domingo, 23 de noviembre de 2014

MERCEDES SOSA: BIOGRAFIA I PARTE

Años: 1950 - 1970
Ella misma cuenta cómo empezó a cantar un día de octubre de 1950:

"Yo andaba por mis 15 años y mi papá y mi mamá, que eran muy peronistas, aprovecharon un tren gratis a Buenos Aires para celebrar el 17 de Octubre (Día de la Lealtad Peronista). Yo quedé cuidada por mis hermanos, más suelta… En la escuela faltó la profesora de canto y la directora me dijo que íbamos a cantar el Himno nacional y que yo tenía que ponerme adelante y cantar bien fuerte, para que todos me siguieran. Sentí vergüenza, pero canté: ahí debuté. Ese día también faltó la profesora de labores y con mis compañeras fuimos a LV12, donde había un concurso. Mis compañeras me empujaron para que cantara. Por temor a que se enterara mi papá me llamé Gladys Osorio. Canté Triste estoy, de Margarita Palacios. Cuando terminé, el dueño de la radio me dijo: El concurso concluyó y lo ganaste vos. 

Y seguí cantando en la radio, hasta que un día mi papá me descubre y me llama y me dice palabras que escucho ahora: ¿Le parece bonito eso de andar metiéndose en la radio? ¿Eso es lo que hace una señorita criada para ser decente? Gladys Osorio, venga, acérquese… ¿Tengo que felicitarla? Míreme a los ojos, que me mire a los ojos le digo".

A partir de entonces se dedicó al canto, aunque siempre sentía un enorme pánico escénico cuando cantaba en público".

En esa primera época, Mercedes tenía como referentes musicales a Margarita Palacios y a Antonio Tormo (el cantante que masificó la música folclórica en la Argentina a principios los años cincuenta). Sus actuaciones se repartían entre actos partidarios del peronismo, el circo de los Hermanos Medina, y la radio, donde cantaba boleros en el conjunto de los Hermanos Herrera, dirigido por Tito Cava.

En 1957 se radicó en Mendoza a raíz de su matrimonio con el músico Oscar Matus, con quien tuvo un hijo, Fabián Matus. Matus y Mercedes establecieron una sociedad artística con el poeta y locutor Armando Tejada Gómez que resultaría de gran trascendencia artística y cultural. Mendoza resultaría uno de los tres lugares entrañables de Mercedes Sosa, junto a Tucumán y Buenos Aires. Allí «se hizo mujer», dijo ella misma, nació su hijo y se formó artísticamente. En su última voluntad pidió que sus cenizas se esparcieran en esos tres lugares. En Mendoza, el lugar elegido fueron los canales de riego de Guaymallén, el mismo lugar donde se arrojaron las cenizas del poeta Armando Tejada Gómez, quien ocupó un lugar decisivo en el arte de Mercedes. Junto a esos tres lugares, Mercedes Sosa también destacaba su afecto especial por Montevideo, donde fue tratada por primera vez como una gran cantante, en una serie de actuaciones que realizó en Radio El Espectador y en Canal 12.

En Tucumán están mis raíces, en Mendoza está mi felicidad, en Montevideo está mi primer reconocimiento como artista. Mercedes Sosa comenzó a cantar en una época, en la que el tango de Buenos Aires, que era la música popular por excelencia, estaba siendo alcanzado en popularidad por la música de raíz folklórica, característica de las provincias, en un fenómeno que es conocido como el boom del folklore, producido de la mano de la industrialización del país y la migración de millones de personas del campo a las ciudades y de las provincias hacia Buenos Aires. Este proceso conllevaba transformaciones étnicas y culturales en la población que diferían de las que produjera la inmigración mayoritariamente europea que se produjo entre 1850 y 1930.

En 1962, Mercedes Sosa lanzó su primer álbum, La voz de la zafra (la zafra es la cosecha de caña de azúcar, principal producción de Tucumán), grabado el año anterior y producido por RCA. El álbum fue grabado debido a la insistencia de Ben Molar, un músico polifacético vinculado a la música popular de Buenos Aires, quien reconoció el talento de la cantante tucumana y convenció a los directivos del sello RCA para realizar el disco, que sin embargo careció de difusión.

El disco está integrado por ocho canciones de Matus Tejada Gómez: Los hombres del río, La zafrera, El río y tú, Tropero padre, Nocturna, Zamba de los humildes (o La de los humildes), Zamba de la distancia y Selva sola, además de otras cuatro, entre las que se encuentran la guarania Jangadero (del misionero Ramón Ayala, quien escribió también la nota de contratapa), El indio muerto (de Gerardo López, cantante de Los Fronterizos) y dos temas con letra de Ben Molar, a pedido de Mercedes Sosa, Recuerdos del Paraguay y Sin saber por qué.
La canción Nocturna tiene una significación especial para Mercedes Sosa porque se trata de la canción que simbolizó el amor a primera vista con Oscar Matus (“Tú, junto al amor que nos separa, llenas mi dulce guitarra de oscura distancia... llevas mi voz en tu voz, triste y suave”). 

El mismo álbum fue luego reeditado bajo el título de Canta Mercedes Sosa, anticipaba una línea estético-cultural que sería expresamente formulada al año siguiente con el lanzamiento del Movimiento del Nuevo Cancionero y que sería sintetizada con el título de su segundo álbum, Canciones con fundamento (1965), segundo disco del sello independiente El Grillo que intentaba consolidar Matus, compuesto al igual que el primero, sobre la base de las canciones de Matus y Tejada Gómez.


Oscar Matus, Armando Tejada Gómez y Mercedes Sosa formaron un decisivo trío artístico, que llevó a crear el Movimiento del Nuevo Cancionero en 1963, en el marco del llamado boom del folclore.

En Zamba de la distancia, como en La de los humildes, Zamba del riego, Tropero padre, El río y tú, La zafrera y Los hombres del río, están los tres nombres que impulsaron el movimiento: Armando con sus palabras, Matus con la música y Mercedes con la voz. El Nuevo Cancionero se propone buscar en la riqueza creadora de los autores e intérpretes argentinos, la integración de la música popular en la diversidad de las expresiones regionales del país.

Quiere aplicar la conciencia nacional del pueblo, mediante nuevas y mejores obras que lo expresen. Busca y promueve la participación de la música típica popular y popular nativa en las demás artes populares: el cine, la danza, el teatro, etc., en una misma inquietud creadora que contenga el pueblo, su circunstancia histórica y su paisaje. En este sentido, adhiere a la inquietud del Nuevo Cine, como también a todo intento de renovación que intente testimoniar y expresar por el arte nuestra apasionante realidad sin concesiones ni deformaciones.

Rechaza a todo regionalismo cerrado y busca expresar al país todo en la amplia gama de sus formas musicales, se propone depurar de convencionalismos y tabúes tradicionalistas a ultranza, el patrimonio musical tanto de origen folklórico como típico popular. Alentará la necesidad de crear permanentemente formas y procedimientos interpretativos, así como obras de genuina identidad con el país de hoy, que enriquezcan la sensibilidad y la cultura de nuestro pueblo.

Desechará, rechazará y denunciará al público, mediante el análisis esclarecido en cada caso, toda producción burda y subalterna que, con finalidad mercantil, intente encarecer tanto la inteligencia como la moral de nuestro pueblo.

El Nuevo Cancionero acoge en sus principios a todos los artistas identificados con sus anhelos de valorar, profundizar, crear y desarrollar el arte popular y en ese sentido buscará la comunicación, el diálogo y el intercambio con todos los artistas y movimientos similares del resto de América. Apoyará y estimulará el espíritu crítico en peñas, y organizaciones culturales dedicadas a la difusión de nuestro acervo, para que el culto por lo nuestro deje de ser una mera distracción y se canalice en una comprensión seria y respetuosa de nuestro pasado y nuestro presente, mediante el estudio y el diálogo formativo de nuestras juventudes.

El Nuevo Cancionero luchará por convertir la presente adhesión del pueblo argentino hacia su canto nacional, en un valor cultural inalienable. Afirma que el arte, como la vida, debe estar en permanente transformación y por eso, busca integrar el cancionero popular al desarrollo creador del pueblo todo para acompañarlo en su destino, expresando sus sueños, sus alegrías, sus luchas y sus esperanzas.
Portada original del segundo álbum de Mercedes Sosa, Canciones con fundamento (1965), publicado por el sello independiente El Grillo.

Mercedes Sosa guiará toda su vida artística por los principios del Nuevo Cancionero, venciendo a menudo arraigados prejuicios artísticos, culturales e ideológicos. De allí proviene la selección rigurosa de sus canciones para que tuvieran un fundamento y un fuerte vínculo con lo popular, la apertura constante a jóvenes autores y formas musicales, el intenso diálogo con el rock nacional, el tango y el pop, así como la dimensión latinoamericana de su arte.

En 1965 su esposo la abandonó, dejándola sola con su hijo en una situación económica y emocional muy comprometida, que la afectaría de por vida. Yo no dejé ese matrimonio, él me dejó, me abandonó con Fabián, con mi chiquito, una chica tucumana se casa para toda la vida. Eso me destruyó.

Mercedes Sosa se trasladó a Buenos Aires, una ciudad a la que amó y que terminaría considerando suya (para mí, aquí es Buenos Aires). Allí grabó el segundo disco Canciones con fundamento, que al igual que su primer álbum, pasó inadvertido, pero que en el futuro se volvería el disco exponente del Nuevo Cancionero. 

Ese mismo año (1965), poco antes de cumplir 30 años, Mercedes Sosa alcanzó la consagración popular de manera impensada. Se desarrollaba la quinta edición del Festival Folklórico de Cosquín, que se había convertido en el centro del boom del folklore en Argentina, cuando el músico Jorge Cafrune, por iniciativa propia y en contra de los deseos de los organizadores, hizo subir al escenario a Mercedes Sosa, de entre el público donde se encontraba, presentándola con las siguientes palabras:
"Yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y me voy a recibir un tirón de orejas por la Comisión, pero que le vamos a hacer, siempre he sido así, galopeador contra el viento. 
Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa".

Mercedes subió al escenario y cantó: "Canción del derrumbe indio" de Fernando Figueredo Iramain, acompañada solo por su bombo. Contrastando con la discriminación política, social y étnica a la que fue sometida por las autoridades, el público estalló en aplausos y vivas aún antes de que finalizara la canción, convirtiéndola en la sorpresa del festival.