domingo, 23 de noviembre de 2014

ZAMBA PARA NO MORIR

(Mercedes Sosa)

Romperá la tarde mi voz,
hasta el eco de ayer,
Voy quedándome sólo al final,
muerto de sed, harto de andar
pero sigo creciendo en el sol, vivo.
Era el tiempo viejo la flor,
la madera frutal,
luego el hacha se puso a golpear,
verse caer, sólo rodar,
pero el árbol reverdecerá, nuevo.

Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy,
con el cuero asombrado me iré,
ronco al gritar que volveré,
repartido en el aire al cantar, siempre.

Mi razón no pide piedad,
se dispone a partir,
No me asusta la muerte ritual,
sólo dormir, verme borrar,
una historia me recordará, vivo.

Veo el campo, el fruto y la miel,
y éstas ganas de amar,
no me puede el olvido vencer,
hoy como ayer, siempre llegar,
en el hijo se puede volver, nuevo.

Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy,
con el cuero asombrado me iré,
ronco al gritar que volveré,
repartido en el aire al cantar, siempre.

Zamba para no morir, fue escrita por Hamlet Lima Quintana, periodista, músico, poeta y cantor. 

A continuación apartes de una entrevista realizada.

¿Donde nació?
Nací en Morón, provincia de Buenos Aires, Argentina, pero como digo siempre, en la época que yo nací, Morón era un pueblo provinciano, no un arrabal de la Capital Federal como es ahora, sin el encanto de los arrabales de la Capital; pero aprendí a caminar en Saladillo, en el centro de la provincia, en un rancho de barro de la familia de mi madre.

¿Qué cosas lo impulsaron a escribir en su infancia y adolescencia?
Bueno, yo siempre digo que soy un privilegiado, porque yo tuve al alcance de la mano la formación literaria, porque mi padre escribía poesía, escribía muy bien, lo único que pasó es que nunca concretó la obra. Y tocaba el piano muy bien, mi madre también, es decir, que me crié con la música y la poesía desde que tengo uso de razón. Tenía al alcance de mi mano la biblioteca de mi padre, de manera que lejos de estar como mucha gente combatido con eso de ‘para qué va a servir el arte’, era todo lo contrario. El privilegio era muy grande.

¿Por qué a una de sus más hermosas letras, Zamba para no morir se la conoce en Bolivia como la Zamba del Che?
Un mediodía nos encontramos con Armando (Tejada Gómez) y con Jaime Torres. Jaime venía de hacer una gira por todo Bolivia. Entonces fuimos a comer juntos y Jaime contaba profundamente emocionado que después de actuar en un pueblito del oriente boliviano, le hicieron un agasajo en un rancho, con gente joven de ahí. De pronto alguien cantó en su homenaje lo que él tituló la Zamba del Che, y cantó la Zamba para no morir. Entonces Jaime preguntó por qué le llamaban a esa zamba la Zamba del Che y le respondieron que la conocían con ese nombre porque cuando el Che Guevara entró a Bolivia por el oriente, todas las noches venía al bolichito y cantaba esa zamba.

¿Qué orgullo no…?
Y cuando escuchamos eso, con Armando nos abrazamos llorando. Sus letras siempre hablan de la vida, en ellas hay mucho de naturaleza, 

¿cómo ve un poeta la muerte?
Como la ve cualquier ser humano. El temor a la muerte es el temor a lo desconocido, no el temor a desaparecer, sino el temor a desaparecer sin haber hecho uno lo que cree que tenía que hacer. Eso debe ser pavoroso.
Pero, en sí, es un tránsito inexorable, es una mala costumbre como digo yo. Yo pienso que el mayor acto de libertad que puede hacer uno que escribe es la negación de la muerte, que es la zamba para no morir. Ese es un acto de libertad.
Lo importante es dejar testimonio, no únicamente para que nos recuerden, sino dejar testimonio que sirva a los que vienen detrás, a las generaciones futuras, dejarles fundamento: así sea el zapatero, el panadero, el médico o el enfermero.