El kiwi ayuda a la
cicatrización de heridas e interviene en la actividad normal del sistema
inmunológico, gracias al alto contenido de vitamina C. Por otro lado, esta
vitamina es imprescindible en el proceso de formación de los glóbulos rojos de
la sangre, en el que también interviene el ácido fólico, vitamina cuya cantidad
es destacable en esta fruta.
El kiwi tiene efecto
diurético, en caso de estreñimiento es recomendable, ya que posee propiedades
laxantes. También es conveniente para hipertensos y enfermos renales, y en caso
de patologías cardiovasculares, ya que es muy rico en potasio y muy pobre en
sodio y grasas. El kiwi ocupa un lugar importante en una dieta equilibrada y
baja en colesterol por su elevado contenido en fibra.
Sin embargo, puede causar
diarrea. Por lo tanto, no debe consumirse en exceso y está contraindicado en
las personas con estómago delicado o predisposición a la diarrea.
Fácil de consumir, pelado o partido por la mitad y con ayuda de una cucharilla, resulta muy
atractivo y apetecible para quienes no son consumidores habituales de fruta.
Por este motivo y debido a sus propiedades nutritivas y al aporte de sustancias
de acción antioxidante, su consumo es adecuado para los niños, los jóvenes, los
adultos, los deportistas, las mujeres embarazadas o madres lactantes y las
personas mayores.
Por su aporte de vitaminas
C y ácido fólico, se recomienda especialmente a quienes tienen un mayor riesgo
de sufrir carencias de dichos nutrientes: personas que no toleran o le
disgustan los cítricos, el pimiento u otros vegetales, que son fuente casi
exclusiva de vitamina C en nuestra alimentación o para personas cuyas
necesidades nutritivas están aumentadas. Algunas de estas situaciones son:
periodos de crecimiento, embarazo y lactancia materna. Así mismo, el tabaco, el
abuso del alcohol, el empleo de ciertos medicamentos, el estrés y defensas
disminuidas, la actividad física intensa, el cáncer y el Sida, las pérdidas
digestivas originadas enfermedades inflamatorias crónicas.
La vitamina C, como
antioxidante, contribuye a reducir el riesgo de múltiples enfermedades, entre
ellas, las cardiovasculares, las degenerativas e incluso el cáncer. Además,
debido a que la vitamina C aumenta la absorción del hierro de los alimentos, se
aconseja en caso de anemia ferropénica, acompañando a los alimentos ricos en
hierro o a los suplementos de este mineral ya que esto acelera la recuperación.
Su riqueza en ácido fólico confiere al kiwi la propiedad de mejorar o prevenir
anemias y reducir el riesgo cardiovascular y de espina bífida, un trastorno del
sistema nervioso que puede darse en el feto durante los primeros meses de
gestación.
Su contenido de fibra
le confiere propiedades laxantes. La fibra previene o mejora el estreñimiento,
contribuye a reducir las tasas de colesterol en sangre y al buen control de la
glucemia en las personas que tienen diabetes.
Ejerce un efecto saciante, lo que
beneficia a las personas que llevan a cabo una dieta para perder peso. Además,
por su abundancia de potasio y bajo aporte de sodio, resultan muy recomendables
para aquellas personas que sufren de hipertensión arterial o afecciones de
vasos sanguíneos y corazón. Su contenido de potasio, deberán tenerlo en cuenta
las personas que padecen de insuficiencia renal y que requieren de dietas
especiales controladas en este mineral. Sin embargo, quienes toman diuréticos
que eliminan potasio y las personas con bulimia se beneficiarán de su consumo.
Es un fruto exótico
que proviene de las laderas del Himalaya, concretamente de China Continental.
Nueva Zelanda, Brasil, Italia y Chile, son los principales países productores.
Algunas de las variedades más importantes son: Kaquiara II y MG-6, de agradable
sabor y pulpa verde esmeralda y, en España, la variedad Actinidia deliciosa,
procedente de la Hayward. Otras variedades menos importantes por el pequeño
tamaño de sus frutos son: Monty, Abbot, Bruno, Kramer, Blake, Tomuri y Matua.
A la hora de comprar
esta fruta, hay que elegir ejemplares intactos y sin manchas. Se deben
descartar los kiwis muy blandos o dañados porque tienen menos sabor o sabores
extraños. El tamaño no influye en la calidad del fruto. En un lugar fresco, el
kiwi puede conservarse durante mucho tiempo siempre que esté protegido contra
la deshidratación, por ejemplo con bolsas de uso alimentario. Si lo conservamos
a temperatura ambiente, nos aguanta hasta 15 días; si lo refrigeramos, un mes y
si lo congelamos, hasta 6 meses.
Si se desea que vayan madurando, se los dejará
a temperatura ambiente. La maduración del kiwi es muy lenta, pudiéndose
acelerar si los introducimos en bolsas junto con manzanas o peras, que
desprenden etileno. De este modo, se obtienen los kiwis en su punto de sazón en
cuestión de 8-10 días.
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