y seguí cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
cuantas noches pasarás
desesperando.

A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.



Canta la cigarra y su canto atrae tanto hembras como machos (agrupa individuos) y se dice que, hasta canta para acortejar, por rivalidad y también por el dolor, como Lázaro, como el Fénix, la cigarra vuelve a la vida. 

Dentro de la cultura China es un símbolo importante. Según la National Geographic existen cigarras que vuelven después de 17 años. 
Las otras, de las que sabemos más, vuelven cada año, junto al verdor del bosque y la hierba mojada.

Valiéndose de la cigarra, ese bichito que no es más grande que un dedo adulto, María Elena Walsh escribió una canción, Como la cigarra,  en la década de los 70, que luego recorrió el mundo en la voz de la Negra Mercedes Sosa.

Venía María Elena de hacer literatura infantil y se metió a grabar en el 72 el disco homónima a nuestra canción. Fue cantada por primera vez en el 75; y luego de que María Elena fuera censurada por la dictadura de Videla, Como la cigarra, se volvería un himno en tiempos de resistencia. ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?

La Argentina democrática luego la haría ciudadana ilustre e iría afianzando el camino a convertirse mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias, a decir de Patricio Lennard. La prolífica María Elena dedicaría su vida a las tantos talentos que la vida le obsequió.

La cigarra que llegase en 1979 a la voz de Mercedes Sosa se inmortalizaría ahí, como tantas otras canciones. La habría de incluir en seis discos. Y, en vivo, sería acompañada por artistas como Víctor Heredia, Leon Gieco, La Sole e Ismael Serrano en cantarla entre el delirio del público.

La música es una buena melodía, una buena letra y algo que nadie sabe quién es y es lo que realmente importa. Como la cigarra es un canto de amor a la vida, como lo son los poemas de Withman.


Va más allá de quién la cante, lo que la hace grande, digamos imprescindible, es su respeto por la existencia, ese que a la larga o a la corta todos vemos.  Tan simple como ello, pero invisible a nuestros sentidos. Los que hemos resucitado, podemos dar fe de ello.  O quienes han visto y deseado que quienes amamos, lo hagan.