miércoles, 1 de octubre de 2014

6. RESEÑA HISTORICA

Trato de sembrar la semilla de la consciencia y el amor por los cambios socio-económicos y culturales que han hecho parte de la historia y que el paso del tiempo ha olvidado los personajes que en su momento histórico produjeron impacto social, para beneficio de las nuevas generaciones de Virginianos y en las personas que nacimos en este lugar pero que por circunstancias diversas, residimos fuera de él, porque como dice un refrán popular:

"Un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia"

Quiero expresar que soy persona independiente, común y corriente que tiene sentido de pertenencia por su natal pueblo y orgullo de haber nacido en La Virginia, por las raíces que afectivamente y de consanguinidad me unen a algunos personajes que han hecho parte de la historia, cambio, evolución y desarrollo. No soy historiador formado técnicamente bajo el detalle cronológico de los acontecimientos, ni abogado o profesional del derecho para entablar juicios de verdad y mentira de los personajes ancestrales, ni antropólogo pretendiendo mostrar una realidad desconocida, ni escritor galardonado con tintes líricos, ni pertenezco a ningún grupo literario, político o religioso en particular.

Fundación del caserio
En este territorio habitaban las Comunidades Indígenas de los Ansermas y Apías que desaparecieron bajo la incursión violenta de los invasores Españoles iniciada y encabezada por Jorge Robledo.
La presencia afrocolombiana en la descrita geografía fue recurrente durante toda la colonia esclavista como resultado del exterminio aborigen, la ampliación de la frontera minera, la opresión cultural y las guerrillas cimarronas a raíz de un levantamiento a fines del siglo XVIII en Cartago; la opresión cultural y las guerrillas aceleró el incremento de población negra a principios del siglo XIX liderado por el afrodescendiente Salvador Rojas, quien se aventuró a construir su primer rancho a orillas del río, en la desembocadura del río Risaralda, en el río  Cauca y decidió poblarla invitando a sus compañeros que eran oriundos del Sur a la nueva tierra que se veía promisoria. 
A ellos se unieron decenas de personas negras que habían sido esclavos, otros participaron en las guerras civiles y huían de los reclutamientos y de la miseria, habían sido perseguidos y acosados y por ello se refugiaron allí, defendidos por una barrera de mosquitos y zancudos "que rechazaban al blanco pero que podían coexistir con el negro", encabezados por el albañil Agustín López, quienes se trasladaron y fundaron lo que después sería un gran Palenque Negro.

Bernardo Arias Trujillo dibuja con maestría el transcurrir de la vida diaria en el villorrio:
"Vida tranquilaza la de estas gentes huidizas. Los hombres, cuando estaban de pascuas, es decir, con el humor menos agrio, salían de cacería, y a la hora del ángelus presentábanse con lindas piezas peleadas con bravura: uno traía guagua, otro venado, lancho éste, aquél un zaino, quién un guatín apetecible, y el más machito, un compadre tigre cazado mano a mano en brutal riña, para vender en Cartago su preciosa piel cribada de manchas amarillas y negras de sensual terciopelo. Otros, aparecíanse con buena pesca de jetudos, biringos, bocachicos y bagres de carnes muy blanduchas y exquisitos sabores.
Pero casi toda la semana, los hombres pasábanse las horas del día al pie del rancho, bajo sombra de árbol, desnudos entre la hamaca, fumando cachimbas de tabaco de buen humo y mejor aroma, en tanto que las negras trabajaban como burros en quehaceres de casa y lavando ropas a la orilla del río".

Según algunos historiadores como Alfredo Cardona Tobón, estos terrenos eran de propiedad de Hercilia Sánchez, quien los había heredado a través de algunos títulos coloniales. 

Pero el caso es que las Comunidades Negras lo hicieron legítimamente suyos a través de un enorme caserío que le dieron el nombre de "SOPINGA", como nos lo comenta el libro Relatos de Gil, de Gilberto Jaramillo Montoya en las páginas 200 y 201, quien dice:
"A principios del siglo aparece una señora como dueña legítima de los dilatados terrenos en el Puerto de La Virginia, según lo atestiguan las viejas escrituras; se trataba de doña Hercilia Sánchez. Fueron doña Hercilia Sánchez y doña Tomasa Osorio las primeras vendedoras de lotes a los negros abajeños, antioqueños y algunos blancos, quienes irían a ser los primeros fundadores del poblado. Entre ellos estaban: Gregario Londoño, con su familia, Josué Castaño (peluquero), Misael Díaz. Calixto Torres (dueño de una pesebrera), Eliseo y Espíritu Santo Paniagua, Leandro Villa, Marcelino Torres, María Franco, José Velásquez, Evangelista Echavarría, Pedro Martínez (padre)".

Afrodescendientes y afromestizos llegados del Cauca, Valle del Cauca, Antioquia, inclusive desde Anserma, Marmato por canoas a lo largo del trayecto del río Cauca conformaron el incipiente ranchería del puerto. Con su cosmovisión cultural y comunitaria y la natural rebeldía que les caracterizaba, los descendientes de los cimarrones poblaron durante mucho tiempo el territorio, convirtiéndose así en los fundadores legítimos sobreviviendo de la agricultura, la caza, la pesca, la ganadería entre otros. Aquí establecieron su propia organización social, cultivaron tabaco y cacao y elaboraron aguardiente de contrabando que transportaban en canoas para el mercado de Cartago, regresando con panela, mecha amarilla, zarazas y muselinas de vistosos colores y poco precio, para las mujeres de Sopinga.
Como no había clases sociales no impulsaron las fuerzas productivas y se dedicaron a la economía de subsistencia mercadeando los excedentes para adquirir los necesarios artículos manufacturados.

El escritor Bernardo Arias Trujillo en su libro RISARALDA, hace una descripción detallada de este proceso, bajo una mentalidad sumamente racista, impregnado por el contexto de la época, en la manera y la forma de describir a los personajes, protagonistas negros, de su novela, en la cotidianidad, las costumbres, la cultura, la corporeidad, la producción, etc. El hecho es que este escritor legitima, histórica y naturalmente, la fundación del Municipio por los afrodescendientes que combatieron permanentemente la intromisión cultural y económica del blanco que al final se impuso desde el Departamento de Caldas y su capital Manizales en cabeza del señor Francisco Jaramillo Ochoa en 1905 bajo la acción y el discurso de la modernidad.

Ahora bien, desde la colina de Cruces y Tambores aparecía un caserío denominado El Rey (hoy Balboa) en donde ya existían cultivos de café cuyo producto era llevado en mulas a Sopinga, que empezaba a abrir sus puertas al futuro caserío de La Virginia. El tráfico se hacía por la denominada trocha de La Gironda.

El caserío de Sopinga lo conformaban un total de (20) veinte chozas pajizas, una plaza, una fonda, cuatro caneyes (Cobertizo con techo de palma o paja, sin paredes y sostenido por horcones) en donde la comunidad se divertía y se jugaba a los gallos. Ciento de embarcaciones de guadua y plátano enmarcaban el río y su cruce hacia una vida agradable, inquieta y calurosa. Cada cual reclamaba su jornal, otros demandaban trabajo y los más se dedicaban a la pesca sin que nadie inquietara sus vidas.

Los primeros cultivos fueron plátano, yuca y maíz, pero luego se emprendió la apertura de potreros que fueron surgiendo por encanto dada la fertilidad de las tierras, lo que constituyó el fomento ganadero de las haciendas del Valle del Risaralda. Los primeros potreros recibieron su correspondiente bautizo tales como:
EL TRILLO DE ESCALANTE, EL TRILLO DE PANIAGUA,
EL TRILLO DE SANTAMARÍA, EL TRILLO DE PEDRO JUSTO,
EL TRILLO DE PAEZ y EL TRILLO DE PEDRO QUINTO, nombres que se conservaron y pronunciaron por muchísimo tiempo.
Se debe anotar que la fundación del Puerto de manera oficial se llevó a cabo con posterioridad a Pereira y Cartago hacia 1888.

Ya por este año comienza a tener piso de veracidad, lo que representa para la época del "COLONIAJE", la región que hoy constituye el Puerto de La Virginia y los nombres de los fundadores que fueron acreedores de la placa a partir de 1888, son: José Joaquín Hoyos, Juan Hoyos, José Ramírez, Nicolás torres y su esposa Juana Valderrama, Marcelino y Martín Torres Valderrama, José María Gutiérrez, Pío Quinto Franco, Filomena Vasco, Santiago Monroy y su esposa Josefa Cañarte, Neno Suárez, la Ana Francisca Durán (LA PACHA DURÁN), Cornelio Moreno y Juan Moreno.

"Entre tinto y tinto tomo nota
sobre tanto que escucho y
dejo que mi imaginación reconstruya
la historia de mi pueblo"