jueves, 27 de noviembre de 2014

MASCOTA EN VENTA

El dueño de una tienda de animales, estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: Cachorros en venta.

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños y pronto un niño apareció en la tienda preguntando: ¿Cuál es el precio de los perritos?

El dueño contestó: entre $300 y $500 dólares.

El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: Sólo tengo $2.37 ¿puedo verlos? El hombre sonrió y silbó.

De la trastienda salió una perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás.

El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. ¿Qué le pasa a ese perrito?, preguntó.

El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.

El niñito se emocionó mucho y exclamó: ese es el perrito que yo quiero comprar.

Y el hombre replicó: No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si realmente lo quieres, yo te lo regalo.

El niño se disgustó y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo, de hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo.

El hombre contestó: Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos.

El niño se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco y el perrito necesitará a alguien que lo entienda.

El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenaron de lágrimas. sonrió y dijo: Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú.

Los defectos son los que nos impiden estar tranquilos, los que hacen aparecer la ansiedad y con el tiempo la inseguridad. Pero eso puede cambiar, y no precisamente tapándolos.

No saber aceptarse es un defecto y un defecto que no se ve, como el padecimiento de una enfermedad, también. Pero aquí hablaremos de los defectos visibles, de los que hacen que no podamos aceptarnos.

Hay dos tipos de defectos físicos visibles. Los que no causan otro problema mayor que este; desarrollando inseguridad y malestar, y los visibles, que aparte de notarse, también pueden resultar un problema para la vida cotidiana.

Para afrontar un defecto tenemos que hacer una introspección y plantearnos algunas cuestiones.

Seguramente, lo primero que te venga a la cabeza sea que tener defectos es horrible, que tendrían que estar prohibidos y que la gente con defectos no es bien aceptada.

Yo te diré, que un defecto no es más que lo que tú crees que es. Un defecto físico, por si solo no es más que un atributo diferente al de los que se supone que son normales. Para la naturaleza, un defecto es aquello que comporta un impedimento para vivir con normalidad. Por ejemplo, la ausencia de una pierna que nos impide caminar bien, una piel demasiado blanca que nos expone a mayores riesgos frente al sol o unos ojos bizcos, que nos impiden ver correctamente. Incluso, unos ojos claros que tan modernos son, acostumbran a ser más delicados que unos oscuros. Entonces, un defecto natural es aquello que te impide vivir bien. Plantéate si tu defecto te impide vivir con normalidad, o de lo contrario sólo es un dolor de cabeza causado por la sociedad.

Un defecto natural menor, sería por ejemplo una piel llamada imperfecta. Una piel heredada llena de manchas, granitos o irritaciones. Supuestamente eso es un defecto natural porque representa un pequeño desarreglo interno que lo provoca, pero que no trae más complicaciones que las estéticas. Surgiendo así las cremas, los potingues y toda la gran gama de maquillajes que existen en el mercado para tapar lo que nos molesta, lo que no queremos aceptar.

Seguramente lo que tú crees que es un defecto, para los demás no. Puede que la gente vea en ti defectos que ni tú sabes que existen, o viceversa.
A veces nos obsesionamos tanto con los defectos que los magnificamos de tal forma que cobran una realidad distinta. Simplemente, los demás ven lo que tú dices y magnificas. Ven lo que tu transmites. Pueden ver más cosas, pero eso ya es su problema. Cada uno debería preocuparse de lo suyo.

Para superar un defecto pues, tenemos que concienciarnos de la realidad que es y no la que creemos. Cómo son tus defectos, ¿naturales mayores, menores o defectos creados por la sociedad?

La aceptación de uno mismo es básica para poder ser una persona segura y tener una convivencia normal, que no impida la correcta relación con los demás. Reforzar nuestra autoestima tomando el control de las emociones, asumiendo que no importa lo que nos impongan y sobretodo aceptando que somos diferentes, como todo el mundo… es la solución para superar los llamados defectos.

Un defecto que te impide vivir bien, como podría ser la obesidad, que todos sabemos que es insana; si no puede mejorarse o arreglarse, debe de igual modo ser asumido y cobrar otra forma de pensamiento. Un pensamiento que se encargue de focalizarse en lo que de verdad importa, como el refuerzo de una buena personalidad, autoestima y seguridad. Potenciando así las virtudes que todos tenemos y que a veces olvidamos.

En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente.


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